Ana Salgado
TERAPEUTA SEXUAL Y DE PAREJAS
Se requiere mucho más que dos personas conviviendo para formar una pareja. Muchas personas están en relaciones de pareja que se han vuelto inexistentes. Las parejas inexistentes pueden clasificarse en:
*Los hermanitos: generalmente se llevan bien, pero no hay sexo, deseo ni interés sexual entre ellos.
*Los peor es nada: están unidos por cosas que no son el amor; generalmente hijos, comodidad económica, deudas, el qué dirán, el deseo de no ser divorciados, el miedo a la soledad, etc.
*Por los hijos: son los que están unidos por la excusa de los hijos, aunque estos tengan 40 años, vivan en otro país y los visiten una vez al año.
*Los “ni con vos ni sin vos”: estas son parejas cuyas relaciones dejan mucho que desear, están plagadas de problemas y quejas, pero no logran dejarse. Las razones más comunes que los mantienen juntos son la esperanza de que la otra persona va a cambiar, el tener un sexo especialmente bueno (acompañado con la fantasía que no voy a poder tener ese mismo placer con nadie más) y el miedo a perder (el tiempo, esfuerzo, dinero, etc., invertido hasta ahora en la relación).
*Los socios: intercambian bienes de distinta clase. Dinero por sexo, sexo por compañía, compañía por afecto, etc. Es un intercambio comercial, pero como lo intercambiado es generalmente intangible, mantener el balance entre el dar y el recibir es prácticamente imposible y, por tanto, los “socios” tienden a sentirse insatisfechos con el intercambio.
En cambio, un par de personas que sí son pareja son un “nosotros”. Construyen una relación, que se convierte en este “algo” intangible que existe entre nosotros, de manera que al sumarnos vos y yo, da un nosotros (1+1=3).
*Tienen un proyecto común: que es siempre la relación misma y su bienestar. Entonces no se hace lo que vos o yo queremos como individuos, sino lo que más le beneficia a la relación.
*Están comprometidos: están profundamente convencidos de que esta relación es lo mejor para ellos y, por lo tanto, hacen lo que es mejor para el bienestar de la misma, aunque no sea lo que los beneficia como individuos, ni lo que más les gusta o resulta familiar.
Las personas pueden vivir muchos años juntas, incluso mantener una cierta armonía sin ser una pareja. Sin embargo, cuando no somos una pareja, la relación no tiene futuro. Eventualmente, se convierte más en una carga que en una fuente de bienestar para todos los involucrados.
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