En la sombra de Harry Potter y Crepúsculo , los grandes estudios de Hollywood siguen buscando al próximo fenómeno editorial para “jóvenes adultos” apto para conquistar la taquilla del cine. Pero por cada Juegos del hambre hay varias Brújulas doradas . Son películas sólidamente producidas, que no terminan de alinear a los astros en su favor. Añada a esa lista El juego de Ender , una pieza de ciencia ficción basada en la historia original de escritor norteamericano Orson Scott Card.
Cincuenta años después del ataque de una raza de insectos espaciales, la Tierra se prepara para el retorno de los enemigos. Los adultos han reconocido en los niños la agilidad mental perfecta para librar la guerra interestelar. Los niños son internados desde temprana edad en escuelas militares, donde se identifica a los guerreros con mayor potencial. El mejor candidato del momento es Ender Wiggins (Asa Butterfield). Después de vencer a un rudo acosador, es “graduado” a la Escuela de Batalla por el coronel Graff (Harrison Ford). Es una base espacial donde los alumnos se entrenan brutalmente, compitiendo en juegos de guerra simulados en una arena de combate de gravedad cero, o en un sofisticado sistema de realidad virtual. La educación de Ender incluye lidiar con los feroces instintos competitivos de los demás estudiantes. Al menos, la psiquiatra Gwen Anderson (Viola Davis) cuida de él tras bambalinas. Pero ni ella puede entender por qué los insectos espaciales empiezan a invadir la mente de Ender.
No hay una nota falsa entre los actores. Asa Butterfield muestra que su papel en Hugo (Martin Scorsese, 2011) no fue pura suerte de principiante. Hailee Steinfield, el descubrimiento de los hermanos Coen en True Grit (2010), sugiere madurez más allá de sus años. El reparto de apoyo incluye a Harrison Ford, la esquiva estrella que dio vida a dos íconos del cine. Y por si eso fuera poco, tenemos a tres veteranos del Oscar: Abigail Breslin, Viola Davis y Ben Kingsley. El director es el sudafricano Gavin Hood, quien entró en el radar de la industria norteamericana con Tsotsi , su trabajo ganador del Óscar a Mejor Película Extranjera en el 2005. Digital Domain, una de las mejores compañías de efectos especiales, lleva sobre los hombros la realización.
En términos de valores de producción, la película es impecable. Hay una cualidad opresiva en El juego de Ender , apoyada en un culto al “liderazgo” que se traduce en ensalzar la destrucción y la violencia. Del empoderamiento a la brutalidad hay un paso muy corto. Scott Card presenta el uso de niños para la guerra como base de una gran aventura. Cuando Ender dirige a una tropa intergaláctica en la climática batalla virtual, se para frente a una pantalla gigantesca dirigiendo las naves con los movimientos de un director de orquesta. Los combates reales y virtuales son escenificados como emocionante diversión. Los juegos del hambre también operaban mercenariamente, sacrificando la inocencia infantil en ejercicios de violencia catártica. Sin embargo, tenía a una excelente Jennifer Lawrence funcionando como el núcleo moral. Y ya en la segunda parte, la trama se abría a un extenso ecosistema de personajes que matizaba la perversidad de la premisa. El juego de Ender trata de hacer algo parecido con un giro tardío de trama, pero con muy poca convicción. No en balde la doctora Anderson, la única preocupada por la ética y la moral, desaparece sin mucha ceremonia. Era una aguafiestas. La película fracasó en la taquilla norteamericana, así que es poco probable que veamos si los cineastas logran redimir de alguna manera su belicoso manifiesto. Quizás sea mejor así.
Ver en la versión impresa las paginas: 19
