Ana María Ch. de Holmann
Luz Marina:
Mostraste en tu pintura
toda la magnitud y soberanía
que, en algunos centímetros y,
un pequeño lienzo.
Con tu pincel dibujaste
tanta belleza
de la naturaleza,
que Nicaragua reclama:
¡El río San Juan
es mío!
y en cada recodo del río
se oye este lejano eco:
es mío es mío.
Desde que el rey concedió su laudo y,
antes, el rey de reyes lo creó para ella,
como el profeta lo anunció:
“¡Obras todas del Señor,
Bendíganlo, alábenlo y
ensálsenlo eternamente!”
“¡Mares y ríos
Alábenlo y ensálsenlo eternamente!”
Por todo eso es que:
El río San Juan
es mío.
En él guardo mi historia,
tras este cristal de esmeralda
se sumergen mis secretos y allí
está mi tesoro,
que es de aquel tiempo el testigo.
Cada raudal sonoro,
Igual que ruge el cañón,
recuerda la defensa
del Castillo de la Inmaculada Concepción
cuando el río cubrió su lecho
con una sábana ardiente
para asombro del insurgente;
luego el cañón tronó
y justo en el blanco dio
al Comisario Mayor.
Ella era, tan solo una niña,
es nuestra heroína,
Rafaela Herrera se llama,
quien nos libró del inglés.
Durante la “fiebre del oro”
este caudal transportó,
sienes y miles viajeros
nuestra tierra cruzó
de océano y océano,
de San Juan del Norte y de San Juan del Sur
cruzando el Gran Lago
en un flamante vapor
así era el tránsito de la vía
en vez de atravesar,
de este a oeste,
la gran nación del norte.
Esta es la historia del río
que corre como las aguas
a veces tranquilas , a veces agitadas
deseado y maravilloso,
siempre codiciado
por ingleses y piratas,
navegantes, comerciantes,
mercenarios y vecinos
Pero La Haya oye
el clamor de Nicaragua:
¡El río San Juan
es mío!
29 de Marzo de 2011
Ver en la versión impresa las paginas: 8