María Melba Calero
Actualmente, la ausencia de los padres durante la niñez de sus hijos es cada vez más frecuente, aunque no debería de ser así, porque la presencia desde un principio en la vida de los hijos es vital, ya que el vínculo emocional que esto representa no puede ser sobrevalorado, mucho menos sustituido.
La psicóloga Hanniell Rivas asegura que en las primeras etapas de la vida del niño influye algo que se llama “genética versus crianza”. Es decir, todo ser humano trae consigo algo de sus padres, pero también se toma en cuenta la forma en que estos los educan.
Si hiciéramos una comparación de los niños que se desarrollan sin la presencia de sus padres, así como los que sí los tienen, encontraríamos diferencias muy significativas y determinantes para el desarrollo de los mismos.
El trabajo y, ante todo, los divorcios dan como resultado que los padres no dediquen el tiempo necesario a sus hijos.
“Es muy común que ellos se vuelvan dependientes del trabajo y descuiden a sus hijos, poniendo como pretexto que este es el sustento de todos”, afirma Rivas.
Sentimientos negativos
Los padres impactan directamente en el bienestar de sus hijos y al no estar presentes, se producen en los niños sentimientos de abandono.
“La ausencia de los padres puede provocar en sus hijos una baja autoestima y la perspectiva de cómo miran las cosas en un futuro es negativa”, asegura Rivas.
Y cuando los padres viven separados de sus hijos es posible que se pierdan muchos acontecimientos de su infancia, y los niños al observar que no están presentes no son capaces de tenerles la confianza y compartirles lo que para ellos es importante.
La psicóloga explica que los niños no les pueden decir acerca de sus días en la escuela o pedirles ayuda para sus tareas escolares, creando de este modo una lejanía que crece a medida que pasan los años. En otros casos, los niños de padres divorciados comienzan a culparse a sí mismos y piensan que han hecho algo mal para causar que su padre desaparezca de sus vidas.
Los efectos de estos pensamientos suelen reflejarse en el ámbito escolar, en el cual las malas notas y el poco interés por parte de los niños hacia el estudio aparece.
Por otro lado, Rivas afirma que la falta de atención de los progenitores también puede llevar a los niños a la conducta antisocial y la rebelión en la adolescencia.
Asimismo, quienes no tienen una fuerte relación con sus padres pueden ser más propensos a exhibir el consumo de drogas, la violencia y otros hábitos de conducta delictiva.
Hijos únicos
Las familias con presencia de hijastros son llamadas familias reconstituidas, ensambladas o combinadas y estas afrontan retos únicos y dificultades mayores que las familias tradicionales.
“Las relaciones entre los miembros de las familias reconstituidas pueden asemejarse a las puntadas que unen los parches de una colcha de retazos: aunque al comienzo puedan soltarse con facilidad, si se rematan bien, la colcha llegará a ser tan resistente como si estuviera hecha de una sola pieza”, ejemplifica Rivas.
Lo más idóneo para conseguir un ambiente de confianza entre padres e hijastros es superar las frustraciones y entenderse mutuamente. Es importante que los padres los integren poco a poco y les dediquen tiempo como si fueran sus hijos biológicos.
Por otro lado, por muchos años se pensó que los hijos únicos en una etapa adulta inevitablemente solían ser egoístas, difíciles y que tendrían menos práctica manejando conflictos con sus padres.
Sin embargo, Rivas afirma que los hijos únicos no son más autocentrados que los otros, ni menos competentes en el manejo de los conflictos, ya que la rivalidad entre hermanos no es necesaria para ayudarlos a resolver problemas. Tener compañeros de clases y amigos cumple la misma función. Es más, los hijos únicos tienen igual número de amigos que los niños que tienen hermanos.
En sí, las diferencias entre hijos únicos y aquellos criados con hermanos tienden a ser positivas.
Los hijos únicos han demostrado tener una inteligencia más alta y una mejor ejecución escolar, pero esto no debe tomarse como una excusa para dejarlos solos durante su infancia.
Calidad no cantidad
En algunos casos los padres pasan mucho tiempo con sus hijos, pero no lo aprovechan de manera adecuada.
De acuerdo con la psicóloga, el tiempo que le dediquen puede ser corto pero si es productivo, el niño se sentirá satisfecho emocionalmente.
Entre los tips que pueden ser de ayuda para sentirte mejor, sin importar tu situación laboral y familiar, se encuentran:
*Hacer una lista de las cosas que tú y tus hijos disfrutan juntos , por insignificante que pueda parecer te darás cuenta de que puedes pasar tiempo de calidad con ellos.
*Preguntar a tus hijos qué les gustaría hacer contigo. No esperes a que ellos te lo digan, ni procures siempre adivinar qué es lo que es divertido para ellos.
*Procurar pasar tiempo a solas con cada uno de tus hijos. Si eres mamá de varios, nada mejor para aumentar su autoestima y sensación de proximidad contigo.
*Involucrarlos en tu vida profesional y social. Sal con ellos en compañía de tus compañeros de trabajo u otros amigos.
* Hablar a menudo con tus hijos y transmitirles tu amor y apoyo por las actividades extracurriculares que realizan. Si los niños se sienten queridos y comprendidos, cualquier tiempo que pasen contigo será bien recibido y disfrutado.
*Si solo tienes un hijo, estimúlalo de igual manera que lo harías al tener varios, pero tampoco lo sobreprotejas. Recuerda que los extremos no son nada beneficiosos.