Amalia Sirolli Alonzo
Entonces el crepúsculo
taciturno y cansado
nos alumbró el camino
que ya habíamos cruzado
Y llegamos al mundo
bastante adormitados
queriendo sonreír
donde habíamos llorado
Pero las cuentas tardías,
perdidas y olvidadas
tejieron sonrisas que ya
casi no existían.
Y el viejo reloj marcaba
las horas a su paso
hasta llegar al día
que a veces recordamos
Otras se derretían, fundidas
como abrazos,
y se perdían juntas
con muy poco trabajo
Y esos días pequeños
eternos y floridos
alimentan al sueño
de todo lo elegido
Y seguirán por siempre
desbordando sonrisas
a veces unas nuevas
a veces repetidas.
Ver en la versión impresa las paginas: 2