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La familia Romero tiene unos cuatro años de crianza certificada y participación en concursos y exhibiciones. Benjamin Fariña

Amores perros

¿Domesticó el hombre al perro? O ¿fue al revés? Como quiera que haya sido, la historia revela que sucedió en la época glacial. El frío imperaba. No se sabe en qué momento exacto, pero hace unos 40 mil años se formó esa amistad. Aunque ahora nadie sabe decir si ese perro gris, descendiente del lobo, decidió instintivamente unirse a la humanidad para aprovechar los restos de su comida o el humano lo domesticó con sobras para usarlo como protección.

Por Mónica García Peralta

¿Domesticó el hombre al perro? O ¿fue al revés? Como quiera que haya sido, la historia revela que sucedió en la época glacial. El frío imperaba. No se sabe en qué momento exacto, pero hace unos 40 mil años se formó esa amistad. Aunque ahora nadie sabe decir si ese perro gris, descendiente del lobo, decidió instintivamente unirse a la humanidad para aprovechar los restos de su comida o el humano lo domesticó con sobras para usarlo como protección.

Lo cierto es que nació un amor. Fue entre dos animales. El hombre y el perro. Crearon un lazo tan fuerte que ni siquiera los maltratos, en sus distintas versiones, han podido derribar. Para su suerte, este fiel compañero es correspondido por varios grupos de personas, como quienes los acogen en sus casas y los hacen miembros de su “manada”. Por los que los rescatan. Son amados por criadores, veterinarios, y según dicen, hasta son muy queridos por los vendedores.

“¡Ay! No sé por dónde empezar para decir cuánto amé a mi perra, Blue”, dice Raquel Weed, estadounidense que habita desde hace años en Nicaragua y que recibió a su animal como regalo, cuando apenas tenía seis semanas. Era una weimaraner, una raza entre casi 700 que tiene registrada la Federación Cinológica Internacional (FCI) en todo el mundo, sin contar con las otras que no son reconocidas, combinaciones posiblemente infinitas que terminan bajo el término: “criollito”.

“Los weimaraner son de los perros más inteligentes y protectores, aunque de cachorros tienen ideas fijas y de adultos son bastante testarudos”, dice Raquel, aceptando el hecho que aún con el amor más grande, nada puede ser perfecto, cuando recuerda el día que llegó el obstáculo más grande para su relación con Blue. La mala educación.

EDUCAR TAMBIÉN ES AMAR

“Yo calculo que he entrenado unos dos mil perros”, dice con una inevitable voz de mando don Francisco Guzmán, entrenador canino y oficial en retiro del Ejército de Nicaragua.

“No, qué va, yo no los puedo contar, pero a todos los extraño”, menciona José Dixon Hernández, después que baja de su moto, en las afueras del complejo Cristhian Munguía, donde entrena perros para la técnica canina, de la Policía Nacional.

Y es que no todos los canes por ser amados se portarán bien. Algunos son demasiado mimados. Para suerte de muchos como Raquel Weed, dueña de Blue, existen en el país entrenadores caninos. Don Francisco y José son apenas dos. Pero hay varios como ellos, ya sea veterinarios que han extendido sus estudios, o exoficiales que decidieron ser entrenadores civiles después de dar su servicio.

Ambos entrenadores cuentan que el tener a un perro entrenado es un trabajo que no solo se deja al experto, sino también al dueño. Tanto para pagar los 60 dólares por cada uno de los seis meses de entrenamiento, como para aprender también cómo deben de comportarse ellos. Los entrenadores que educan a los animales creen firmemente que es otra forma de amar a los canes. Siempre y cuando se les enseñe no con gritos o golpes, sino con estímulo y castigo, que “no debe ser físico”, sostiene Hernández.

“El perro es un vivo retrato de su dueño. Si el dueño es un desastre, no podemos esperar que el animal sea el mejor de la clase. Ellos son como hijos y aprenden todo lo malo más rápido si no se les corrige”, asegura don José, quien es entrenador desde hace unos 30 años.

“En los primeros seis meses fue terrible con Blue. Se comía todo lo que encontraba, zapatos, sofá, papeles, todo. Era un caos de película. Incluso un día, no sé cómo encontró cómo subirse al refrigerador para comerse todo. Fue cuando dijimos que definitivamente necesitábamos ayuda”, cuenta Raquel Weed.

Cocker
Spaniel
French Poodle
Schnauzer
Chihuahua
Rottweiler
Pitbull
Bulldog
Pomerana
Las razas pequeñas con pedigree oscilan entre 200 y 300 dólares, mientras las grandes pueden valer desde 600 hasta 1,200 dólares.

Después del amor que se le da a los perritos está la exhibición. Esa se logra en el mundo de las competencias que son “un concurso de belleza”, expone Corinna Hobberg, presidenta de la Asociación Canina de Nicaragua (Acan), adscrita a la Federación Cinológica Internacional (FCI).

El trabajo de la asociación va un poco más allá de la simple crianza, “se trata de garantizar que las razas que se han logrado perfeccionar con el tiempo no desaparezcan y sean mejores cada día”, dice Hobberg, quien también es criadora y fiel amante de estos animales.

“Para mí esto es un hobby, un calmante, son logros los que se obtienen de la convivencia con estos animales. Me encanta sentarme los domingos a ver las locuras que hacen”, cuenta la criadora, quien actualmente solo tiene 15 perros propios, de distintas razas, entre ellos Bassi, un Basenji (perro africano) que ha sido 12 veces campeón. Su orgullo.

En Nicaragua las competencias se realizan desde 1987 por la asociación que actualmente tiene registrados unos cinco mil perros de raza pura. Cada año se realizan unas dos competencias latinoamericanas y dos más centroamericanas. En estas se compara al perro con su estándar racial, se les da puntaje, se valora su postura y contextura para decidir cuál es el campeón.

Don José fue el encargado de entrenar a esta perra, de tono gris y ojos amarillos. Él es quinólogo, una rama de la técnica canina, que analiza y aprende a identificar desde los movimientos corporales de los canes hasta su psicología. “El entrenamiento es toda una disciplina y siempre depende del tipo de actividad para el que requiera al animal. Es decir, si será un perro doméstico, de guarda y protección, si se quiere para deporte, o para concursar. Cada uno es distinto”, explica el entrenador, quien aplica sus conocimientos con sus propios animales. Tonky y Lilly, un pitbull y una rotwailer, de cinco y dos años y medio, “perros que incluso tienen fama de asesinos, ahora hasta cuidan a mis nietos”, agrega.

Esa es la forma en que se disfruta a un perro, añade, por su parte, Francisco Guzmán: “Debemos criar perros nobles. No amarrarlos todo el día, porque si no lo tendremos ladrando, no dejará ver novelas, y tampoco se podrá dormir, ni hacer nada”, dice.

LA POLÉMICA CRIANZA

Blue, la perrita de los Weed, fue comprada en una calle de Managua. Raquel, su dueña, no recuerda exactamente cuánto costó, pero sí sabe por su esposo que estaba en la carretera, se enamoró de la miniatura de animal que era en esos días. Al igual que esta perra, centenares de perros son ofrecidos en calles, semáforos, crianzas personales. Gente que cría y vende, que dicen tener un lazo fuerte con los animales, aunque desde afuera, la mayoría los ve como explotadores caninos.

Marlon Mercado es uno de ellos. De pequeño fue llevado a una parada de buses, solo tenía ocho años y acompañaba a su padre. El objetivo era vender cuatro perros pastores alemanes. Ya han pasado 23 años y aunque aquella venta se hizo en semanas, largas y costosas, le gustó tanto el oficio que decidió mantenerlo. Ahora es uno de los 10 vendedores de perros, que ofrecen distintas razas en los semáforos de Metrocentro.

Este es el mercado de los perros. Las opiniones al respecto son verdaderos encontronazos. “Esta gente tiene perras pariendo y pariendo, cada dos o tres veces al año. Yo estoy en contra de los que venden en los semáforos, que mantienen a los perros en jaulas pequeñas. O tal vez venden animales como puros y a lo mejor son cruzados, solo están sacando beneficio”, sostiene Luis Romero, criador certificado.

Los vendedores, según dicen, ven otra realidad, más allá de las jaulas. Aseguran no maltratar a los perros, mantenerlos con las vacunas al día. “Tratamos bien a los animales, cuando el día termina y lo tenemos en nuestras casas, los soltamos y jugamos. Son los momentos en que apreciamos esas razas que no podemos tener nosotros, porque cuesta un mundo mantenerlos”, agrega Miguel Lovo, otro de los vendedores de Metrocentro, quien también comercia con toallas, controles remotos, lentes de sol y protectores para celulares, pues la venta de perros no es constante y sonante, como parece.

Luis Romero piensa distinto, precisamente por haber empezado como el resto de vendedores, igual que Marlon y Miguel, crió y vendió al principio, sin ningún certificado o garantía. Compró un perro raza pitbull, porque sintió una gran curiosidad de escuchar tantos mitos alrededor de ellos. “Estuve unos 10 años criando sin certificados, pero luego me di cuenta que era necesario tener un aval que respaldara las razas”, explica Romero.

El criador, que en ese entonces se dedicaba a reproducir únicamente pitbulls, y que incluso rehabilitó a varios animales que eran utilizados para peleas ilegales, se enteró de la existencia de la Asociación Canina Nicaragüense (ACAN), que en el año 2010 —en el que él decidió unirse— ya tenía más de 20 años reseñando perros y velando por la pureza de los canes.

“A mí lo que más me interesaba en ese entonces era cambiar la imagen errada que la gente tenía de las razas fuertes. Pitbull, American Stanford, American Bully, principalmente. Por eso fue que me afilié a la asociación. Presenté ahí a mi primer perro, Zeus. Es increíble cómo un perro de apariencia tan fiera puede convertirse en tan dócil. Ahí me di cuenta que estas razas lo único que requieren es paciencia, amor y dedicación”, apunta Romero.

Romero es amante de los perros. “Los adoro”, dice. Tiene unos 20 perros y perras en “copropiedad”, es decir que cría animales dentro y fuera de su casa, con amigos, de esta manera se asegura que los cuiden bien, así puede venderlos entre 300 y hasta 600 dólares —dependiendo de la raza— con todo su pedigree y totalmente sanos.

“En cambio, en un semáforo se pueden hallar desde 100 dólares o menos, pero solamente se tiene como respaldo la palabra del vendedor. Nosotros creemos que es mejor, que exista un papel, un certificado de la pureza y calidad del animal”, dice el criador.

“SOLO NECESITÁS AMAR”

Como dice este criador, los perros de raza son amados por su excelencia, porte y pureza. Hay otro grupo, en cambio, que decide dar su amor, a los menos bonitos, más chuecos y con mayor cantidad de pulgas, garrapatas y enfermedades. Don Arturo Araica Corea es uno de ellos.

Su casa por fuera parece igual a todas, una normal. Pero solo se debe intentar entrar, para que un ladrido se convierta en dos y de ahí se termine en 30. Tres decenas de perros ladrando ante cualquier desconocido. Eso es común en un hogar temporal, donde la mitad de perros que habitan son recogidos de la calle, abandonados por sus dueños y dejados a su suerte. Y la otra mitad, nada más 15 perros, son mascotas de la casa.

En ese mundo vive don Arturo y su familia, quienes tienen unos 20 años de rehabilitar perritos. El inicio de todo fue eso, solo amor. Este señor tiene una especial admiración por los perros, los ha aprendido a observar, le fascina ver los distintos comportamientos y le duele “la vida”, cuando ve que alguien maltrata a uno de estos animales.

“Nosotros anduvimos informándonos, tratando de ver cómo se consolidaba una fundación, hablamos con veterinarios, gente que andaba en el mismo rollo, pero después de pocas reuniones no se llegó a consolidar nada. Seguimos un buen tiempo trabajando independiente hasta hace unos dos años que se nos cumplió el sueño con Fundación Adán”, dice el rescatista.

Tener diez mascotas, por ejemplo, es como cuidar 10 hijos, menciona don Arturo. “Tengo que tener cuidado para que no me digan en la calle: “Mirá tu perro se porta mal. También tengo que ser vigilante para que no se crucen entre hermanos”, explica Araica, quien mueve cielo y tierra junto con su primo tanto para conseguir donaciones como para trabajar en las finanzas de la casa y que no se desequilibren, inclinadas al lado de la compra de medicinas, artículos de limpieza y concentrado.

“Mantenemos esa cantidad de mascotas y claro que es un gasto, hay que buscar lo más barato, ligar comida casera con el concentrado o con pastas, porque ya llegar a tener 15 mascotas, que son las que ahora tenemos no es tarea fácil”, advierte Araica, uno de esos “locos”, como él mismo se llama, que lo da todo por sus animales: el tiempo, la dedicación, la paciencia.

En todos estos 20 años, don Arturo no recuerda cuántos perros ha rescatado, ni cuántas mascotas ha tenido, pero sabe que lo que está haciendo es mejorar el mundo canino, que según él tiene su origen en el cariño a los animales, aunque sea en el aspecto comercial.

“Si se trata de ser honestos, procurar que sean bien criados, bien alimentados y con un hogar donde reciban el amor que merecen, entonces estamos haciendo algo bueno, no importa si el perro es de raza o es indio, cada uno tiene una capacidad de dar amor, que ningún humano puede igualar”, dice este señor, al vestir orgulloso su camiseta verde, con una paráfrasis de la canción de Los Beatles, “All you need is love”.

“Lo que le digo a quienes me critican —agrega— a los que me dicen: “Para qué querés tantos perros. O me quedan viendo extrañados, incluso asqueados, es que hacer lo que yo hago es demasiado sencillo, solo necesitás amar”.

Sección Domingo perros protección

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