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Mercedes Andara

Se viste imponente, llena de color y amplitud. Al lado tiene sombreros, abanicos y castañuelas. Se recoge el cabello en moña y lo adorna con una rosa. Se maquilla y pronuncia los labios con un color rojo intenso. Se pone los zapatos y está lista para danzar.

ELBA CRISTINA PARRALES.

FOTOS: URIEL MOLINA

Se viste imponente, llena de color y amplitud. Al lado tiene sombreros, abanicos y castañuelas. Se recoge el cabello en moña y lo adorna con una rosa. Se maquilla y pronuncia los labios con un color rojo intenso. Se pone los zapatos y está lista para danzar.

A pesar de ser solo un ensayo, María Mercedes, de 56 años, honra el flamenco cada vez que practica con sus alumnas de la Compañía de Flamenco. Por eso se prepara como si se fuera a presentar ante la multitud. Y en efecto, hoy se presenta ante Nosotras.

El porte y la elegancia no solo se lo da la indumentaria, también es cuestión de personalidad y actitud. Basta con escuchar la música para hacer sonar sus pasos con coraje y entrega. Una vez que empieza no hay quien la detenga.

“Con el flamenco aprendí que la vida es efímera y como no sé cuánto tiempo voy a vivir, quiero disfrutar cada espacio que tanto el universo como mis posibilidades me permitan. Por eso, en cada ensayo le hago un homenaje a esta danza tan apasionante”, comparte.

María Mercedes afirma que el flamenco no es masivo, sino una danza exclusiva, porque quien decide aprender a bailar es porque siente verdadera pasión./ Ella no valora la efectividad de sus clases por la cantidad de sus alumnas, sino por la aceptación del público cada vez que realizan una presentación.

“Encontrar a la bailaora que hay dentro lleva tiempo porque es un proceso complejo”, afirma.

En sus clases generalmente hay silencio. Todas sus alumnas están atentas para aprender cada paso que enseña. Son tan intensas las clases que no quieren perderse de ningún detalle, mucho menos desean finalizar./ María Mercedes enseña flamenco en la Academia Nicaragüense de la Danza desde el año 2007. Cuenta que aun por las noches, si se le ocurre una nueva coreografía, se levanta, pone música, la practica y hasta entonces puede descansar tranquilamente.

“Haberle dado mi vida al tablado es satisfactorio. Que mis alumnos puedan capturarlo y volverlo suyo es lindo, es pasión. En la compañía de flamenco se destacan Maritza Flores, Frank Larios, Aura María Guerra y varios invitados”, comparte.

GITANA DEL ALMA

Entre los objetos que guarda con mucho cariño está una foto de su abuela que era gitana. Sus abuelos y parientes paternos eran españoles, y aunque nunca ha ido a España a compartir su pasión por el flamenco, afirma que lo lleva en la sangre y en el alma.

María Mercedes nació en la iglesia Santa Ana, de Chinandega. Creció entre rosarios, rezos, coro y santos. Tuvo una niñez solitaria y silenciosa que le permitió conocerse profundamente. Era una vida mística. Afirma que desde siempre ha sido una persona profunda y no superficial.

Desde pequeña le gustaba poner atención a los movimientos de las cosas, de los animales y de ella misma. Por eso siempre supo que quería ser bailarina.

Cuenta entre risas que nunca tuvo un cuerpo prototipo de bailarina, que al inicio cuando practicaba en la Academia de Adán Castillo daba una vuelta y se daba contra los espejos. Pese a que era la burla del salón siempre buscó la manera de verle el lado positivo y también se reía de la situación.

Ella ha bailado desde que tiene uso de razón. Bailó por muchos años danza árabe con Frank Larios y ya suman 18 años de bailar flamenco. Su nombre artístico es Gitana del Alma.

Nunca culminó la carrera como bailarina profesional, por ello ha recibido muchas críticas, pero no la amedrentan porque gracias a su dedicación, pasión y entrega al flamenco es hoy una consagrada bailadora.

Afirma que hay quienes piensan que a su edad ya no debería estar bailando. Ella simplemente ignora ese tipo de comentarios, ya que asegura que mientras tenga las capacidades físicas y mentales y mientras continúe sana, seguirá bailando y enseñando a las nuevas generaciones.

“Aprendí flamenco solamente con lo que me enseñaron mis maestros, en especial Heriberto Mercado. De ahí en adelante he sido autodidacta con respecto a los pasos. En esta disciplina, como en la mayoría, uno nunca termina de aprender”, confiesa.

AMAR LA VIDA

Quizá la primera vez que María Mercedes se aferró a la vida completamente haya sido cuando tuvo un accidente siendo aún una niña. Se golpeó la cabeza y sufrió de amnesia. “Fue como haber nacido nuevamente y me tocó aprender todo otra vez”, recuerda.

Ella asegura que el flamenco le ha enseñado muchos valores que los practica en su vida diaria, los cuales le permiten vivir plenamente como el hecho de haber disfrutado de un matrimonio de más de 30 años, que solo la muerte pudo separar.

“Mi esposo fue el único hombre que me amó y que yo amé. Me quiso tal y como soy. Lo cautivé con mi risa y él a mí con su inteligencia. Todos esos años que viví con él fueron tan maravillosos que aún sigo gozando en su ausencia. Nuestros tres hijos bellísimos son mi tesoro”.

María Mercedes actualmente está organizando junto con la Compañía de Flamenco un espectáculo que se realizará en honor a la poeta nicaragüense Claribel Alegría. “Siempre me ha gustado la poesía, sobre todo la de la vida, por eso tres de sus poemas serán musicalizados”, adelanta.

Todos los días se prepara con su atuendo de flamenco para ensayar y dejar toda su energía en las tablas. Esta bella bailaora deslumbrará a todo el público el próximo 1 de diciembre en el Crowne Plaza.

Nosotras

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