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Con clementina suárez en 1974. LA PRENSA/Cortesía

Diálogos con Roberto

¿ Hizo una tentativa de exilio con sus recientes viajes a Nicaragua y República Dominicana?

LA POLÍTICA Y NICARAGUA

¿Hizo una tentativa de exilio con sus recientes viajes a Nicaragua y República Dominicana?  

Fui a Nicaragua por consejo de varios amigos, en el sentido de que habría que salir de Honduras, me marché a Managua donde estuve en contacto con el presidente de la República, Manuel Zelaya, conversé con él, lo conocí un poco más; era una época difícil para volver a Tegucigalpa por los toques de queda, por los cercos militares en la frontera, registros y yo tenía miedo de regresar aquí, me quedé en Managua durante un mes, pero por problemas familiares me vi obligado a trasladarme a Honduras. Con la posibilidad de viajar a la República Dominicana todo se redujo a lecturas de poesía, fue un descanso para mí, me reuní con viejos amigos como Jorge Boccanera, el poeta argentino me propuso hacer un libro sobre la literatura hondureña, ya estoy trabajando en eso, todavía no tengo el título.

En 1967 en París. LA PRENSA/Cortesía

Como le decía, me pidieron un artículo para la prensa estadounidense, así que fui a conversar con el presidente Mel Zelaya en Nicaragua, ahí acuñamos el término de nazis-fascistas para la dictadura de Micheletti.   

Finalmente, para quitarnos el mal sabor de boca del golpe de Estado, ¿en qué país de Latinoamérica y del resto del mundo ha sentido una mayor identificación y comunicación?  

Mantengo correspondencia con poetas argentinos, como nuestro amigo Jorge Boccanera; con poetas costarricenses, nicaragüenses, en México tengo varios amigos escritores. Con la posibilidad del correo electrónico la rapidez es extraordinaria; tengo una fuerte relación con algunos escritores de España, aunque he notado que se han ido muriendo (risas); en Francia he publicado tres libros y pienso hacer una edición bilingüe —inglés/español— de todo mi trabajo que se llamaría El regreso del río. Y por supuesto Cuba, cuando se cumplieron los 50 años de la revolución, me llamaron

En 1969 en España.
LA PRENSA/Cortesía.

desde La Habana para pedirme autorización de reproducir mi libro: Un mundo para todos dividido (1971), algunos versos míos fueron pintados en las paredes, o en grandes cartones y hubo lecturas por toda la isla, todavía conservo mi primer libro que editó Casa de las Américas, para mi sorpresa fue un tiraje enorme —20,000 ejemplares—, es un libro que ha tenido muy buena receptividad.   

Entrevista (Fragmento) concedida a Mario Casasús, del diario El Clarín de Chile.   

LOS JÓVENES, UN POETA EN CENTROAMÉRICA

¿Qué sucede en la vida de un hombre que junta la preocupación de los problemas del mundo con su obra?

Eso comenzó antes de experimentar el fenómeno de la pobreza. Nací en un lugar pobre, viví todas las contradicciones relativas a la pobreza y las abordé literariamente, al grado de que algunas personas creen que yo solo he escrito poesía social, y no es así. Por lo demás, sé que la poesía sirve para todo, absolutamente todo cabe en la poesía; en ese sentido, es un obstáculo universal del arte y una posibilidad también de sufrimiento. A mí me ocurre que no escribir me causa sufrimiento, como me causa sufrimiento no oír música, porque para mí la música está ligada a mi conciencia, a mi manera de ser y de ver el mundo; no concibo yo un mundo sin arte, actualmente es la única entidad inalienable poseedora, a veces de un mensaje tremendo que

nadie puede deshacer.   

¿Observas que entre los poetas de las nuevas generaciones hay poco interés por conservar la    línea contestataria de la poesía latinoamericana de otras décadas?

Hay una especie de fuga de la realidad, no sé si esto se debió a la desaparición de la Unión Soviética, algunas desilusiones en Centroamérica traducidas en gobiernos de izquierda que desdichadamente fallaron en muchas cosas; en El Salvador la situación fue otra, hay un saldo de más de cien mil personas asesinadas, es decir, un saldo de sangre muy grande, un sacrificio muy duro, y ahí toman cuerpo y alma las traiciones, fracasos, frustraciones, esto ha tenido un resultado de escepticismo político en las nuevas generaciones, lo que es preocupante en grado extremo.   

Un mundo para todos dividido (Premio Casa de Las Américas 1971) se convirtió en un libro muy importante en su trayectoria, a tal grado que en Cuba la gente conoce tus poemas, ¿los recita de memoria?

Sí. Un mundo para todos dividido para mí representó un avance, una concreción estilística en la consecución de un lenguaje que me sirvió para decir lo que siento y pienso, en cuya elaboración aprendí el manejo del adjetivo, que es una de mis grandes preocupaciones; para mí los poemarios Los pobres y Un mundo para todos dividido c o n s t i t u yen  un ejercicio de plasmación de cierto dominio de lo que yo quiero hacer con el lenguaje.    

Entrevista (fragmento) de Leticia Luna, mayo 2008, La Prensa Literaria.

La Prensa Literaria

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