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LA PRENSA/ AGENCIA

Oído a Cam hijo de Noé

Yahvé nos echó del paraíso, nos arrebató la inocencia y nos abandono en un mundo de errores, solos dentro de nuestra soledad, con nuestros primeros salvajes pensamientos.

Por Francisco De Asís Fernández

Yahvé nos echó del paraíso, nos arrebató la inocencia

y nos abandono en un mundo de errores, solos dentro de nuestra soledad,

con nuestros primeros salvajes pensamientos.

Fue como volver a nacer sin la lucidez del paraíso

como una rosa perfumada en medio de la maraña incomprensible.

Arrancábamos el pétalo de un lirio y hacíamos titilar una estrella.

Así conocimos el dolor y el miedo.

Yahvé con el diluvio nos quitó todo.

Yahvé me condenó, con toda mi descendencia,

a ser esclavo de todos mis hermanos y de toda su descendencia,

Yahvé puso el arcoiris en el cielo para Sem, Jafet y para toda su descendencia.

No lo puso para mí y para mi descendencia.

Yahvé me castigó por irrespetar a mi padre, está bien,

pero a mis hijos y a los hijos de mis hijos que no habían nacido todavía?

Los colores de la naturaleza que el diluvio desapareció en la tierra

Yahvé los hizo aparecer en el cielo como símbolo de su alianza con mis hermanos.

A los esclavos nos tocó la vida sin color.

Yahvé creó el castigo y después creó a mis hijos y a sus hijos para que pagaran.

Toda mi descendencia nacerá con resentimiento,

tramando la fuga y la venganza.

Hágase Señor tu Voluntad así en la Tierra como en el Cielo.

La Prensa Literaria

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