Dra. María Luz André
Médico-Nutricionista Clínico
La alimentación que llevamos los días previos a las cenas navideñas podría condicionar grandemente nuestra conducta alimentaria en el evento propiamente dicho. Debemos disfrutar de la celebración sin descuidar la salud ni sentirnos mal posteriormente.
Dejar de comer para darnos ese día la gran cena no es una actitud conveniente. El día de la celebración debemos comer como en un día habitual, sin saltarnos comidas y mucho menos ayunando o ingiriendo solo líquidos para después en la cena comer de todo y en grandes cantidades.
En los días previos a la Navidad, no es recomendable llevar una dieta estricta protagonizada por prohibiciones alimentarias o en la cual haya una severa restricción de calorías, pues en ambas situaciones favorecemos a que el metabolismo se ponga más lento, lo cual implica menor gasto calórico posterior. Además, nuestro sistema fisiológico se altera y nuestra apetencia por comer compulsivamente aumenta, provocando un desbalance que a veces acaba en tragedia en los días diana, con aumento de los infartos de miocardio, indigestiones …
La dieta de los días anteriores a la Navidad no debe ser alocada, ni una dieta milagrosa, ni mucho menos escasa en calorías de manera que pasemos hambre. Al contrario, debe ser una dieta sana y equilibrada. Podemos reducir un poco las calorías si intentamos perder peso, pero sin llegar a extremos.
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