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Embarcación de El Rama rumbo a Bluefields. LA PRENSA/ARCHIVO/A.LEÓN.

Bocetos de los ramas

Los indios ramas habitan una de las pocas áreas aisladas y escasamente perturbadas que han quedado en la región centroamericana y se localizan en villas próximas al agua, sitios alrededor de lagunas, caños y ríos, circundados por selvas tropicales. A pesar de que los ramas han estado en contacto, desde hace mucho tiempo, con gentes y pueblos vecinos, han logrado conservar su propia identidad cultural.

Por Bernard y Judi Nietschumann

Los indios ramas habitan una de las pocas áreas aisladas y escasamente perturbadas que han quedado en la región centroamericana y se localizan en villas próximas al agua, sitios alrededor de lagunas, caños y ríos, circundados por selvas tropicales. A pesar de que los ramas han estado en contacto, desde hace mucho tiempo, con gentes y pueblos vecinos, han logrado conservar su propia identidad cultural.

La naturaleza especial de sus contactos culturales, así como lo confinado de sus localidades, han sido los factores que les han permitido subsistir. El área habitada por ellos es la más húmeda en Mesoamérica, con un promedio anual entre 4,000 a 5,000 milímetros de precipitación pluvial. Se trata de una planicie costera ocupada por una pluvioselva tropical multiestratificada, con parches de pantanos de palmas (palm swamps).

Los caños, ríos y lagunas se presentan numerosos y sirven de rutas acuáticas a través de la selva. Los ramas han sido escasamente estudiados por los investigadores debido en parte a su aislamiento y poca población. Conzemius (1929; 1930) nos ha proporcionado el más detallado estudio sobre los ramas.

Habitante de El Rama. 
LA PRENSA/CORTESÍA/A.RIVAS.

Comentarios adicionales se encuentran dispersos en los libros de Lehmann (1920), Mueller (1932), Pim y Seemann (1869), Roberts (1827) y Wickham (1872). Escritos adicionales de Conzemius (1938), Harrower (1925), Schults (1926) y Nietschmann, entre otros, ofrecen informes complementarios. La primera novela norteamericana escrita por Williams (1969) en época imprecisa, entre 1745 y 1775, se basa en la experiencia de su autor, quien naufragó entre los ramas, en la parte sur de la Costa del Caribe de Nicaragua.

EN CUANTO A SU HISTORIA

Los ramas constituyen un pueblo circuncaribe, cuyos moldes culturales proceden de las bajuras tropicales de Suramérica principalmente. Su lengua forma parte de la familia lingüística chibcha y está bastante emparentada con los dialectos indígenas hablados al este de Costa Rica, Panamá, Colombia y Ecuador (Conzemius, 1938: 1935). En la época del primer contacto con los europeos se encontraban muy esparcidos en un área que se extendía del río San Juan hacia el norte, a lo largo de la costa, principales ríos, hasta el río Escondido.

Los limitaban por el norte y el este los indios sumos de las razas ulwa y kukra y por el sur las tribus suerre y talamanca (Johnson, 1940). Los ramas sufrieron las incursiones esclavistas de los miskitos durante los siglos XVIII y XIX, quienes los vendían a los ingleses para sus transporte a Jamaica y a otros puntos (Nietschmann, n. D). Las epidemias, en especial el cólera y el paludismo los diezmaron además. Las frecuentes travesías por el río San Juan de viajeros, colonos y buscadores de oro, de los años 1850, rumbo a California, más los continuos roces con tribus adyacentes, también provocaron alteraciones en la población rama.

En las primeras décadas del siglo XIX tenían que pagar un tributo anual al rey mosco, consistente en conchas de carey, canoas, hamacas y telas de algodón. Según Conzemius, los miskitos dieron a los ramas un islote en el extremo sur de la Laguna de Bluefields, como una recompensa por sus servicios durante un conflicto al sur con los indios térraba.

En esa época existían diferencias internas entre los ramas y una porción (alrededor de 200, según Schults, 1926), se trasladó del río Punta Gorda hacia el islote, que pronto comenzó a llamarse “Rama Cay”. La población de esta isla fue tratada casi como esclava por los miskitos, quienes acostumbraban visitar la isla cada mayo, de paso a las áreas de tortugas, situadas más al sur.

Al finalizar el siglo XIX los miskitos habían cesado su dominio sobre los ramas. La estimación de la población rama en el pasado es probablemente poco confiable, debido a lo inaccesible de muchas de sus áreas, pero no podemos pasarlas inadvertidas.

 El río Escondido es una de las rutas de comercio de los ramas.
LA PRENSA/ARCHIVO/C.CORTEZ.

A principios del siglo XIX Roberts anotó que la entera población rama no sobrepasaba los 500 individuos. Bell la estimó entonces en 200. Wickhamm contó 164 individuos en Rama Cay en 1868. Conzemius cita varios estimados de población para Rama Cay, de 150 a 170 en 1857, 164 en 1868 y 220, contados por él mismo, en 1922, a los que tuvo que agregar 50 en Cane Creek, Wiring Cay y río Punta Gorda, que constituyen las cuatro principales localidades en el área rama.

Al poco tiempo el inglés se hablaba ampliamente y algunos observadores anotaron, a finales de la década de 1860, que “no existe duda de que la nueva generación no hablará más que aquella, ya que su propia lengua está cayendo rápidamente en desuso”.

En la actualidad apenas se cuentan cinco o seis individuos que pueden hablar rama en Rama Cay. Los ramas resistieron al principio los esfuerzos de los misioneros y se reportó la actitud de la mayoría de los de Rama Cay así: “¿Por qué debemos ir a la Iglesia a escucharlo (al misionero) si no provee ropa, carne ni ron? Dejemos que se vaya adonde procede; no le pedimos que viniera; no necesitamos de Iglesia. Queremos ser como somos”. Los indios rama no tardaron sin embargo en ser bautizados, cristianizados y adoctrinados.

Sus creencias religiosas fueron cambiadas, al igual que sus ceremonias matrimoniales, formas de vestir, lenguaje y abolición del infanticidio en las niñas. Sin embargo, como no hubo presión exterior sobre sus recursos o sobre su capacidad laboral, la mayoría de sus moldes vivenciales y medios de subsistencia casi no cambiaron.

La Prensa Literaria Rama

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