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Con su esposa, la pintora Maríadilia Martínez. LA PRENSA/ARCHIVO.

Al maestro

Fuimos una generación privilegiada, la que estudiamos y nos bachilleramos en el Instituto Pedagógico de Varones de Managua La Salle, antes del triunfo de la revolución; tuvimos la dicha de tener un gran colegio, lleno de mucha esencia cultural...

Luis Morales Alonso

Fuimos una generación privilegiada, la que estudiamos y nos bachilleramos en el Instituto Pedagógico de Varones de Managua La Salle, antes del triunfo de la revolución; tuvimos la dicha de tener un gran colegio, lleno de mucha esencia cultural: El teatro del IPM fue escenario de muchas expresiones culturales de Managua, el museo del colegio entre las aulas de kínder e infantil era un lujo de Managua preterremoto. Las quermeses del Pedagógico, su banda de guerra (como se le llamaba entonces) era única, la capilla del colegio donde es el gran auditorio del Centro de Convenciones Olof Palme era y sigue siendo monumental… fuimos jóvenes privilegiados, que recibimos una educación cristiana.

Volvamos al caso del museo, que ha sido una de mis pasiones. Teníamos en él, además de la colección arqueológica, murales del profesor César Caracas.

Caracas era también mi vecino del barrio Bóer, sabía que había sido becado para estudiar en Italia. De allí trajo todas esas ideas de los murales, tomó el tema indígena con proporciones y composiciones muy a los “Siqueiros”, de sus obras contemplamos en esos años antes del terremoto los murales del museo de nuestro colegio La Salle en la avenida Roosevelt. Un mural en el parque El Carmen. Y después del terremoto los murales sobre playwood en el lobby del antiguo Hotel Camino Real cerca del aeropuerto, que evocaban el baile del Toro Huaco de Diriamba, pero con máscaras de caballeros águilas, lo recuerdo muy bien.

El profesor César Caracas nos dio clases de iniciación artística, eso tenían los hermanos cristianos del Instituto Pedagógico, que contaban en su cuerpo docente con los mejores profesores de Nicaragua, en Literatura, Filosofía, Matemáticas, Química, Sociología, Filosofía, Economía, todo eso estudiábamos los bachilleres de entonces. Volviendo al mundo del arte, allí tuvimos el lujo de contar con los profesores: César Caracas, muralista y gran pintor graduado en Florencia, Italia; Guillermo Rivas Navas, gran pintor y ceramista con estudios en Cuba y Brasil; Sergio Dávila, nuestro maestro que nos enseño Historia del Arte, con proyecciones, diapositivas, películas y todos los adelantos técnicos del momento; Julio Vallejo, gran pintor y experimentado retratista del natural, todo un universo apasionante el que nos descubrió… Hoy recibimos la noticia desde Miami —uno de mis compañeros de promoción de bachilleres, los cuales seguimos muy unidos como buenos lasallistas, me enviaron esa triste noticia—, mi querido profesor Caracas falleció en esa ciudad.

Solo me lo imagino con su porte elegante, todo vestido de azul, corbata y botas blancas, alto como un ceibo real, con sus porte militar, con su cartapacio de gerente de banco, un señor elegante dándonos clases de dibujo, de ritmo en la pintura, dándonos duro con la regla de metro de madera, con su compás de madera, con sus tizas de colores, con su “aire” rubendariano, como un tótem, tolteca o chorotega. Hoy lo recuerdo con tanto cariño, hoy más que nunca valoro sus enseñanzas y me siento muy orgulloso de haber sido su alumno, en mi querido Instituto Pedagógico de Managua La Salle.

La Prensa Literaria

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