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Los actores Aníbal Almanza y Zaida Urbina, que han dedicado su vida al quehacer teatral. La prensa/G. Miranda.

Aníbal Almanza en la Comedia Nacional

A la edad de siete años evidencia su inclinación artística; a los trece dirigió a un grupo de niños en su escuela. Cuando ingresó a la universidad en 1974 formó parte del grupo Ollantay, Teatro de la UNAN-Managua, experiencia que lo acreditó para formar parte del elenco de Comedia Nacional de Nicaragua, durante los cuales ha logrado un fructífero desarrollo como hombre de teatro.

Por Isidro Rodríguez Silva

A la edad de siete años evidencia su inclinación artística; a los trece dirigió a un grupo de niños en su escuela. Cuando ingresó a la universidad en 1974 formó parte del grupo Ollantay, Teatro de la UNAN-Managua, experiencia que lo acreditó para formar parte del elenco de Comedia Nacional de Nicaragua, durante los cuales ha logrado un fructífero desarrollo como hombre de teatro. Profesor de actuación y literatura universal durante varios años en la Escuela Nacional de Teatro, logrando vincular la docencia con las artes escénicas. Actualmente es Director de Cultura de la Universidad Católica de Nicaragua Redemptoris Mater, donde fundó la Academia de Bellas Artes y realiza desde varios años la llamada Fiesta del Teatro, donde participan las universidades del país.

Ha participado en diferentes puestas en escena como en La Chinfonía Burguesa de José Coronel Urtecho y Joaquín Pasos, siendo la más memorable su papel de Bernarda en La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Así también ha sido dirigido por directores nacionales como Erasmo Alizaga y extranjeros como el ruso Adolfo Shapiro, el cubano Nelson Dorr.

Aníbal Almanza  y Marina Obregón en Los celos y el divorcio, obra de Miguel de Cervantes, estreno de 1989.
LA PRENSA/Cortesía.

Todos de una u otra manera llegamos al teatro, ¿cuál fue su experiencia? ¿Qué lo motivó para entregar su vida a la actuación?

Fueron varios factores, uno de ellos fue durante mi infancia, en mi casa respiré el aire musical por mi padre, fue saxofonista y clarinetista, en casa de los abuelos maternos, se montaban las veladas dirigidas por la tía Nila, ella además las producía y las realizaba, elaboraba escenografías, diseñaba vestuarios, hacía los boletos, los vendía, en fin hacía de todo, sus sobrinos mayores participábamos, hasta en la actuación. Al final de la secundaria, aquí en Managua descubrí nuevamente el teatro, pero como espectador, en la Sala Experimental del TNRD pude ver el entremés de Cervantes Los habladores y posteriormente en la Sala Mayor La asamblea de las mujeres de Aristófanes.

¿De dónde nace esa vocación docente del teatro, especialmente a nivel universitario? Tengo entendido que perteneció al grupo Ollantay de teatro de la UNAN-Managua, que fundó y dirigió nuestra maestra Socorro Bonilla Castellón.

Efectivamente pertenecí, por un corto tiempo, al Ollantay, teatro Recinto UNAN y la vocación a la docencia me la transmitió la pasión de doña Socorro, ella nos impartía la asignatura de “Técnicas de expresión oral” con una fuerte vinculación al teatro, allí fui captado para COMEDIA NACIONAL DE NICARAGUA. En la carrera de Letras tuve la feliz oportunidad de ser discípulo de las catedráticas y actrices Nidia Palacios y Margarita López, quienes también aportaron con su metodología la relación de la literatura con el arte teatral.

¿Qué significan para usted más de treinta años de vida artística en Comedia Nacional de Nicaragua?

Más de la mitad de mi vida los he dedicado al teatro, después de mi hogar, Comedia Nacional junto a la Universidad Católica, donde laboro, forman parte de mi existencia. Hacer teatro es inherente a mi condición humana y teatro universitario es continuar las enseñanzas que un día aprendí de mis maestros para la formación de los relevos o sucesores.

El teatro también le dio el amor, ¿cómo llegó a conquistar a su esposa Zaida Urbina, cómo es una relación conyugal entre dos actores?

La UNAN y la carrera de Español fueron las causales de nuestro feliz encuentro, en la misma asignatura impartida por doña Socorro tuvimos la oportunidad de conocernos, después amigos y novios al final de la carrera, después de la Cruzada Nacional de Alfabetización en 1981, nos casamos, ese año ingresó a Comedia Nacional a trabajar de asistente en el montaje Proceso a cuatro monjas, del italiano Vladimiro Cajoli. Su gran sensibilidad y talento para la poesía, el cuento y ahora la dramaturgia, nos permitió hablar el mismo lenguaje. Es una relación de 30 años muy bonita, con nuestras 3 hijas que han asimilado nuestro oficio desde pequeñitas y ahora con un nieto que cambia tu vida. Las desavenencias las enfrentamos con amor y sobre todo con la presencia de nuestro mejor amigo, Jesús.

Zaida Urbina en Pasada entre tío coyote y tío conejo de   Octavio Robleto.
LA PRENSA/Cortesía.

Lo he visto trabajar en varias obras, como Megadoro en La Olla de Plauto, Padre Olavo en El pagador de promesas de Díaz Gómez, el Pirata en mi obra infantil Fiesta de juguetes, pero la interpretación que más me ha impresionado es cuando hizo de Bernarda en La casa de Bernarda Alba de Lorca, díganos ¿cómo construye usted el personaje, especialmente este en el que interpretaba a una mujer?

Erasmo Alizaga, director de la obra y amigo, me planteó el reto, al inicio no lo aceptaba, pero insistió, no le costó convencerme, me di cuenta que ese desafío me asombraba satisfactoriamente y el reto lo asumí. Inicié por reconocer a personajes femeninos de la literatura y el arte como Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós, Yerma del mismo Lorca, la bailarina Isadora Duncan, con su rebeldía en el ballet, Praxágora en La asamblea de las mujeres, todas con firmeza de carácter y algún grado de autoritarismo, rasgos predominantes en Bernarda, contribuyeron a crear teóricamente al personaje, luego la técnica stanislavkiana, y los procesos de la creación y ensayos con sus cinco hijas. Es una de las obras del repertorio de Comedia Nacional que podemos levantar.

Ha sido dirigido por diferentes directores, por el nicaragüense Erasmo Alizaga, el cubano Nelson Dorr, la sueca Herita Stern, el ruso Adolfo Shapiro, entre varios; ¿cómo es esta relación de trabajo creativo en usted y estos directores, que tienen una forma personal o de montar y crear la puesta en escena?

Efectivamente, cada director tiene su sello, las direcciones no se discuten durante el proceso creativo, a veces el director se vuelve tirano, pero también es un amigo, en la medida que el actor se compromete con una propuesta de personaje en esa medida el director encuentra un ambiente más propicio para la creatividad. Ambos deben conocerse como seres humanos y ambos deberán encontrar el punto de equilibrio para la relación. Tomemos en cuenta que los actores no somos marionetas, al final encontramos un resultado forjado con un equipo de trabajo, que para que haya éxito debe sobrar la disciplina, la solidaridad y la cordialidad. He vivido momentos de transgresión grupal e individual que se vulnera la atmósfera de la creatividad y sus resultados son caóticos.

Asume ante la muerte de doña Socorrito, la dirección de Comedia Nacional de Nicaragua, ¿cuál es su visión del grupo en relación con el movimiento teatral nicaragüense?


Aníbal Almanza  en el papel de José Ignacio Cabrujas, 1992.  La Prensa/Cortesía.

Mi cargo en Comedia Nacional no ha variado, es el mismo, con la Dirección Administrativa y la Producción. La dirección general y fundadora seguirá siendo doña Socorro Bonilla Castellón, luego hemos creado un Comité Ejecutivo conformado por: Marina Obregón, Mayra Bonilla, Zaida Urbina e Ivonne García. Erasmo Alizaga es el director artístico de planta e invitado y a nuestra disposición. Respecto a la visión, mantenemos la comunicación, relación y la disposición a integrar y compartir experiencias con movimientos teatrales u organismos homólogos, ahora con la Red de profesionales del teatro, nuestra visión se cristaliza y auguramos buena andanza.

¿Qué proyectos tiene Comedia Nacional de Nicaragua?

A corto plazo, durante el presente año tenemos planificado realizar tres producciones en homenaje a Octavio Robleto y en el aniversario de Socorro Bonilla Castellón: El pájaro del dulce encanto, de Octavio Robleto, Juanito y la luna, de Zaida Urbina (teatro para niños), Doce barrotes de izquierda a derecha, de Rosario Aguilar (monólogo) adaptado al teatro por Zaida Urbina.

¿Qué les dice al movimiento teatral ante la crisis de valores, en el día internacional del teatro?

Un profundo respeto a los colegas este día es propicio para reflexionar acerca del rol de teatristas, qué has hecho, qué no has hecho, asumir el reto de contribuir a que el teatro se desarrolle y ejerza su función social. Sigamos haciendo teatro, mientras Nicaragua tenga hijos como ustedes, como nosotros, seguirá existiendo el teatro.

La Prensa Literaria

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