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Mariano Marín, cineasta y director de teatro, dice estar a favor de un cine que nos muestre la cotidianidad. LA PRENSA/O. Navarrete.

Mariano Marín: un cine de la realidad

Mariano Marín luce despeinado con cintillo en la cabeza, se hace acompañar por dos jóvenes como él, cerca de una ribera. Son los años ochenta, es septiembre y él carga un fusil, su compañero una cámara Arriflex de campo, posa para el fotógrafo como si el tiempo se detuviera, es 1985, "son los recuerdos de guerra", los años maravillosos del cine nicaragüense donde él produjo, realizó y filmó parte de la historia del país.

Por Martha Leonor González

Mariano Marín luce despeinado con cintillo en la cabeza, se hace acompañar por dos jóvenes como él, cerca de una ribera. Son los años ochenta, es septiembre y él carga un fusil, su compañero una cámara Arriflex de campo, posa para el fotógrafo como si el tiempo se detuviera, es 1985, “son los recuerdos de guerra”, los años maravillosos del cine nicaragüense donde él produjo, realizó y filmó parte de la historia del país.

Años atrás Marín tiene el sueño de ser médico, he ingresa a la Facultad de medicina en la UNAN de León donde estudia por tres años, 1967-1969. En León junto a Alejandro Bravo (el negro Bravo) colabora en la Revista Taller y en Cuadernos Universitarios, he inicia así una activa presencia en dichas publicaciones. Época en la que es guiado por uno de sus maestros, el director de teatro Alberto Ycaza con quien escenificó muchas obras, algunas de autores clásicos, es acompañado de algunos amigos de generación como “la gata” Munguía, Rogelio Ramírez, Tony Ibarra, Alan Bolt y participa en algunas obras con el Grupo Gradas de Managua.

Pero la relación con el teatro y el cine le viene primero desde la infancia, en la casa de su tío, hermano de su madre, el folclorista Francisco Pérez Estrada, donde a la casa granadina asistían, los escritores, Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Carlos Martínez Rivas y se discutía por largas horas sobre arte, poesía y el mundo de los autores nicaragüense que se había convertido en el suyo. “Era muy chavalito, y muchas veces me miraban raro pues yo siempre estaba de metido, opinando diciendo cosas, recuerdo que Martínez Rivas era muy propio en sus ideas, poeta al que admiro profundamente después de Cortés y Darío, creo que es el más grande”.

La depresión económica de su familia lo obligó a viajar de Managua a León en 1970, “fueron años difíciles, mis padres apostaron a la siembra de ajonjolí y todo salió mal, hubo perdidas, este cultivo era muy caro”. Fue así como abandonó la carrera de medicina, meses más tarde, ingresaría a la Facultad de Ciencias Jurídicas y sociales de la UCA, posterior lo abrigaría la Facultad de Ciencias de la Educación con mención en idiomas de la UNAN de 1973 a 1979 y así obtuvo una educación completa en el idioma francés e historia.

Llegaron los años de la insurrección popular en 1979, la caída de la dictadura de los Somoza, etapa en la que se integró a algunas actividades de la Revolución nicaragüense. Para él esa etapa lo obligaría a replantearse un nuevo sueño, aplica a una beca y viaja a Université de París X en Francia a estudiar una especialización en Historia y Didáctica Cinematográfica Aplicada en la cátedra Jean Rouch por tres años. Entrando así al género del Cinéma en Direct, propio de Rouch.

Más tarde continuado su afición al cine, a mitad de los años ochenta, participaría en los Talleres de Guión y Realización con Gabriel García Márquez, en la Escuela Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, San Antonio de los Baños. Cuba.
No solo Granada lo marcaría en la formación de su educación, primero sus padres Adela Pérez Estrada y Mariano de Jesús Marín, su tío Francisco Pérez Estrada y en Francia sus maestros en el cine, como Jean Rouch.

¿Cómo le influyó en la realización de sus documentales, el neorrealismo y sus maestros?

Hay un estrecho camino en el que te identificas, es ficción pero nunca sin apartarme de la realidad, de cómo vive la gente, como actúan, sin olvidarse de quienes son ellos. La profundidad de Rosellini, Cavalcanti, Scola, como Visconti y de Jean Renoir me ayudaron a madurar un trabajo y concebir una ficción pero en la realidad. A esa escuela, también del documentalismo de Joris Ivens, Santiago Álvarez, Fernando Birri especialmente les debo mi adicción al cine.

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Mis estudios en Francia me permitieron conocer a grandes directores y actores reconocidos, maestros que me enseñaron a formar un estilo que es el Cinéma Verité, el Cine Directo que mencionaba con Jean Rouch, uno de los pilares del documentalismo. Mientras aquí en los 80 se hacía un estilo de cine reportaje-noticia, sobre la revolución nicaragüense, yo proponía un estilo más documentalista mas abierto y mono temático. Mi propuesta ha sido un cine donde se vea lo cotidiano y la realidad en la que viven las personas, que muestre el ambiente, todo como es en la realidad.

Luego de conocer a los maestros que lo influenciarían toda la vida, Mariano regresa definitivamente en 1983 y se encarga de la dirección de un programa en Súper 8 que nunca funcionó y se queda como director de cortometrajes de cine del Instituto de cine Nicaragüense, etapa en la que produjo uno 30 filmes.

¿Los años 80 cómo los valora en la producción del cine en Nicaragua?

Creo que es la época más brillante del cine nicaragüense, es cuando más se produjo y tuvimos la oportunidad de hacer producciones de gran nivel de alta categoría con buenos equipos y con un gran apoyo internacional, porque Patty Bu te puede contar que a mi casa llegaban actores de Hollywood como que eran amigos de toda la vida, es decir, nos estaban apoyando al cine nicaragüense un montón de gente que no era comunista, ni sandinista, sino de Hollywood, partamos de ahí, entonces por qué era, bueno ellos veían una efervescencia por la creación, en este país, que era capaz de explotar en una gran producción de arte que no pudimos lograr terminar porque desgraciadamente al perder las elecciones de 1989 el sandinismo se perdió esa conexión y la opción del apoyo para nosotros. Luego vino la aniquilación de Incine, decían que no servía, que era un nido de comunistas y anarquistas, y se fueron a la calle 800 personas a las que no les dieron sus prestaciones, en el caso mío particularmente desapareció mi seguro social. En Incine éramos todos una gran familia, hasta el que trabajaba en la limpieza, el que vendía palomitas de maíz, los camarógrafos, los sonidistas, la persona que controlaba el proyector de las películas, hasta el que manejaba el cine móvil que era un carrito que proyectaba películas de Chaplin en todo el país. Se cortó de un solo tajo un arte desarrollado. Los años 80 aparte de cualquier cosa dio la oportunidad a los artistas  y  autores de cine nicaragüense de poder crear, realizar, producir y distribuir en el mundo y ganar premios internacionales en el mundo, como nunca Nicaragua lo había tenido, ni lo tiene actualmente. La presencia cinematográfica que tuvo Nicaragua en aquellos tiempos fue impresionante.   

¿En retrospectiva que reflexiones tiene de su paso como director y productor en Incine?  

Para mí fue un poco difícil porque yo tenía que luchar con muchos esquemas que ellos tenían, y yo que traía otros, que era un esquema europeo de autor, una cosa es el cine de autor y otra el cine dirigido; sin embargo, logré una cohesión y fundir que me permitiera la dirección del instituto los temas que yo quería realizar por ejemplo, el de un policía que es un policía nuevo recién graduado que sale a la calle que fue la primera ficción que se hizo aquí. Y era cine que no tenía que ver con ninguna tendencia política ni de un lado ni de otro, y era la historia de un policía que agarraba a un ladrón y ya está. Era más bien un homenaje a los jóvenes que eran policías y que se acababan de graduar de la primera promoción de la academia.   

Después de su paso por Incine Marín experimenta la docencia, y continúa en la dirección y producción de documentales en el Ministerio de Reforma Agraria, como guionista, productor de la revista Geo Magazine sobre la cuenca del Lago de Nicaragua y arduamente en el teatro y como escenógrafo en la obra: Y a que vienen y otros filmes como Mi música, video-clips como Oye pinolera, El son de la palomita, documentales institucionales como Arts for the Agyns,   
El cine y su arduo trabajo como director y productor de cine le otorgó varios reconocimientos, entre ellos el premio al mejor film cortometraje Tempere en Finlandia en 1984, el Güegüense de oro 1995 y en el 2008 la orden independencia cultural en oro Rubén Darío entre otros,  en el 2009, una placa conmemorativa por su Aporte al Cine Nicaragüense de parte de la Cinemateca Nacional. Y un último diploma de Honor al Mérito de parte del Instituto de Cultura  

EL CINE Y LA REALIDAD  

¿Cómo visiona hacer cine bajo la tendencia del neorrealismo y el documentalismo?  

Lo que mas aprendí con el neorrealismo es la forma de trabajar con actores verdaderos, en el neorrealimo, esta entrevista que tenemos ahora es una película. El aprendizaje es que vos entregás a los actores en un corto tiempo, donde ellos van a expresarse como ellos mismos, porque vos tenés una forma de hablar, yo tengo otra, yo como director no te voy a poner a hablar como un acento español como en la película Sandino, no te voy a decir: “Hostias hay que ir a por las armas, dije a por las armas joder” , eso no es nicaragüense, eso es lo último que podría decir un nicaragüense, nunca, será de cualquier parte menos de aquí, en el neorrealismo se expresa con la forma y naturalidad de su lenguaje cotidiano.   

Escenas de los años 80  en algunas de las filmaciones que realizó, cataloga esta época como los años dorados del cine en Nicaragua.  LA PRENSA/Cortesía.

¿Es un defensor de las expresiones populares?  

Más bien es una defensa de nuestra realidad, si nosotros no la defendemos quién lo hará. Tenemos que defender esas expresiones de nosotros estamos traicionando a una cultura que viene de siglos donde el nicaragüense sea comportado así siempre. Por qué nos dicen mucos los hondureños, porque nos comemos la letra “S” de la pronunciación sin embargo los tiquillos hablan como bogotanos. Trato de defender esto en el sentido de que pongamos ante el mundo una imagen verdadera de lo que somos y cómo somos, por ejemplo yo no te trato de tú porque no tenemos esa costumbre y hablamos con el vos, sin embargo vamos a San Pedro Sula y la gente te habla con una distancia de usted, y establecen distancia siendo incluso familia y entonces yo les digo: “Hermanito no me hables así que no me gusta y no es verdad lo que sentís, hablando de esa manera”.   

¿Cómo ha combinado el cine con el teatro ya que en ambos géneros ha incursionado?  

El teatro que yo hago nació en la UNAN con Alberto Ycaza. Luego en la revolución fundamos la Escuela Nacional de Teatro adscrita al Ministerio de Cultura y originalmente dentro de los predios de la Hacienda El Retiro. Yo dirigí unas obras y he estudiado el teatro brechtiano, ese estilo con el método de Brecht con Pepe Prego logramos hacer una unión que nos permitió hacer una especie de combinación de trabajo.   

¿Tiene en preparación una película como avanza?  

Si es un filme en homenaje al bicentenario de la independencia de América Latina Amor en Tagüizapa, se desarrolla en la Comarca de Tagüizapa, Altagracia, Isla de Ometepe. Departamento de Rivas. Nicaragua.   

 Mariano Marín  además de hacer cine, escribe guiones y pronto publicará su primera novela Historia de la infamia de Granada.
LA PRENSA/O.Navarrete.

Es el drama amoroso de Juana y Diego. Un amor aparentemente imposible por diferencias de clase en el contexto de la vida campesina nicaragüense. Después de un intenso y lacónico amor, Juana vive la ausencia de Diego, quien emigró a Costa Rica abandonando sus responsabilidades en la finca de su padre y frustrando el amor de Juana. El nudo de la historia ocurre en medio de las celebraciones de la Independencia Nacional mezclado con la Fiesta Patronal en Tagüizapa, Altagracia, Isla de Ometepe.   

Diego regresa meses después con intenciones de quedarse y es reprendido por su padre y aceptado al fin por Juana, quien le confiesa estar embarazada. El drama amoroso de estos jóvenes refleja las distintas visiones de futuro y las maneras de auto-superación que la juventud latino americana construye en medio de contradicciones históricas. Juana y Diego comprenderán que su amor necesita de la reconciliación sincera y del compromiso incondicional para construir juntos la sociedad que sus hijos necesitan.

¿Prepara una novela?

Sí, Historias de la infamia de Granada, una especie de narración novelada, historias que nadie quiere acordarse, por absurdas, locas, y vergonzosas que pasan en esta mi ciudad.

La Prensa Literaria

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