Por Amalia del Cid
Bribón, pícaro y confianzudo, el zanate clarinero es para muchos nicaragüenses “el ave nacional no oficial”. Se le ve azulado y altivo, en invierno y en verano, en el campo y en la ciudad. Le hemos escrito poemas y dedicado canciones, y más de alguna vez se han entablado grandes discusiones sobre su derecho al noble título que ostenta el pequeño guardabarranco.
Su nombre científico es quiscalus mexicanus y también es conocido como “zanate común”. “El clarinero es hermoso”, dice Wilmor López, folclorista nicaragüense partidario del zanate como ave nacional. “El pájaro nacional debe verse todo el tiempo y eso solo lo lográs con el zanate”, explica.
De tanto que lo hemos visto bañarse en los lavanderos y andar por los campos y plazas, inspiró canciones nacionales como El zanatillo , que ya tiene más de un siglo y es anónima, señala López. Rubén Darío lo mencionó en sus poemas y también Carlos Mejía Godoy le ha cantado.
Pero este pájaro tiene un primo menos conocido, más chiquito, tímido y local: el quiscalus nicaragüensis. Vive en pequeñas poblaciones en los humedales del lago Xolotlán, el lago Cocibolca, el río San Juan y un pedacito de Costa Rica, señala Liliana Chavarría, ornitóloga.
Es mucho menos confianzudo que el zanate común y no suele salir de los humedales. Por lo que es bastante probable, dice Chavarría, que usted nunca haya visto uno.
Evolucionó cuando una población de quiscalus quedó aislada en la franja del Pacífico de Nicaragua, cuando Centroamérica todavía estaba surgiendo del agua, apunta Marvin Tórrez, responsable de la estación biológica Juan Roberto Zarruk, de la Universidad Centroamericana (UCA).
Las diferencias
El zanatillo nica se acostumbró a vivir cerca del agua e hizo nido, charralitos de zacate y hojas, entre pastos altos, casi a ras del suelo, por donde ahora pasan las vacas destruyéndolo todo. El zanate común es más cómodo y pone casa “en cualquier lado”, afirma Tórrez.
Al nica se le puede hallar en Tisma (Masaya), El Guayabo (Granada), San Miguelito (Río San Juan), el río Papaturro y Mateare (Managua). Es solitario, no se le ve en grandes grupos. Y no come nada que tenga columna vertebral. Es decir, lleva una estricta dieta de insectos y semillas que encuentra cuando escarba en el suelo. En cambio, según Tórrez, el zanate grande puede comer garrobos y hasta culebras. Es omnívoro. Un depredador.
El zanatillo nica es monógamo o bígamo, por eso no necesita llamar la atención de las hembras. De ahí que su canto sea un sencillo y delgado pitido, lejos del complejo canto de su primo, que es un “exhibicionista por excelencia”, debido a que debe competir para captar el interés de las hembras.
Por la misma razón, el polígamo zanate común tiene un tono azulado muy llamativo y el zanate nica uno cobrizo igual de bonito, pero menos impresionante. “El común es muy guapo y una de las razones es que es que debe atender a cinco o seis hembras, debe llamar la atención. Las aves tienen cuatro conos de color, nosotros solo tres. Ellas ven muchos más colores”, explica el especialista.
Lo que le falta de tamaño al zanate nica, lo tiene de actitud. Mide unos 31 centímetros de largo contra los 43 del zanate común, pero camina como si fuera amo del mundo. Según Tórrez, “el zanatillo es elegante y lo sabe. Camina con las alitas caídas, todo paradito, envalentonado”. No le gusta volar mucho. Prefiere caminar, y lo hace poniendo la cola “como triángulo”.
Hembras
La familia de los quiscalus tiene “dimorfismo sexual”. O sea, el macho y la hembra tienen características físicas diferentes. Los machos son oscuros. Pero las hembras son cafés. Y en el caso de la nica, tiene cejas blancas y es de un tono más clarito, apunta Chavarría, la ornitóloga.
Normalmente, agrega Tórrez, hay una hembra alfa que está de acuerdo con otras hembras. Establecen territorios y permiten que el macho les coopere en la reproducción. Si no les es útil, lo expulsan. Por eso es más común ver a dos hembras peleando y no a dos machos.
Las zonas donde vive el quiscalus nicaragüensis deberían estar protegidas, porque es una especie que se mantiene en un área muy reducida del planeta, considera Tórrez. Para él, es el ave que más deberíamos cuidar.
Ver en la versión impresa las paginas: 8 ,9