Por Oscar González Morales
Con cada paso aumenta el calor. Ataca primero los pies y sube por todo el cuerpo. En el terreno árido y el ambiente fantasmal de la comunidad San Jacinto, del municipio de Telica en León, hay algo que conocer: los hervideros, que en realidad son un campo fumarólico.
No son plantas industriales las que calientan el agua y el barro, es el magma que corre debajo de la superficie y se conecta directamente con el volcán Telica, cuyo cráter también puede ser apreciado en uno de sus mejores ángulos desde este lugar.
Pero antes de voltear la mirada hacia el coloso, hay que ponerla en el terreno por el que se camina. Un paso en falso y se puede cometer el grave error de colocar el pie sobre uno de los tantos agujeros por donde se libera vapor o, peor, en uno de esos cráteres donde bullen el agua y el barro. A falta de guías especializados, los jóvenes de la zona llevan por una ruta segura a los visitantes. Por el camino van contando leyendas y la historia de cómo llegó la planta geotérmica.
El amanecer y el atardecer son las mejores horas para estar en los hervideros de San Jacinto. Es en esos momentos cuando hay mayor emanación de gases y de colores producto de los minerales que son empujados hacia la superficie.
Pero a cualquier hora se puede ser sorprendido. Se oye el fuerte sonido del agua hirviendo debajo de los pies, como si fuera el de la olla a presión más grande que jamás se haya visto.
Si se desea tener una vista panorámica, en una pequeña colina hay un mirador por voluntarios extranjeros. Desde ahí pueden admirarse los hervideros.
Los hervideros de San Jacinto son parte del llamado Tour de los Volcanes, en el que está incluido el Telica, que es el que origina este impresionante accidente natural.
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