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Al presidir la misa por la Fiesta del Santo Nombre de Jesús en la iglesia del Gesú de Roma, donde se encuentran los restos del fundador de la Compañía de Jesús San Ignacio de Loyola y del recientemente canonizado Pedro Fabro, el papa Francisco destacó que “el poder de la Iglesia no vive en sí misma y en su capacidad de organizar, sino que se esconde en las aguas profundas de Dios”.
“Es esta la pregunta que debemos hacernos: ¿Tenemos esas grandes visiones y el impulso? ¿Somos audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? ¿O somos mediocres y nos contentamos con nuestras programaciones apostólicas de laboratorio? Recordémoslo siempre: la fuerza de la Iglesia no está en sí misma y en su capacidad de organizar, sino que se esconde en las aguas profundas de Dios. Y estas aguas agitan nuestros deseos y los deseos expanden el corazón”, expresó el papa.
“Hay que buscar a Dios para encontrarlo, y encontrarlo para buscarlo una y otra vez (…) el evangelizar con valentía. Es la inquietud que nos prepara para recibir el don de la fecundidad apostólica. Sin inquietud somos estériles”, afirmó Francisco.
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