Por Carlos Tünnermann Bernheim
I
Cuando el dinosaurio se despertó
le reclamó a Monterroso los derechos de autor.
II
Cuando el dinosaurio se despertó
de un bocado se tragó a Monterroso.
III
Cuando Monterroso se despertó
el dinosaurio ya no estaba ahí.
Managua, mayo de 2011.
Destino y esperanza de la tierra
I
Autoproclamados señores de tu entorno
millones de hombres y mujeres
día a día se afanan en construir
una civilización depredadora
de tus limitados recursos.
Primitivos egoísmos
mueven la rueda del progreso.
Avanzadas tecnologías
Irrespetan el delicado equilibrio
de tus ecosistemas.
Ausente la solidaridad con el futuro,
insaciable consumismo,
enraizado en el presente,
asalta y degrada tus recursos
dejando sin patrimonio
a las generaciones que vendrán.
La riqueza de unos pocos
se levanta sobre la miseria de los muchos.
Hombre a hombre, pueblo a pueblo
unos se hartan y desperdician
(su basura intoxica el ambiente de todos)
mientras otros padecen hambre y pobreza.
¡Así es de injusto
el Desorden Económico Internacional!…
Por desmedida codicia empuñada
el hacha irresponsable,
destruye tus reservas forestales.
¡Tus bellos bosques tropicales,
pulmón y reserva de la humanidad,
retroceden indefensos!
Avanzan zonas desérticas:
roca dura, primitiva y estéril,
aflora en antiguos mantos de humus.
Caminan veloces los desiertos
y lanzan hacia delante
sus áridos tentáculos
que aprisionan tus tierras vegetales
y erosionan la capa fértil
de tus valles y llanuras.
Se empobrece tu atmósfera:
cielos de azul indescriptible
se impregnan de sucio smog.
¡Ya casi no vale la pena
alzar la mirada en tus ciudades
pues no hay más regiones transparentes que admirar!…
Tus océanos y mares,
(¡El Contemplado, el constante Contemplado!)
ven sus verdes aguas tranquilas
invadidas de ruin petróleo.
Envilecida tu atmósfera,
contaminadas tus aguas,
la sórdida ambición humana
golpea tu escudo protector de ozono.
Surgen por doquier las chimeneas
de las industrias de la muerte.
El átomo vencido
rumia su venganza.
Como hormigas robotizadas
almacenamos en fúnebres bóvedas
terribles, espantables armas
—potentes artefactos nucleares—
capaces de interrumpir
tu danza infinita.
¡Polvo flotante en el espacio
es el destino que te aguarda
si el Hombre, ingrato huésped,
de la más bella nave espacial,
no hace honor a su conciencia!…
II
Tu destino,
es un destino de paz
de solidaridad y amor.
Una sola y gran familia humana
poseerá la Tierra de nuestros mayores:
y la heredará, henchida de recursos,
a las generaciones venideras.
Restañadas tus heridas,
restablecidos tus delicados equilibrios.
¡Oh Tierra, nuestro único recurso!
¡Madre pródiga y generosa! ¡Patria Universal!,
continuarás tu danza infinita,
tomada por el Sol de la cintura,
en un océano de fósforos celestes,
dejando en el inmenso espacio
una estela de cantos infantiles
en las dulces voces
de un enjambre de niños felices!…