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LA PRENSA/ AGENCIA

La ardilla Pepe

La ardilla Pepe es grande y mimada, porque la sacan a pasear, la ponen en la puerta con su cordón y va y viene, y luego la ponen en su casa jaula donde le dan fruta, agua, café… tenía piscina, baño, bufet, cama acolchonada; periódicos y trapos para cubrirse y hasta almohada y…, quería su particular aire acondicionado, el bandido. Andaba molesto. De pronto se le ocurrió salir de ahí al ver pasar volar a un burlesco zanate.

Verónica Rodríguez

La ardilla Pepe

La ardilla Pepe es grande y mimada, porque la sacan a pasear, la ponen en la puerta con su cordón y va y viene, y luego la ponen en su casa jaula donde le dan fruta, agua, café… tenía piscina, baño, bufet, cama acolchonada; periódicos y trapos para cubrirse y hasta almohada y…, quería su particular aire acondicionado, el bandido. Andaba molesto. De pronto se le ocurrió salir de ahí al ver pasar volar a un burlesco zanate.

Aprovechando que la ama le daba su frutita y se le olvidó cerrar la puerta, Pepe ahí nomás se fue y apenas subió el árbol y le llovieron pedradas de los niños vagabundos. Se capeó y a medio palo de mango empezó a intentar comer pero eran flores y le supieron amargas. Vino el frío y escuchaba ruidos, mauuu mau y tembló y eso hizo que el gato interrumpiera su siesta y subiera a querer comérselo.

Carreras en los tejados de zinc y brincó del susto, y voló como una ardilla voladora y al caer al techo del vecino, le tiraron agua sucia. Pepe, siguió helado y al fin vio la puerta de madera donde vivían sus antiguos familiares. Llegó con frío, desvelado y hambriento, pero la puerta ya estaba sellada. Sí: llegó tarde.

No abandones donde te sientas cómodo y valora lo que tienes, antes que perderlo todo por ir a buscar una simple aventura.

Impávido

Estaba el Tucán feliz por su jugosa frutita y las Urracas dale y dale con el chisme y la envidia para aquél. No lo bajaban de intruso, oportunista, pendenciero y egoísta. “Si está podrida”, dijeron como remate al notar que no sería el refrigerio compartido: todas vieron cómo el elegante Tucán picoteaba el mango, y lo sorbía sintiéndola como agua. Su propio esfuerzos tenía su recompensa. Sin prisas comenzó a picotearla. Cuando terminó de comer, bostezó y se fue a otro lado. Las copetudas quedaron en silencio. Quien hace caso de los escandalosos, no se queje si de rebote le toca a uno mismo.

Talentos

Naranja agria le apodaban y siempre despotricaba en contra de los triunfos y las de sus dos hermanos, con oficios diferentes. ¿Por qué a él nunca le pasaba lo mismo? Si era igual que talentoso, en su área.- Ahhh uno triunfa por sus estudios, pero también por sus buenas relaciones públicas, comentó la Papaya.

La Prensa Literaria

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