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Usa un reloj en cada muñeca, con uno llegó a la selva y “el otro es de cuando empezó el alto al fuego”.

Un mito llamado Marcos

Esta es la historia de un célebre personaje que ya no es o mejor dicho “nunca fue”, porque estando vivo se ha autoproclamado muerto y asegura que “no existe ni ha existido”. En cualquier otro caso, esta negación de la propia existencia podría tomarse como un disparate mayúsculo, pero no en el del subcomandante Marcos. Por eso la prensa internacional, que se encargó de crear el mito, divulgó también su comunicado-testamento. Pocos han “muerto” con más estilo.

Por Amalia del Cid

Esta es la historia de un célebre personaje que ya no es o mejor dicho “nunca fue”, porque estando vivo se ha autoproclamado muerto y asegura que “no existe ni ha existido”. En cualquier otro caso, esta negación de la propia existencia podría tomarse como un disparate mayúsculo, pero no en el del subcomandante Marcos. Por eso la prensa internacional, que se encargó de crear el mito, divulgó también su comunicado-testamento. Pocos han “muerto” con más estilo.

Estas son algunas frases del subcomandante marcos, escritas o leídas a lo largo de sus 20 años en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“Elige un enemigo grande y esto te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él crece, tú te harás pequeño, me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra”.

“Es preferible morir con honor que vivir con la vergüenza de un tirano dictando nuestros rumbos”.

“La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina”.

“¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo”.

“Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida. Supimos y sabemos que para vivir, morimos”.

“En lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo. En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida. En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida”.

“Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación. Empezó entonces la construcción del personaje llamado ‘Marcos’”.

“El ‘SupMarcos’ pasó de ser un vocero a ser un distractor. Si me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga”.

“Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar solo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización”.

“Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto. O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí”.

“Quienes amaron y odiaron al ‘SupMarcos’ ahora saben que han odiado y amado a un holograma”.

Después de 12 días de enfrentamientos armados, posteriores al alzamiento zapatista, los indígenas lograron el primer diálogo nacional. Luego, entre 95 y 96 se elaboraron los Acuerdos de San Andrés, que establecían “la lucha agraria, la lucha por el reconocimiento legal de los derechos de los indígenas y la construcción de estructuras de gobierno autónomo”, señala Majo Siscar en el artículo Los zapatistas avanzan en silencio hacia la autonomía, donde se explica el funcionamiento de las comunidades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“Aunque pronto se quedaron en papel mojado,los Acuerdos son un documento de referencia y dieron visibilidad a los pueblos indígenas”, dice Siscar. De esos Acuerdos salió el Congreso Nacional Indígena, que convirtió a los pueblos originarios en un actor político. Los zapatistas “empezaron a llevar sus derechos y su autonomía por su cuenta. Si no había reconocimiento legal de sus necesidades y sus modos propios, los ejercerían en la práctica. Recuperaron miles de hectáreas de tierras a los caciques para trabajarlas ellos mismos. Y empezaron una política de fortalecimiento local. Para ello, la estructura militar cedió espacio a sus bases de apoyo, como se hacen llamar los zapatistas civiles”.

Luego, explica la periodista, “se organizaron en Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, que estructuran los territorios que controlan y promueven el desarrollo local fuera de las leyes gubernamentales”. Después establecieron cinco suprarregiones como centros de poder político y administrativo, los “Caracoles”.

Para 1998, señala Siscar, el EZLN controlaba 38 municipios autónomos en el centro y oriente de Chiapas y ya en 2003 existían cinco Juntas de Buen Gobierno (JBG), con autoridades que se relevan temporalmente y son elegidas por la propia comunidad. Estas juntas, subraya, son responsables de los proyectos, la administración y la impartición de justicia.

Tras cinco años sumido en un silencio mediático casi absoluto, durante el cual se rumoró que estaba gravemente enfermo de cáncer de pulmón y se especuló sobre su posible muerte o su “buena vida en la ciudad de México”, el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) reapareció el pasado 25 de mayo en la comunidad La Realidad, en la selva de Chiapas, donde miles de indígenas rendían homenaje a José Luis Solís López, asesinado el 2 de mayo.

Ahí leyó su comunicado “Entre la luz y la sombra” y declaró que el personaje de Marcos moría para que en su lugar viviera el del “Subcomandante Insurgente Galeano”. “Galeano” fue el nombre de lucha de Solís López.

“Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional… Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado”. Con estas palabras se despidió quien durante veinte años fue el rostro del movimiento zapatista indígena de México. Y aquí hay que decir que lo de “rostro” es solo una figura literaria, porque en realidad nunca se quitó en público el pasamontañas y en eso, precisamente, descansa gran parte del mito. Este hombre hizo del misterio su carta de presentación.

Marcos, según Marcos, fue un hombre con mil rostros y también ninguno. A veces “tenía los ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista”. Eso dijo en su último discurso. Pero es un secreto a voces que el subcomandante tiene nombre y apellido y que nació en la ciudad de Tampico como el cuarto de ocho hermanos. Al menos esa es la versión popularmente aceptada.

Su nombre real sería Rafael Sebastián Guillén Vicente, de acuerdo con investigaciones publicadas en 1996 por el periodista Martín Solares en su reportaje Cuando Marcos era Rafael . Esa fue la identidad “revelada” en febrero de 1995 por el entonces presidente Ernesto Zedillo, cuando el gobierno mexicano andaba a la caza de dirigentes rebeldes y en las calles nació la consigna que recorrió el mundo: “Todos somos Marcos”. Como si se tratara de un Espartaco del siglo XX.

El subcomandante Marcos ha despertado pasiones encontradas. Ángel y demonio. Verdad o fraude. Lo que nadie niega es la belleza y mordacidad de su prosa. No lo hace ni el nicaragüense Edén Pastora, el “Comandante Cero”, quien en 1995 —según cuenta— fue llamado por la inteligencia y la Secretaría de Gobernación mexicanas para que analizara la “problemática” del EZLN y a la fecha sigue sosteniendo que el famoso líder zapatista no fue más que un “proyecto fracasado” de Carlos Salinas de Gortari para “crear un estado de guerra y poder reelegirse”. Cosa que no sucedió.

Alzamiento indígena

La madrugada del primero de enero de 1994, día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que simbolizaba el ingreso de México a la modernidad, miles de indígenas se alzaron en armas en Chiapas, al sureste del país. Las ciudades amanecieron tomadas y así la “insurrección armada” del EZLN le recordó a México “los problemas que lo ataban al pasado”, dice el periodista Juan Carlos Pérez Salazar en su reportaje México: qué fue del subcomandante Marcos , publicado por la BBC Mundo.

“Fueron solo doce días de combate. Los muertos se contaron por decenas no por centenares, pero fue suficiente para atraer la atención mundial. Luego vino la tregua, el diálogo. Y entonces emergió la figura de Marcos. El pasamontañas, la pipa, su humor mordaz y finalmente su prosa lo convirtieron en un favorito de la prensa”, narra Pérez Salazar.

Dicen algunos articulistas que el primero en entrevistar al “sup Marcos” fue el periodista Gaspar Morquecho, en la agitada mañana de aquel primero de enero, en la plaza central de San Cristóbal de las Casas, cuando el mito aún no nacía. En su artículo A 6,570 días del levantamiento armado del EZLN , Morquecho lo describe “alto, blanco, paliducho, ojos amielados, manos largas, blancas, uñas recortadas y del pasamontañas sobresalía una nariz, mmmmmh, pronunciada”. Desde entonces gustaba de la ironía, pues a unos turistas que le explicaron que ese día debían viajar, les respondió: “Disculpen ustedes las molestias, pero esto es una revolución”.

En los siguientes años, el subcomandante Marcos sería entrevistado incontables veces, tanto que llegó a escribir un burlesco “Formato para entrevista exclusiva con el sup”. Entre muchas otras, concedió entrevistas al nobel colombiano Gabriel García Márquez, a Jorge Ramos, a la revista Gatopardo y a Gloria Muñoz Ramírez, la periodista con la que se especula vivió una apasionante historia de amor.

El “sex symbol”

En el 2005 Marcos saltó a las páginas satinadas de la revista Quién , con la noticia de su “intensa historia de amor” con Gloria Muñoz Ramírez y hasta su presunta boda en la selva Lacandona. Según el artículo, la reportera mexicana llegó dos días después del levantamiento armado junto con otros 800 periodistas de todo el mundo. Apenas tenía 26 años, pero ya era considerada uno de los mejores elementos del diario Punto. A los meses se supo que no tenía intenciones de regresar y a partir de 1997 se divulgó el rumor de que era la novia del subcomandante. Se cree que la relación duró once años.

La revista Quién bautizó al guerrillero como “el sex symbol de la selva” y citó la “admiración” que le profesaban celebridades como Madonna y la escritora Guadalupe Loaeza. Sin embargo, desde mucho antes otros medios destacaron la popularidad del encapuchado entre las mujeres.

Por ejemplo, en el 2001 Carlos Fazio escribió para el Clarín: “La ‘Marcosmanía’ no solo tiene el sello del México pobre y miserable, de esos rostros curtidos que reflejan el color de la tierra triqui, mazateca, zoque, mije, huave, chinanteca y el de las otras etnias que salen a su paso. También reúne ‘anarcopunks’, clasemedieros, turistas extranjeros y sobre todo, mujeres. Muchas mujeres. Blancas, mestizas e indígenas de todas las edades. Y es que Marcos se ha convertido en el ‘símbolo sexual’ del momento. Como si fuera la estrella rutilante de una farándula consumista, por doquier, adonde llega la caravana se oyen alaridos femeninos y decenas de brazos agitan cartulinas y pancartas que exhiben frases como ‘Marcos, te llevás mi corazón’, con carnosos labios estampados en carmín”.

Lo cierto es que el subcomandante logró “crear un glamour mediático más parecido al de una estrella de Hollywood que al de un guerrillero en activo”, se afirma en el libro Guerrilla y comunicación: la propaganda política del EZLN , publicado en el 2004. Los autores exponen: “El jefe zapatista ha alcanzado el galardón de mito y llena Europa de jóvenes inconformistas que portan camisetas con su rostro encapuchado en los conciertos de rock. Marcos aglutina en torno a su difuso mensaje político a toda la oposición antisistema y, por si fuera poco, toca techo convirtiéndose en un sex- symbol. Un nuevo Che Guevara ha nacido”.

“En México las muchachas se morían por Marcos. Es lo único que yo le envidiaba”, bromea Edén Pastora, para quien el subcomandante siempre fue Rafael Sebastián Guillén Vicente, un intelectual que “manejaba mejor la computadora que la metralleta” y “sostenía el fusil como quien sostiene una pala”. Según el “comandante Cero”, sin proponérselo ayudó a salvar a Marcos, al explicar que no representaba un peligro militar.

El otro

Hasta el último día, Marcos negó ser Rafael, el cuarto de los ocho hijos de Alfonso Guillén y Socorro Vicente. Un niño nacido en Tampico, quien “no fue el más brillante ni el más peleonero, travieso, violento, guapo o simpático, y ni siquiera el más rebelde de sus hermanos”, según el periodista Martín Solares.

Este Rafael fue profesor universitario de prosa brillante, como la de Marcos, y probablemente en los años ochenta, antes de unirse al EZLN, trabajó en las milicias del norte de Nicaragua. “He escuchado versiones serias de estuvo aquí”, dice Pastora. Y en el libro Marcos, la genial impostura , los periodistas Bertrand de la Grange y Maite Rico hablan de sus viajes a Nicaragua y Cuba.

Estas son las dos caras del mito. Rafael, el niño introvertido que aprovechaba cualquier fiesta infantil para actuar como mago. Marcos, el gran prestidigitador.

Sección Domingo Marcos

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