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Rita Isabel Valle es la feliz mamá de María Isabel, una bebita que nació prematura y con muy bajo peso. Dios la ha bendecido mucho con su hija, quien crece saludable. Peinado y maquillaje a cargo de Grupo Conceptos.

La más grande bendición

Transcurría la semana 17 de embarazo cuando a Karla Cuadra le diagnosticaron una fisura en las membranas ovulares que cubría a su bebé. Cuenta que desde entonces empezó a perder líquido amniótico, disminuyendo en gran manera las posibilidades de que su bebé naciera.

María Melba Calero

Transcurría la semana 17 de embarazo cuando a Karla Cuadra le diagnosticaron una fisura en las membranas ovulares que cubría a su bebé. Cuenta que desde entonces empezó a perder líquido amniótico, disminuyendo en gran manera las posibilidades de que su bebé naciera.

Para lograr que el embarazo llegara a feliz término, los doctores le recomendaron estar en reposo absoluto, ya que cualquier movimiento ponía en peligro al bebé.

“Estuve sentada todo el tiempo de mi embarazo. En una silla dormía y comía. Solo me podía levantar para ir al baño o a los chequeos médicos”, recuerda Cuadra.

Cada semana era una victoria para la familia de Karla, hasta los doctores se mostraban sorprendidos porque no podían creer que el embarazo siguiera su curso a pesar de las pocas probabilidades.

A la semana 33, Rodrigo Evenor Taboada Cuadra nació con un peso promedio de cuatro libras y fue conectado a un respirador artificial durante seis horas. Posteriormente, estuvo un mes en el hospital para ser alimentado por medio de sondas, ya que no podía succionar de manera natural.

Han pasado dos años y 10 meses. Rodrigo es un niño sano, cariñoso y muy inteligente. Karla reconoce que el optimismo y la fe que tuvo durante su embarazo la hicieron crecer más espiritualmente.

De acuerdo con el ginecólogo Juan Carlos Avilez, en ocasiones las membranas ovulares se pueden romper a los cinco o seis meses, lo cual es peligroso para el bebé. Por diversas razones se pueden presentar fisuras y roturas prematuras en las membranas, pero las principales se deben a falta de vitaminas, como zinc, e infecciones durante el embarazo.

Guerreros prematuros

Valeria Valentini también presentó rotura prematura de membranas ovulares con sus dos embarazos.

Con el embarazo de su hijo mayor, Diego Almanza, aconteció a los cinco meses, por lo que le tuvieron que aplicar inyecciones anticoagulantes para retener el poco líquido que le quedaba.

Las visitas al médico fueron semanales y con el debido tratamiento lograron mantener el embarazo hasta los ocho meses.

Diego Almanza Valentini nació sin complicaciones, por lo cual no fue necesario mantenerlo en una incubadora.

No así con Renta Almanza, quien nació a los seis meses. Sus pulmones no estaban lo suficientemente desarrollados, por lo que permaneció en el hospital internada y según Valeria, con pocas probabilidades de sobrevivir.

El doctor Avilez explica que los bebés prematuros se complican principalmente de los pulmones, ya que no se logran desarrollar bien antes de los ocho meses. Por tal razón, los hospitales tienen que proporcionar oxígeno a los bebés hasta que puedan respirar solos.

Valeria recuerda que le fue muy difícil dejar a su hija en la incubadora y regresar a su casa.

“Solo me permitían verla dos horas al día y debía esperar lo peor porque era muy probable que no reaccionara ante los tratamientos”, comparte Valeria.

Hoy en día, Renata es considerada por su mamá como una guerrera porque si se enferma y hay que inyectarla, ella no muestra ningún dolor ni incomodidad.

“Yo lo relaciono porque luchó por su vida desde que vino a este mundo y ahora que está más grande ya no le tiene miedo a las agujas. En cambio, Diego ni los jarabes le gusta tomar, es una lucha con él”, afirma Valentini.

María Isabel también es una guerrera. Nació a los siete meses de embarazo, pesando menos de dos libras y con muy pocas probabilidades de sobrevivir.

Su mamá, Rita Valle, nos cuenta que debido a la presión alta que presentó los médicos la intervinieron de emergencia.

“Todo fue de un momento a otro. Yo creía que mi hija había nacido muerta, pero a los dos días mi esposo me dijo que fuera a neonato para conocerla. Ahí permaneció por más de un mes y sufrió de intercolitis”. asegura Valle.

Los médicos no garantizaban la vida de María Isabel. Sin embargo, logró reponerse y ganar peso alimentándose con fórmulas especiales. A los dos meses y una semana de nacida, le dieron de alta y desde entonces vive feliz y rodeada de mucho amor.

El milagro de vivir

A la edad de 16 años, Valeria Dávila fue sometida a una operación para extraerle el ovario derecho y parte del izquierdo, dejándole solamente un cuarto del mismo.

Sufría de quistes ovarícos y los resultados de un ultrasonido pélvico reflejaron que los quistes estaban aumentando más de tamaño y que habían ocasionado la pérdida del ovario derecho.

El doctor Avilez afirma que cuando se hay quistes de más de cinco centímetros y que han invadido el ovario, lo mejor es retirarlo, así se reduzcan las posibilidades de concebir en un futuro.

Las probabilidades para Valeria Dávila eran muy pocas, pero Dios le concedió la bendición de tener entre sus brazos a Carlo Gabriel, quien nació hace cinco meses.

“Cuando supe la noticia no lo podía creer, porque pensé que nunca lo lograría. Me llené de felicidad y desde entonces me siento más dichosa”, confiesa Valeria.

A partir de esa experiencia, Valeria admite encontrarle otra perspectiva a las situaciones de la vida e intenta disfrutar cada momento con su hijo, quien la ha llenado de luz.

El nacimiento de Sofía del Mar también estuvo lleno de dificultades. Su mamá, María Luz André, tuvo un parto abrupto.

Con cinco centímetros de dilatación, a María Luz le aplicaron la inyección epidural. A los pocos minutos surgieron complicaciones y Sofía del Mar nació porque Dios escuchó los ruegos de su mamá.

“Como médico yo sabía que había pasado el tiempo suficiente como para que la niña se estuviera muriendo por falta de oxígeno. En ese momento hablé con Dios. Los médicos dicen que estuve inconsciente por algunos minutos, pero yo recuerdo todo muy claro y no creo haber perdido el conocimiento. Yo hablé con Dios y le dije que mi hija tenía que nacer porque estaba pariendo a como lo dice la Biblia. Le pedí que naciera, que la dejara vivir”, recuerda María Luz.

Al instante su hija pudo salir, pero tuvieron que reanimarla porque estaba morada por falta de oxígeno. Nació con edema cerebral y a los tres días, debido a los diferentes pinchazos que recibió, sufrió una gangrena que a su vez ocasionó que parte de sus deditos de la mano derecha le fueran amputados.

“Sofía me necesita. He aprendido mucho de ella, de como una persona con discapacidad puede estar sonriente y feliz todos los días”, comparte la feliz mamá.

Sofía del Mar es una niña muy inteligente y sociable. Comprende todo lo que se le dice y a su manera intenta comunicarse. Con su andarivel ella misma trata de caminar. Juega, se divierte, entiende inglés, puede leer algunas palabras, le gusta ver películas y pasar mucho tiempo con su mamá, quien es su mejor amiga y aliada para experimentar nuevas aventuras.

María Luz André afirma que no pierde las esperanzas de algún día verla caminar muy bien. Está segura, como hija de Dios, que Él le concederá el milagro, así como lo hizo con su nacimiento.

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