Por Arnulfo Agüero
“Verlos bailar fue mágico, ver su zapateado, su saludo, su elegancia, me marcó”, expresa, aún conmovida al recordar este episodio, Blanca Guardado, bailarina y directora del grupo de danza folclórica Tepenáhualt.
Este recuerdo emerge de su memoria como si fuera ahora, pero en ese entonces era una niña que estudiaba la primaria en el colegio Chepita Toledo de Aguerri, asombrada al ver a una pareja que bailaba al son de la marimba.
Esta pareja era dirigida por Chonita Gutiérrez. “Me dejó impresionada”, recuerda. Esto le bastó para iniciarse en el arte de la danza, no había una actividad cultural de la escuela donde no estuviera presente.
LAS MÁSCARAS, LAS HÚNGARAS
Día de la madre, del árbol o de la celebración de las fiestas patrias, ahí estaba, bailaba al son de las marimbas y como se dice popularmente “a la brava y de puro oído.”
Otros de esos grandes momentos fue cuando vio bailar la danza húngara, hombres con el rostro tapados que llevaban máscaras. Eran los días de la Managua preterremoto, sus hermanos y las gentes se arremolinaban a ver este baile que se exhibía en las calles.
De esta experiencia le siguen llamando la atención el uso de máscaras, tradición que se ha perdido en los danzantes contemporáneos. Las máscaras le daban miedo, pero a la misma vez le atraían por su misterio y expresiones acompañadas por abanicos.
Blanca Guardado de esta manera ha puesto en escena una mezcla de teatro y danza como el baile de los Diablitos de Managua, este fue presentado hace unos diez años en el Teatro Nacional Rubén Darío, recuerda.
LAS PRIMERAS CLASES
Guardado ha consagrado su vida a la danza y tuvo sus inicios más formales cuando recibe las primeras clases de Juan Doña, que le enseñó el paso sencillo, época en la que estudiaba en el Instituto Nacional Ramírez Goyena.
Continuó su formación escolar en la Normal Central de Managua, ahí conoció al profesor René Chavarría, de él aprendió el zapateado al estilo Masaya.
Salta a la universidad nacional y en la primera semana al entrar a una aula de la facultad de idiomas escuchó un son de marimbas, se encontraba ensayando el maestro Alejandro Cuadra con el grupo Folclórico de la UNAN-Managua, al que se integró.
Vino el terremoto y ella ingresa al grupo folclórico Macehuált dirigido por el maestro Alejandro Cuadra y así pasó diez años en la agrupación danzaria.
Otra de sus etapas, la más vital, surge en los años de la revolución, época que la marca profesionalmente y logra madurar la visión de integrar la danza de todo el país en una sola puesta en escena.
De sus maestros recuerda a la mexicana Evangelina Villalón, exesposa del escritor Lisandro Chávez Alfaro, el cubano Gerardo Lastra, la colombiana Patricia López y Jorge Eduardo Arellano, profesor de historia, entre otros.
Explica que su ingreso a la carrera de Artes y Letras, la ayudó profesionalmente a mejorar en su visión del mundo intelectual y cultural.
Además de combinar el estudio inicia su labor como docente de la danza e inicia impartiendo clases a un grupo de aficionados en una Casa de Cultura en Las Brisas, luego pasa al Instituto Manuel Olivares y al colegio Centroamérica, lugar donde laboró quince años, ahí fundó la revista Tejiendo amaneceres .
LAS MUJERES DEL CUÁ
Una de esas manifestaciones danzarias que la llevó al reto y al éxito fue la interpretación danzaria y teatral de Las mujeres del Cuá, dirigida por Alejandro Cuadra. Esta temática no era folclórica sino de compromiso testimonial de la danza contemporánea.
“Ni siquiera sabíamos que era danza contemporánea”, resalta Guardado. Alejandro Cuadra estaba atemorizado por el reto que significaba, estaban presentes partes de los comandantes de la revolución, revela.
También se encontraba entre el público la actriz Socorrito Bonilla, la que expresó: “jamás he visto algo parecido, es insuperable”.
El cantautor Carlos Mejía fue parte de ese público y ha manifestado en más de una vez su reconocimiento. Esta obra danzaria, fue llevada a Costa Rica, grabada para la televisora BBC de Londres y otros programas de televisión internacional para América Latina.
LA BAILARINA CON 42 AÑOS
Como bailarina profesional lleva 42 años ininterrumpidos. Expresa de su experiencia en la danza. “Para mí las mujeres somos guerrilleras, creadoras, emprendedoras, líderes. A mis bailarinas le digo no estén viendo novelas, tienen que ser luchadoras y con visión de progreso”.
En este sentir, afirma que se debe valorar la cultura nicaragüense y no perderla, sino promoverla. Así en recientes años trabajó con Eva Córdoba y Alberto Maravilla en la Dirección de Cultura de la Universidad Americana, promoviendo e investigando sobre la obra El Güegüense de como se baila tradicionalmente en las calles durante las fiestas patronales y como se presenta esta obra teatral para sala, las que fueron llevadas al Teatro Nacional Rubén Darío. El otro montaje que efectuó para la UAM fue Raíces, que recrea la obra del Popol Vuh.
En estos últimos años participó con su grupo en las comparsas que desfilaron en el carnaval, organizado por Emperatriz Urroz, logrando ganar cuatro años. “Esta es una propuesta folclórica carnavalesca”, comenta.
Tepenáhualt Ballet folclórico de Nicaragua, liderado por Blanca Guardado se ha presentado en Moscú, Cuba, Costa Rica, Argentina, y otros países, pero fue en esta última ciudad y durante un festival internacional en los años ochenta que aprendió su directora que la danza desde México hasta Chile tenemos la misma raíz cultural del mestizaje.
LAS NUEVAS GENERACIONES
De sus cuatro hijos, solo Adriana Venancia le salió dedicada a la danza, este año ya forma parte del grupo Tepenáhualt, aunque desde los 11 años ha estado bailando.
“La danza folclórica ha sido mi pasión y la vida que me sostiene”, expresa. “Vamos otra vez a bailar, vamos todos a bailar para que seamos un referente nacional, como lo es el Tepenáhualt”. Sonríe, luego se levanta y me dice “estos son los primeros pasos… vamos a bailar”.
RECONOCIMIENTOS
Medalla de oro a la excelencia, dada por el Instituto Nicaragüense de Cultura; la de Ciudadana Notable, año 2000, entregada por el doctor Francisco Mayorga; y la Orden Independencia Cultural Rubén Darío, en el 2007.
Pero hay un reconocimiento que le llega al corazón venido de una señora durante una verbena en Granada.
Al final del espectáculo se le acercó la viejita y le dijo: “Dios la bendiga y siga cultivando a los jóvenes con ese don, maestra”.
Eso fue para ella extraordinario, era la primera vez que una mujer sencilla y del pueblo reconociera su “don artístico”.
En la actualidad es profesora de la Escuela Nacional de Danza, y tiene entre metas recopilar todo sus conocimientos y ponerlo en un libro guía a disposición de los alumnos y maestros de la danza.
SURGE EL TEPENÁHUALT
Funda en los años ochenta su propio grupo Tepenáhualt Ballet folclórico de Nicaragua, el que ahora cuenta con varias generaciones de bailarines y tres décadas de historia.
El nombre de este grupo fue puesto por los mismos integrantes, alumnos a los que les daba clases de danza en el Instituto Nacional de Comercio Manuel Olivares, es así que participan en el Primer Festival Nacional de Artistas Aficionados Leonel Rugama en 1981, llevándose el primer lugar.
Para entonces el Tepenáhualt bailaba sones de marimbas, el son de toros y los ritmos de El Güegüense, pero la experiencia dejada de este festival nacional le sirvió para hacer su espectáculo con un repertorio de expresiones de todo el país, siendo los primeros en hacerlo. Este formato nacional lo viene realizando desde hace 15 años.
Su inquietud de integrar todas las expresiones, recuerda, se da poco a poco. Así durante el Festival de la Canción Romántica de 1986, monta el tema La parranda de Centauros y después se sumaron otras.
Ver en la versión impresa las paginas: 8 ,6