ELBA CRISTINA PARRALES
El momento de amamantar es una de las mejores experiencias que puedes tener con tu bebé recién nacido. Comienza un vínculo aún más fuerte de amor y afecto entre madre e hijo. Un instante único, solo de los dos.
El dolor o malestar que podrías llegar a sentir por la leche que produces o por la succión será poco a poco opacado por la carita de saciedad y gozo que tendrá tu bebé mientras lo alimentas. Sumado a eso, amamantar trae consigo muchos beneficios para ambos. Por un lado, le proporcionas los nutrientes necesarios para su desarrollo y salud y, por el otro, te ayudará a bajar de peso.
El momento ideal para iniciar la lactancia es justamente cuando el recién nacido es puesto en tus brazos. Según los especialistas es una conducta que tendrá que aprenderse y luego practicar.
Pero para que la lactancia materna sea una buena experiencia, debes seguir ciertas recomendaciones de parte de los especialistas para que tengas la suficiente producción de leche y para que tus senos no sufran grandes consecuencias.
El ginecólogo y obstetra Edwin Mendieta sugiere a la futura madre preparar los pezones a partir del séptimo u octavo mes de embarazo para prevenir futuras heridas o mastitis (inflamación de la glándula mamaria) provocadas por la succión que hace el bebé.
La recomendación del especialista también es realizar todos los días varios ejercicios sencillos, como por ejemplo frotar suavemente los pezones con una toallita, tirar con suavidad cada pezón entre el pulgar y los demás dedos y masajear los senos con cremas hidratantes o antiestrías.
LECHE DE CALIDAD
La dietista del consultorio de nutrición Vida Saludable, Martha Justina González, explica que la producción de leche está relacionada con el estímulo que la mujer tenga, pero también de la estimulación de succión del bebé.
El vínculo que tengas con tu hijo mientras lo amamantas y el hecho que lo cargues en tus brazos, también se relaciona con una excelente producción de leche.
“La lactancia es un proceso psiconeurohormonal. Por eso, tiene que ver mucho el estado psicológico de la madre. Si la mujer está estresada, histérica, tiene problemas o muchas otras cosas que hacer, no tendrá la misma producción de leche que normalmente podría tener si estuviera relajada”, afirma González.
Asimismo, la especialista explica que en el proceso de la lactancia, hay hormonas que intervienen en la producción de leche y otras que intervienen en la salida de la misma.
Hay casos de mujeres que pueden tener suficiente producción, pero por otras razones no puede salir. Podría ser que se inhiben o que no quieren amamantar en público.
Amamantar es un proceso en el cual la madre debe tener apoyo de parte de su pareja para que haya un acoplamiento con el bebé, sin tener la prisa de hacer otras cosas. De lo contrario —afirma Mendieta— los pezones se pueden irritar y resulta muy doloroso. Es ahí donde la mayoría recurre al biberón.
“Últimamente, las madres han adoptado la cultura de dar leche artificial que natural, aún sabiendo que no es tan saludable para el bebé. Si se le da el biberón, ambos se perjudican: el bebé tiende a confundirse y la mamá, al no recibir estímulo, deja de producir leche. El bebé incluso chupa de manera distinta. Cuando es del seno materno recoge hacia atrás la lengua para retener el goteo que le viene del pecho, pero cuando se alimenta con la pacha, lo hace con la lengua y labios revertidos”, explica la dietista.
Para que la madre pueda producir leche es preciso que tenga una preparación psicológica previa, además a alguien que esté ayudándola con otras actividades y pueda amamantar en un ambiente tranquilo y relajado para ambos.
NUTRIENTES NECESARIOS
Para satisfacer tanto sus necesidades nutricionales como las del bebé durante el embarazo, es necesario comer suficientes cantidades de alimentos apropiados, pero ten presente que la calidad de los alimentos es más importante que la cantidad.
Entre los cambios principales que se dan con el embarazo, está el aumento de los senos y la formación de la placenta, un órgano que no está en el cuerpo. Además, el útero crece considerablemente.
Todo eso —explica la dietista González— hace aumentar las necesidades de calorías y proteínas.
“Toda mujer embarazada necesita una reserva de grasa, porque el costo energético del parto es muy alto y el del inicio de la lactancia también por los cambios que ocurren. La reserva de grasa puede andar entre ocho y diez libras de peso adicional al que la mujer tenía al inicio del embarazo. Si tiene sobrepeso, no será necesaria esa reserva”, aclara la especialista.
Las necesidades calóricas se incrementan después del tercer mes de gestación. Y si bien es cierto que la mujer debe alimentarse muy bien durante el embarazo, no debe comer por dos, al menos no por dos del mismo tamaño. Por tanto, para que la alimentación sea óptima debe ser suficiente de acuerdo con sus características individuales.
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