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Guerrero de la vida

En 1999 la historia de un niño que luchaba por la vida se volvió popular en los medios del país. Primeras planas de los diarios y noticieros eran dedicadas a Yarince Gámez, el niño de Estelí que necesitaba un trasplante de médula ósea y que estaba siendo tratado en Alemania desde hacía dos años.

Por Róger Almanza G.

En 1999 la historia de un niño que luchaba por la vida se volvió popular en los medios del país. Primeras planas de los diarios y noticieros eran dedicadas a Yarince Gámez, el niño de Estelí que necesitaba un trasplante de médula ósea y que estaba siendo tratado en Alemania desde hacía dos años.

Diagnosticado con “anemia aplásica”, Yarince trataba de descifrar qué era esa enfermedad que lo había alejado de las carreras con sus amigos, de los juegos de pelota y del colegio donde estudiaba en Estelí.

Antes de Alemania, Yarince había pasado por hospitales en Managua, donde transfusiones de sangre le eran aplicadas cada semana. Se mantenía pero no mejoraba. Sus glóbulos rojos, blanco y plaquetas parecían sus enemigos.

En busca de la cura

La anemia aplásica en muchos casos no es posible determinar sus causas, pero una de las más conocidas y de mayor relevancia corresponde a aquellos desórdenes autoinmunes en los cuales los linfocitos atacan directamente a las células de la médula ósea.

Desde que Yarince llegó a Alemania en julio de 1997, el tratamiento no se hizo esperar. Durante los primeros meses fue aislado totalmente mientras transfusiones y medicamentos eran aplicados. Su aspecto inflamado delataba la enfermedad persistente en su organismo.

“No podía salir de la sala. Era un área cubierta y solo ahí podía estar, hasta tenía que orinar en botellas”, recuerda Yarince.

El tratamiento que iniciaron no resultó como esperaban los médicos. Tres meses después fue trasladado a una sala general en la que pasó los siguientes cuatro meses.

La esperanza empezaba a perderse cuando Yarince podía vivir fuera del hospital y solo regresar cuando la enfermedad lo atacaba con fuerza, tanto que parecía ser su último día.

Aprendió a aplicarse las inyecciones en sus piernas y para entonces ya estaba listo para entrar al colegio en Berlín.

“Al inicio solo aguantaba caminar una cuadra, pero poco a poco sentí mejorías, aunque habían recaídas… me integré en el colegio y por suerte encontré dos compañeros, un español y un tico, que me ayudaron a la adaptación”, cuenta Yarince.

Todo el tiempo en Alemania su padre lo acompañó. Estaba incluso cuando dejaban de hablarse después de tanto discutir. “Era demasiada presión. A veces parecíamos hermanos discutiendo”, recuerda Yarince, pero era su padre con el único que contaba, incluso aquel día cuando la propuesta de un experimento llegó con la esperanza de que Yarince se curara definitivamente.

Enfrentando el miedo

Después de tres tratamientos, el experimento era la última alternativa que albergaba esperanza para Yarince. Junto a su papá, decidieron apostar por esta oportunidad y salieron del Hospital Charité Humboldt de Berlín para ingresar al University Hospital Benjamin Franklin, también en Berlín, donde la terapia experimental sería aplicada por primera vez en un niño.

Ya habían pasado cuatro años, el 2001 terminaba y el tratamiento experimental continuaba y al parecer los resultados médicos eran los mismos que aquella primera valoración de 1997.

Tal como al inicio, solo un trasplante de médula ósea podría darle una nueva vida a Yarince, sin tratamientos. Para la fecha, solo el 40 por ciento de las pruebas hechas en Nicaragua eran compatibles con Yarince.

La decisión más fuerte para Yarince y su familia fue regresar después de cuatro años de tratamiento y ningún diagnóstico diferente.

Yarince continuaba con una producción de glóbulos rojos de 9 cuando el mínimo saludable es 11, sus glóbulos blancos apuntan a 2.3 cuando el mínimo saludable es 4 y sus plaquetas se mantienen en 20 mil cuando para estar sano se requiere al menos 150 mil.

“Aún así ya no aguantaba más. Ya tenia 15 años y decidí regresar a Estelí a pesar de saber que aún estaba enfermo”, comenta Yarince.

La vida sigue…

De regreso a Nicaragua en 2001, Yarince traía consigo dos cosas importantes, su tratamiento para los siguientes dos años y sus sueños de estudiar Medicina.

“En un momento pensé que solo era llegar a casa y retomar todo a como lo había dejado. Ya no era lo mismo…”, comenta Yarince.

Doce años han pasado desde su regreso, y aunque la enfermedad continúa en su organismo y su nombre sigue en la lista de espera para trasplante de médula ósea, Yarince está vivo y triunfando. Su filosofía es más que clara, “aprovecho cada día de mi vida”, apunta. Y es que desde su primer diagnóstico había sido condenado a morir.

¿El experimento funcionó o un milagro ocurrió? se le pregunta a Yarince. “No tengo idea. Sé que oraron por mí, pero también estuve atendido por buenos médicos”, es lo que opina Yarince.

Ha tenido recaídas y podrían volver a ocurrir, pero siente mayor fuerza que antes. Los médicos aún se sorprenden cuando ven los resultados de sus pruebas de sangre… “Es que cuando no me conocen y ven esos resultados me llaman con urgencia porque suponen que estoy muriendo, que debería estar en cama recibiendo transfusión de sangre, pero no, esos niveles de glóbulos y plaquetas ahora son normales en mí”, dice Yarince quien desde hace cuatro años no recibe transfusión.

El 2005 fue uno de sus años más importantes pues inició la carrera de Medicina en León, la que terminó dejando para entrar a la universidad de Medicina Oriental en Managua. Desde ese año se aplica la terapia de acupuntura y asegura que “al menos en mí es una terapia que siento me ha mantenido saludable”, dice Yarince.

El niño del que un día dijeron no llegaría a cumplir sus sueños porque quizá no viviría un par de años más después del diagnóstico de anemia aplásica, hoy cumple una a una sus metas.

Desde el 2006 inició su propia familia, con una especialista, igual que él, en Medicina Oriental. El año pasado se convirtió en papá y abrió su propia clínica, donde la acupuntura es solo una de las terapias que aplica a sus pacientes.

“Ahora tengo más razones por las que quiero vivir mucho tiempo, mi hijo, mi esposa son prioridades… Pero también quiero lograr atender con terapias a los niños con esta enfermedad. La acupuntura ha tenido efecto en mí y puede tener el mismo efecto en ellos… Atenderlos de forma gratuita y este es un proyecto social que espero cumplir”, dice Yarince.

Sección Domingo Guerrero

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COMENTARIOS

  1. Viva Nicaragua
    Hace 11 años

    Que hermosa historia la del Dr. Gamez quien a pesar de tantos obstaculos a salido adelante. Lo mas importante que ahora ayuda a otras a manejar y superar sus padecimientos medicos. Bravo Dr. que Dios le conceda mucha salud para que pueda seguir ayudando e inspirando a los futuros medicos y enfermeros de Nicaragua.

  2. Ricardo
    Hace 11 años

    Personalmente quiero decir, que yo fue de esas muchas personas que nos presentamos al hospital la maqcota a que nos tomaran muestra de sangre para ver si eramos complatiubles, lo recuerdo com que fuera ayer, recuerdo que fue un viernes que tome la desicion y no sali, no bebi nada de alcohol, me acoste temprano para ir a donar sangre, tube que quitarme el miedo a las agujas, antes de llegar pense que me sacarian sangre de la espalda pero aun asi tome la desicion, soñe con ser el donador

  3. vega
    Hace 11 años

    Es una bendición de JEHOVÁ DIOS. Si el está vivo es para cumplir el propósito de apoyar a otras personas.

  4. Eddy Zamora
    Hace 11 años

    Por La Gloria de Dios!!! A mi me daban seis meses!! despues de cinco anos y sin ninguna explicacion logica aqui sigo vivo.. Cuando la FE trasciende El mundo sobre natural se activa y grandes cosas suceden cuando la Gloria de Dios se manifiesta en estas cosas!! La Gloria sea para EL… Muy a pesar de los incredulos y ateos que alardean de su falta de creencias.. El AMOR de Dios va mas alla de sus lomitadas cosas materiales!!

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