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Juergen Sengelmann recibió el 24 de julio de 2006 la medalla de Honor al Mérito Aéreo en Segunda Clase de la Fuerza Aérea.

A volar

Habían pasado más de 40 años desde que dejó su natal Puerto Cabezas, en 1972. Su regreso tuvo sabor a triunfo, a sueño cumplido. El año pasado aterrizó en la pista de esa ciudad, con 77 años encima y pilotando un avión Cessna 182.

Por José Denis Cruz

Habían pasado más de 40 años desde que dejó su natal Puerto Cabezas, en 1972. Su regreso tuvo sabor a triunfo, a sueño cumplido. El año pasado aterrizó en la pista de esa ciudad, con 77 años encima y pilotando un avión Cessna 182.

Ese era el anhelo que tenía Marcos Mongalo, un dentista plástico de 78 años que siempre quiso ser piloto. Lo supo desde niño, cuando acostumbraba ir al aeropuerto Xolotlán —allá donde actualmente está el edificio central del Seguro Social— a ver las piruetas que la Fuerza Aérea de la Guardia Nacional hacía en el aire. Eso era por el año 1950.

“Desde pequeño me llamó la atención ser piloto y a los 75 años logré cumplir ese sueño. Cuando le comenté a mi esposa Nidia que me quería meter a la Escuela de Aviación, no se extrañó, porque ella sabe que estoy acostumbrado a enfrentar y cumplir los retos que me propongo”, cuenta Mongalo.

Su vuelo a Puerto Cabezas no fue el primero, pero sí uno de los más especiales. Ese día Mongalo salió a las 08:00 a.m. del aeropuerto Los Brasiles, en Managua, acompañado de su esposa Nidia Mongalo, y un instructor de vuelo, lo llevaba por si algo salía mal. Una vez que aterrizó en la tierra que lo vio nacer celebró, gritó de emoción y se dijo a sí mismo que se sentía realizado.

Se sintió realizado, dice, mucho antes cuando ingresó a la Escuela de Aviación Golden Wings en 2009. Ahí estudió junto a once compañeros más, pero de todos él era el de mayor edad. En ese año se dio la primera graduación de pilotos privados de esta escuela. Fueron doce y forman parte de los 150 aviadores que hay en el país.

Mongalo, el señor de 75 años, ya había puesto a dormir la idea de ser piloto, pero la despertó una vez que escuchó la apertura de esa escuela de aviación en Managua. Un colega doctor le habló de esta y le invitó a inscribirse. No lo dudó. Se puso a investigar sobre Golden Wings y los requisitos que solicitaban. A los pocos días ya estaba inscrito.

“Cuando hizo la solicitud de ingreso nos sorprendimos porque nadie en Nicaragua se hace piloto a los 75 años. La edad mínima era de 17 años, pero no había una edad máxima. Después que egresó el señor se sintió más joven”, recuerda el capitán Gustavo Silva, instructor de vuelo de la Escuela de Aviación.

El capitán Silva dice que los requisitos para estudiar el curso de aviación son mínimos. El interesado debe presentar su diploma de bachiller y una evaluación sicológica del Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC) y si tiene 17 años debe presentar una carta de autorización de los padres. Adicionalmente la escuela exige un buen récord de Policía.

En Nicaragua —dice el capitán Silva— no había una Escuela de Aviación desde 1985. Ante ello, quienes querían ser pilotos tenían que prepararse en Guatemala, Costa Rica, u otros país. A partir de esa situación un grupo de pilotos inició a investigar sobre el proceso de certificación de una Escuela de Aviación hasta llegar a formar Golden Wings, la primera certificada por el INAC.

El plan de estudio en esta escuela de aviación es de un año y tres meses. La primera parte del curso es meramente teórico, se les enseña sobre ese montón de instrumentos que están en la cabina del avión y luego se les lleva a Los Brasiles a volar aviones. Las licencias que se extienden es la de piloto privado y piloto comercial.

“Las clases teóricas está compuesta por 80 horas, más 20 horas de repaso, que hacen 100 horas de teoría para pilotos privados y comerciales. A eso hay que sumarle las 160 horas de vuelo”, expone el capitán Silva. El costo del curso es de 35 mil dólares.

Vida placentera y de ausencias

Andrea Castillo, de 23 años, trabaja para la línea aérea nacional La Costeña. Dice que no ve la aviación como un trabajo sino como una pasión. “Uno vuela con amor, con pasión”, dice la joven que aprendió a volar a los 15 años de edad.

El instructor de vuelo de Golden Wings, capitán Gustavo Silva, asegura que los pilotos sufren de “muchos” temores. “Uno de nuestros temores son los errores humanos, pero al menos yo los supero orando”. Dice que antes de alzar vuelo trata de descubrir posibles causas de accidentes y así evitar desgracias.

Un piloto nunca debe abusar de un avión. “Muchos colegas sobrecargan las naves. Pueden llevar menos, pero no más. Ese es un abuso que se da en la aviación comercial”, dice.

Otro de los abusos es que los pilotos exceden las velocidades para llegar más temprano a su destino. Cabe mencionar que cada avión ya trae estipulada su velocidad máxima.

Los aviones privados más comunes que hay en el país son Cessna 152, 172 y 182.

Vive surcando los cielos del país la mayoría del tiempo y pendiente de mapas, botones, altímetro e indicaciones que le orientan desde alguna torre de control del país. Aún así, dice la joven piloto que el trabajo no es nada cansado si se compara con la satisfacción que siente una vez que está en las alturas. “Sentís una tranquilidad inmensa, ves las nubes, ves las ciudades desde arriba y cómo se mueve el mundo”, dice Castillo.

En cada vuelo transporta a 12 pasajeros en los aviones Cessna Caravan de La Costeña, pero antes de pilotarlos se fue a preparar a escuelas de aviación de Guatemala y Costa Rica. Después de cada vuelo la empresa le exige que debe dormir entre 6 y 8 horas.

El capitán Gustavo Silva agrega más razones para decir que volar es placentero: “Es emocionante porque conocés lugares, te pagan buenos hoteles, comés bien, dormís bien, te respetan y sos el punto de atracción cuando vestís tu uniforme”.

Lo que expone Silva es la parte bonita de la aviación. Hay situaciones que, sin embargo, lo llenan de tristeza. El capitán de rostro rudo se refiere a la veces que ha tenido que perderse celebraciones familiares por tener que trabajar.

“Hay algunos pilotos que han perdido su familia porque han hecho contratos con compañías lejanas. Se van seis meses o un año. Hay pilotos que por atracción a los grandes salarios en la India se van a trabajar allá y cuando regresan se convierten en extraños. Hay divorcios, separaciones, esa es la parte negativa de la aventura de volar”, lamenta el capitán Silva.

En julio de 2008 a escasas horas de alzar vuelo al Triángulo Minero le llamaron para comunicarle que su hermana Alicia había muerto. “Ese día tenía que cumplir con un vuelo y yo tenía que dejar el cadáver de mi hermana”, relata Silva con la voz quebrada.

Silva no pudo estar en el velorio de su hermana pero sí alcanzó llegar al funeral. “Me apuré a hacer el vuelo para ir a la hora de sepelio. Retorné a tiempo para estar en el entierro de mi hermana. (calla) Esa es la parte negativa de la aventura”, sostiene el capitán.

La aviación en Nicaragua

La aviación en Nicaragua empieza a alzar vuelo en la década de 1930. Rodolfo Sengelmann, un ciudadano de origen alemán, fue quien trajo los primeros aviones civiles hasta formar en 1939 el Club Aéreo, el cual le alquilaba naves a la Fuerza Aérea de la Guardia Nacional.

Eso recuerda Juergen Sengelmann, de 82 años, quien se apasiona cada vez que recuerda la historia de la aviación en Nicaragua. La recuerda muy bien porque estuvo ligada a su padre y a él. Dice que su papá fundó en 1940 la primera Escuela de Aviación civil del país y la bautizó como Aviación Nacional Sociedad Anónima (ANSA).

Cuando eso se dio, él ya sabía pilotar aviones, pues instructores de vuelo de la Fuerza Aérea ya le habían enseñado. Sengelmann recuerda que los pilotos militares de entonces eran enviados a los Estados Unidos a prepararse.

Juergen Sengelmann aún guarda su libro de horas de vuelo. El coronel de la Fuerza Aérea de Nicaragua, Rafael Espinoza Altamirano, rayó la tabla el 10 de octubre de 1942. La cuenta inició oficialmente ese día y hasta 1995 acumuló 10 mil horas de vuelo.

Volar sigue siendo su pasión. Voló con su papá a las minas en aviones de cabina abierta. También lo hizo en Piper de 60 caballos de fuerza a más de diez mil metros de altura.

En 1942, a sus once años debutó en el aniversario de la Fuerza Aérea. Llevaba como tripulante a un cadete que no tenía experiencia en aviación. Esa mañana, como siempre, le pusieron almohadas a los asientos para que nivelara la vista.

“La aviación es un vicio. Uno se acostumbra tanto a andar en el aire que no quiere dejar de volar”, dice Sengelmann quien fue asesor de la Dirección de Aeronáutica Civil, durante el Gobierno de Enrique Bolaños.

Las minas y el boom algodonero le dieron un empuje a la aviación civil allá por 1950. Los vuelos al Caribe aumentaron y se necesitaba personal que pilotara los aviones. Cuenta Sengelmann, que se empezó a fumigar los siembros de algodón vía aérea. “Era un espectáculo la aviación”, dice.

Modesto Rojas coincide también que la aviación en los años 50 era un espectáculo. Él fue piloto militar, agrícola y comercial. El primer avión que pilotó fue un T-34, un entrenador militar básico monomotor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Ese vuelo duró 30 minutos. “Yo miré a la aviación como un deporte muy serio y muy exigente, me llenaba a lo interno en todo los sentidos. Yo volando me sentía muy bien”, comenta el expiloto.

Rojas fue enviado a la Fuerza Aérea norteamericana para prepararse como piloto militar. Allá estuvo dos años. Dice que la mayoría de los aviadores durante la época somocista eran entrenados en los Estados Unidos.

Una vez que regresó de los Estado Unidos, a finales de 1967, ingresó al equipo de pilotos de la línea aérea nacional La Nica, que hacía vuelo de Managua-Miami y al interior del país. Rojas recuerda que la aviación militar es más complicada, pero no le tocó pilotar aviones en la década de los 80. Fue una época, dice, en que se desarrollaron más lo helicópteros. Pero eso no es lo suyo.

Volar es caro

El doctor Marcos Mongalo acostumbra volar los fines de semana. Se va al aeropuerto Los Brasiles a alquilar un avión por el que paga 180 dólares la hora. Cada vez que pilotea el Cessna 172 paga alrededor de 350 dólares.

El precio de alquiler, dice, que es muy caro por lo que saldría más rentable tener su avión propio. Pero no ha sido posible debido a los altos impuestos aduaneros que se ciernen al importar una nave. “Las autoridades creen que los aviones son solo para los ricos y no es así”, dice Mongalo.

Juergen Sengelmann también considera lo mismo. Considera que escasamente en el país hay 15 aviones privados y la mayoría de ellos están matriculados en el extranjero. “Si los aviones no son caros, encontrás uno en 30 mil o 40 mil dólares, pero cuando lo traés te viene saliendo como si lo hubieras comprado nuevo. ¡Si no son caros!”, exclama.

Sección Domingo Puerto Cabezas

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COMENTARIOS

  1. Hace 9 años

    Cuando inician las claces de aviacion soy costeño y ser piloto son mis sueños cual es la direccion exacta

  2. Tony
    Hace 11 años

    Y no era que el Gobierno estaba trabajando para rebajar los impuestos de introducion de aviones a Nicaragua desde hace bastante tiempo, en que quedo eso…que mentalidad mas cavernicola esa, en ves de tener una vision y pensar, entras mas aviones se matriculen en Nicaragua, se pagara mas por registracion, seguros, impuesto (NO de introducion) mas empleo, mas companias ejecutivas, aerolineas, fumigacion.. (Si, la competencia es buena) y mucho mas beneficios! Y asi quieren vender Nicaragua?

  3. Gonzalo Calderon
    Hace 11 años

    Se le olvido al Sr sengelman quien le facilitaba los aviones Piper que poseia

  4. Beach Meron
    Hace 11 años

    Saludos desde Bilwi, felicidades, y bonita lección del Dr. Mongalo. Nunca es tarde. Deberia compartirnos unas charlas en Bilwi de superación que tanto nos hacen en este pueblo.

  5. JOSEPH UROZ
    Hace 11 años

    Si comparamos los mejores momentos la aviacion militar de la FAN y la FAS,la sandinista era basicamente una fuerza aerea de de helicopteros que le daba buena movilidad aerea,pero era una fuerza aerea demasiado vulnerable,mientras que la FAN,en sus mejor momento,era una fuerza aerea de aviacion rapida,que daba mejor defensa contra similares del aerea,osea que Nicaragua nunca a tenido una fuerza aerea completa,Amo la aviacion.pero por 35 mil dolares mejor me graduo en los U.S.A.

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