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Su próximo proyecto consiste en inaugurar la plaza María Luisa, la cual contará con cuatro pisos. Desde hace seis meses está en construcción y estima finalizar en unos seis meses más.

Marlene López

Con tan solo 23 años de edad emprendió su propio negocio. No le teme a los obstáculos ni a las dificultades de la vida. Su espíritu libre y emprendedor la ha caracterizado desde niña. Nunca se visualizó en una empresa como una trabajadora o asalariada más. Comenzó poco a poco, de la mano de sus dos hijos, quienes han sido su principal fuente de motivación e inspiración

Con tan solo 23 años de edad emprendió su propio negocio. No le teme a los obstáculos ni a las dificultades de la vida. Su espíritu libre y emprendedor la ha caracterizado desde niña. Nunca se visualizó en una empresa como una trabajadora o asalariada más. Comenzó poco a poco, de la mano de sus dos hijos, quienes han sido su principal fuente de motivación e inspiración

Fátima Arellano

Fotos de Uriel Molina

El primer recuerdo que le viene a la mente de su niñez es cuando se iba al salón de doña Tula Peñalba, en Chinandega, a que le arreglaran el cabello. Tenía solo 7 años y ya tomaba sus propias decisiones, así recibiera castigos, amonestaciones y prohibiciones. También se iba a la miscelánea del pueblo, pedía una soda y se la tomaba detrás de la puerta para evitar compartirla. Sus travesuras tan solo demostraban el potencial de carácter que estaba forjando.

Su infancia transcurrió entre el colegio Inmaculada de Diriamba y Chinandega. Cuando finalizó el colegio, se mudó a vivir a Managua porque, según ella, Chinandega ya le quedaba muy pequeño.

Marlene se define como una mujer emprendedora, de espíritu libre e independiente. Lo menos que le gusta es recibir órdenes, ni acepta imposiciones. Es consciente que su peor virtud es la paciencia, pero sabe que es necesaria, sobre todo en el mundo de los negocios.

A la edad de 20 años contrajo matrimonio y a los 23 ya era madre de dos niños. Se casó muy joven y de igual manera se divorció.

“Cuando me vi sola con mis dos hijos comprendí que era el momento justo de poner mi propio negocio. No contaba con mucho dinero pero sí con el deseo de superación”, recuerda Marlene López. 

Comenzó en Bello Horizonte con un pequeño restaurante. Se asoció con una amiga y lo inauguraron, El Señorial. La sociedad duró poco tiempo, pero Marlene continuó con el restaurante. La experiencia tan solo la motivó a arriesgarse sola, así implicara esforzarse y sacrificarse aún más. Posteriormente, alquiló el local La Costa Brava, ubicado donde ahora está Canal 2. Ahí estuvo por casi diez años, hasta que los propietarios le solicitaron desalojar para ampliar la construcción. 

También fue dueña del Cat Club, el cual le generó muchos ingresos, pero que decidió cerrar por seguridad y también porque le demandaba mucho tiempo, sobre todo en la noche. Paralelo a La Costa Brava, en 1989, Marlene se arriesgó a vender muebles metálicos.

“Lo inauguré con el nombre Ofimuebles. No exhibía gran cantidad, pero así comencé y como vi que sí era rentable, decidí dedicarme por completo a este negocio”. 

Marlene no es chef, ni sabía cocinar cuando decidió abrir un restaurante, tampoco sabía de muebles y menos cómo instalar una fábrica cuando nació Ofimuebles. “Solo sé que para abrir un negocio no se necesita tener millones. Yo estudié secretario ejecutivo, consciente que nunca me dedicaría a eso. Yo siempre me visualicé como empresaria y trabajé con mucha disciplina y constancia para lograrlo”. 

Marlene comenzó comprando y vendiendo los muebles. Tiempo después decidió diseñarlos y expandir el negocio con muebles de madera.

“No sabía cómo hacerlo. Busqué la asesoría de un señor que trabajaba con muebles de metal y luego la de un carpintero para que nos apoyara con el proyecto. Las máquinas las importamos de México. La misma demanda de parte de los clientes nos impulsó a elaborar muebles de madera y así nos fuimos expandiendo. Actualmente, elaboramos todo tipo de muebles, a como nos lo pidan y con un excelente acabado, que siempre nos ha caracterizado”. 

En el terreno donde está ubicado Ofimuebles, Marlene está construyendo una plaza de cuatro pisos, la cual llevará por nombre María Luisa, en honor a una muy preciada amiga que fue como una madre para ella. 

“Desde hace 10 años nació en mí la inquietud de construir la plaza, pero estaba enfrascada en otras cosas que me lo impedía. El terreno es más de una manzana y no deseaba desaprovecharlo. Llevamos seis meses construyendo y deseo inaugurar en unos seis meses más. La idea es alquilar por pisos”. 

MADRE Y PADRE

Marlene ha inculcado a sus dos hijos la importancia del trabajo y ante todo la independencia. Desde que se divorció, ella ha sido madre y padre de Dorwin, de 35 años, y de Ivo, de 32. Ellos estudiaron su carrera universitaria de noche, porque de día trabajaban de la mano con su mamá. 

“Mis hijos saben lo mucho que cuesta la vida. Ellos no son prepotentes ni soberbios, mucho menos despilfarradores. Yo les he inculcado valores que espero sean el pilar de sus vidas y la mejor herencia. Yo los motivo a que trabajen y a que emprendan nuevos proyectos”.

Así como Marlene ha sido el mejor ejemplo para sus hijos, también para muchas personas que están a su alrededor. El mejor mensaje que ella siempre transmite es que no se necesita gran cantidad de dinero para emprender un negocio. Basta el deseo y la perseverancia y saber que para triunfar también hay que vencer pruebas y superar tropiezos.

“La independencia es lo mejor en la vida y no solo la económica, sino también la emocional. La mujer tiene que aprender a trabajar y a esforzarse para conseguir lo que desea. Yo siempre he dicho que no hay nada como lo propio, porque uno trabaja con más empeño y deseo todos los días. El asalariado se conforma y se estanca y deja de ser productivo. Así tenga el mejor puesto y el mejor salario, cuando ya no eres productivo todo se acaba y al final te das cuenta que te has quedado sin nada y que en la vida no hiciste gran cosa. No hay que perder el tiempo. Lo mejor es trabajar en lo propio y comenzar lo más pronto posible”.

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