GERALDINA GONZÁLEZ C.
Los seres humanos invertimos gran parte de nuestra vida en la actividad superior, que es por excelencia de reparación: dormir.
Mientras dormimos, nuestro cuerpo y nuestra mente se encuentran relajados, nuestra voluntad y conocimiento se encuentran bajo inhibición y están parcialmente interrumpidas las funciones corporales.
Sin embargo, durante ese tiempo de reposo corporal nuestra mente recoge fragmentos de nuestras vivencias, uniéndolas entre sí para dar como resultado lo que comúnmente conocemos como sueños.
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra sueños como el “acto de representarse en la fantasía de alguien mientras duerme, sucesos o imágenes”.
Según el doctor Nelson García Lanzas, psiquiatra de Clinicentro, los sueños “son trazos mnésicos combinados entre situaciones vividas, reconstruidas o estructuradas que corresponden a un estado fisiológico del sistema nervioso central”. La función mnésica no es más que la capacidad que tenemos todos para hacer actual algo que ha acontecido en el pasado.
CLASIFICACIÓN DE LOS SUEÑOS
Dependiendo de las memorias que afloren mientras dormimos, podemos tener pesadillas ansiogénicas (ansiedad), angustiantes, depresivas, hasta los sueños más relajantes. García explica que mediante los sueños se puede reflejar el estado emocional de la persona.
De acuerdo con Marisol Vanegas, psicóloga y terapeuta familiar, a través de los sueños nuestro inconsciente aflora situaciones que tenemos reprimidas.
El doctor García agrega que el inconsciente utiliza esta vía, porque al no haber consciente, entonces tampoco hay restricciones, no hay límites. El inconsciente ocupa los sueños para canalizar situaciones especiales propias, o conflictos internos.
“A través de los sueños también tenemos situaciones especiales cuando estos son repetitivos y casi en la misma forma. Eso también da orientación a quienes trabajamos salud mental, para ayudarnos un poco a conocer cómo se representa el estado mental de esta persona”, explica el psiquiatra.
CICLO FISIOLÓGICO
Todo el proceso del sueño, incluso las primeras manifestaciones como los bostezos, cuando ya nos preparamos para dormir, son parte de un ciclo fisiológico.
El especialista explica que en la primera etapa, cuando andamos bostezando, disminuye la adrenalina, la noradrenalina, entre otras sustancias que son las encargadas de la activación. Luego empezamos a dormir, y es cuando trabajan otras sustancias, como por ejemplo: la melatonina, que regula el ciclo sueño-vigilia. Cuando ya estamos durmiendo comienzan a bajar las funciones vitales, frecuencia cardiaca, respiración, circulación sanguínea y palpitaciones, para entrar en un estado de relajación.
Durante la etapa más profunda del sueño, la frecuencia cardiaca y los signos vitales pasan al nivel mínimo permisivo y la relajación es casi total. No es adecuado pasar mucho tiempo en ese estado, por lo que el cuerpo reconoce estos signos disminuidos solo por un tiempo y luego los vuelve a activar, es ahí cuando nos damos vuelta o nos despertamos.
“Es un ciclo fisiológico normal que lo necesitamos para reponer energías, las funciones normales del cuerpo y la reparación de las células musculares y neuronales”, afirma García.
¿SIEMPRE SOÑAMOS?
La mayoría de las veces tendemos a recordar al menos un sueño que tuvimos la noche anterior y en algunas ocasiones podemos tener la idea de que no hemos soñado, pues no hay ningún recuerdo o evidencia que lo confirme.
De acuerdo con la terapeuta Vanegas, los seres humanos soñamos a diario, pero no todos los días podemos recordar nuestros sueños.
Durante la fase inicial del ciclo del sueño se presenta el movimiento rápido de los ojos y es ahí donde surgen los sueños, evocando una gran cantidad de situaciones vividas para combinarlas.
Los sueños que se producen en la fase más profunda suelen ser los que menos se recuerdan. De acuerdo con García, los sueños se recuerdan “cuando es tan impactante, o tan vivido, que hace un depósito en la memoria, porque remueve una cantidad de sustancias que son las que permiten fijar esos trazos. Pero si no es lo suficientemente impactante, muchas veces no se recuerda”, explica.
Por lo tanto, el especialista asegura que siempre soñamos, porque tenemos que pasar por la fase del movimiento rápido de los ojos, que es donde se produce la mayoría de los sueños. Durante esa misma etapa, es común relacionar los ruidos del mundo exterior con lo que estamos soñando, lo cual se debe a que nuestros elementos perceptivos aún se encuentran activos, aunque estemos durmiendo.
No se puede determinar con exactitud qué se va a soñar, o quiénes se verán involucrados en nuestros sueños, ya que estos están alimentados por trazos mnésicos que se evocan de nuestro archivo de memorias.
SUEÑOS Y EMOCIONES
Los sueños, al estar formados por episodios de nuestras vivencias, pueden representar de alguna manera el estado emocional del soñador. Cuando un sueño se vuelve repetitivo y en él se reflejan conductas depresivas o situaciones de desgracia, es posible que se deba a que el soñador involucra en los sueños las emociones o los sentimientos provocados por algún problema.
“Cuando afectivamente andamos muy cargados, podemos reconstruir en un sueño algo de eso, y cometer el error de creer que las cosas serán así, pero no. Recordemos que los sueños son trazos, reconstrucciones, y que la vida real es otra”, aclara el psiquiatra.
Ambos especialistas coinciden en que no es recomendable aferrarse a los sueños y creer que mediante ellos se puedan tener revelaciones, pues los sueños nunca son literales y el significado que puedan tener va a depender de la carga emocional y los trazos de memoria que cada persona imprima en ellos.