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Señales de alarma

Luciana es una niña de 9 años, cursa el tercer grado de primaria y le encanta pintar; aparenta ser una niña feliz. En el colegio se destacaba como una de las mejores alumnas, y al llegar a casa hacía sus tareas con la ayuda de Teresa, la asistente del hogar. Sueña con ser una arquitecta famosa para poder diseñar la casa que anhela. Su mamá es analista de préstamos en un banco y llega a casa, por lo general, a las 9:00 de la noche después de una larga jornada de trabajo y usualmente encuentra dormida a su hija.

Hazzel Espinoza Iglesias

Luciana es una niña de 9 años, cursa el tercer grado de primaria y le encanta pintar; aparenta ser una niña feliz. En el colegio se destacaba como una de las mejores alumnas, y al llegar a casa hacía sus tareas con la ayuda de Teresa, la asistente del hogar. Sueña con ser una arquitecta famosa para poder diseñar la casa que anhela. Su mamá es analista de préstamos en un banco y llega a casa, por lo general, a las 9:00 de la noche después de una larga jornada de trabajo y usualmente encuentra dormida a su hija.

Hace algún tiempo Luciana comenzó a tener cambios; sus dibujos reflejaban noches grises y monstruos, y su sonrisa se había opacado, la inseguridad y el temor se reflejaba cada vez que alguien se le acercaba. Lo que nadie sabía es que detrás de ese miedo y aislamiento se escondía una amenaza por parte de Leonidas, el esposo de Teresa, quien desde hacía cinco meses venía manoseando a la pequeña y la había obligado a callar.

La maestra de Luciana llamó a su mamá para informarle que su hija había bajado su rendimiento académico y no socializaba con los demás niños. Su madre empezó a preocuparse y a reconocer que a su hija le estaba pasando algo.

Situaciones como esta son comunes en el país. La mayoría de los casos de abuso sexual son manifestados desde el hogar, menciona el médico psiquiatra Nelson García, quien agrega que en estos casos comúnmente existen antecedentes por parte del agresor.

De acuerdo con la psicóloga clínica Ledia Gutiérrez, “el niño acosado no estará feliz o relajado, por el contrario, se mostrará agresivo o tímido y sin deseos de estar en familia o de ir al colegio. Además, puede manifestarse con malestares físicos como dolores de cabeza y estómago”.

COMUNICACIÓN CON LOS HIJOS

Uno de los factores que favorecen situaciones en las que puede presentarse abuso contra los menores es la falta de comunicación de los padres, quienes no se cercioran de lo que le sucede a sus hijos, pues no existe una edad específica para determinar el riesgo. De igual forma, si no existe una comunicación entre padre e hijo el pequeño no podrá hablar por miedo a que lo regañen o no le crean, coinciden los especialistas.

Una de las recomendaciones de la psicóloga clínica Ledia Gutiérrez, es que los padres conversen sobre educación sexual con los hijos para que, además de hablar de anatomía, aborden temas sobre lo que significa su cuerpo de forma moral y que el pequeño no permita que alguien los toque o espíe.

Agrega que al momento de hablar con nuestros hijos sobre sexualidad debemos utilizar palabras sencillas y no hacerles creer que es un tema prohibido. Es muy importante abordar el tema de la autoestima para fortalecer el amor propio y valorarse como personas.

“El niño cuando siente miedo, calla, el miedo es el enemigo que va a la par del silencio, y el silencio permite perpetuar las conductas de abuso sexual incestuosas en la familia o en la sociedad”, explica el médico psiquiatra. Agrega que hay casos en que las personas hablan sobre su abuso sexual después de 20 años, cuando todavía quedan secuelas por no haber tenido acercamiento con una persona que le pudiera ayudar.

LA LEY

En el segundo párrafo del Artículo 26 del Código de la Niñez y la Adolescencia se menciona que: “En caso de maltrato físico, psíquico, moral, abuso sexual o explotación en contra de las niñas, niños y adolescentes por parte de sus padres, madres, tutores o cualquier otra persona, podrán ser juzgados y sancionados conforme la legislación penal vigente”.

Según el Artículo 172 del Código Penal de Nicaragua, la pena que debe cumplir el hechor de abuso sexual es de entre cinco y siete años de prisión, y cuando es violación agravada la sentencia oscila entre 7 y 12 años de prisión. “Si concurren dos o más de dichas circunstancias o la víctima sea niño, niña o adolescente se impondrá la pena máxima”, agrega el Código Penal.

Hoy en día, Luciana está en terapia psicológica y la relación con su madre ha mejorado. A Leonidas se le condenó a prisión y Teresa ha decidido alejarse de él para continuar apoyando a la familia de Luciana.

La mamá de Luciana lamenta no haber podido identificar este abuso con anticipación y está dedicando más tiempo para hacer actividades con su hija.

Nosotras abuso sexual niños

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