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LA PRENSA/Agencia

La atmósfera fantástica

Cuando leemos los cuentos de Rosa Cassidy Tünnermann nos parece incompatible pensar que son escritos por una profesional que se dedica a la ingeniería energética. ¿De dónde esa verborrea y visión fantástica que constituye esas desbordantes atmósferas en que bullen y palpitan sus personajes? Por muy ingeniera que sea, encontramos esa veta artística y vena estética en su familia.

Por Isidro Rodríguez Silva

Cuando leemos los cuentos de Rosa Cassidy Tünnermann nos parece incompatible pensar que son escritos por una profesional que se dedica a la ingeniería energética. ¿De dónde esa verborrea y visión fantástica que constituye esas desbordantes atmósferas en que bullen y palpitan sus personajes? Por muy ingeniera que sea, encontramos esa veta artística y vena estética en su familia. Su abuelo, Carlos Tünnermann López, pianista y compositor importante del pentagrama nicaragüense. Más cercanos están sus padres, Carlos Tünnermann, teórico de vital importancia en la educación superior en América Latina, pero además poeta de una poesía conyugal y amatoria. Su madre, Rosa Carlota de Tünnermann, una excelente pintora, cuya acuarela “Paisaje”, de textura impresionista o de tintes impresionistas, cuyos matices y tonos suaves ilustran la portada y contraportada del libro.

Los catorce cuentos que constituyen la segunda parte de su libro Mi vida en poemas y cuentos de Rosa Cassidy Tünnermann mantienen diferentes caminos y actitudes discursivas como estrategias narrativas. Que permiten una relación sincrética entre realidad y ficción; entre como es la vida y como esta se nos presenta, en otras vidas, de personajes; que desde su mundo narrativo nos muestran la ficción o la mimesis de que nos habla Aristóteles en su Poética. Es decir, ese proceso, ese don poético, ese poder del escritor de reelaboración de la vida ficcional que impacta en la conciencia estética y crítica del lector.

En todos los cuentos de Rosa Cassidy Tünnermann existen estrategias narrativas entre el narrador, lo narrado y el destinatario. Una de ellas es la voz narrativa como una categoría de instancia en el relato, en la que traza un juego verbal en la forma de contar la trama y atmósfera de los cuentos. El lenguaje, por ende el estilo, viene del cuento popular, tradicional y oral. De este recoge la intriga verbal y fantástica; donde lo contado es asumido y realizado como una verdad que va más allá de la realidad misma y de la ficción del relato; es decir, verdad y ficción pierden sus límites, porque la realidad se vuelve ficción y la ficción realidad. Esta es una característica de los cuentos de camino y de aparecidos.

La autora utiliza esta estrategia como voz narrativa para mantener el interés del destinatario y darle validez real al relato. En El patio del convento la voz es visual, es a través de sus ojos que entramos al convento: “Y hasta hoy, unos ojos, unos ojos que no eran ni de loro ni de guacamaya ni de franciscano se paseaban sobre todo aquello”. Es a través de estos ojos que nos llega la mirada fotográfica de la ciudad de León, la antigua, la del convento de los franciscanos, y la actual, donde: “Frente a frente están lo confesionarios, mudos testigos de crímenes, violaciones, robos, fechorías y de la benevolencia”.

La Prensa Literaria

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