Desde el comienzo del Mundial, los comerciantes del famoso barrio turístico de Copacabana en Río de Janeiro se frotan las manos ante los buenos negocios, pero la falta de mercaderías los amenaza y los proveedores no pueden aguantar el ritmo.
Aunque sea invierno, es como si fuese Año Nuevo todos los días, dice Juan de Lima, uno de los gerentes del kiosco Ray y Ysarah que bordea la playa más famosa del mundo, cuyos fuegos artificiales atraen cada 31 de diciembre a más de un millón de personas.
Para enfrentar la demanda, Juan tuvo que apelar a dos empleados adicionales y amplió el horario de su kiosco, que ahora ofrece comida y bebidas las 24 horas del día a los turistas venidos del mundo entero.
Aquí, las cervezas, caipirinhas, pizzas y frango passarinho (pollo frito al ajo) se venden como churros y estos kioscos con una vista al mar grandiosa no se vacían nunca, sea de día o de noche.
Vedette de ventas: el agua de coco (un gran coco verde helado y agujereado, con una pajita para sorber su jugo), reclamado a toda hora. Normalmente en esta época del año vendemos 50 por día. Pero gracias a la Copa vendemos de 200 a 300 diarios.
Nuestros mejores clientes son los estadounidenses, realmente gastan sin contar la plata, explica Juan.
Lo mismo sucede en un supermercado del barrio, donde el gerente, Almir Patros, registró un alza de ventas de 19 por ciento en el mes de junio.
Tenemos problemas los días de partido en el Maracaná, nos toman por asalto y nuestras provisiones de pan, jamón y queso se agotan rápidamente, porque la gente quiere hacerse sándwiches por poco dinero, explica frente a una góndola llena de cerveza brasileña, el producto más solicitado desde el inicio del Mundial.
Cada mañana, al amanecer, las calles de Copacabana se convierten en el escenario de un ballet de camiones de entrega que llegan a reabastecer a los comercios saqueados por los turistas.
Esto va realmente tan rápido que a veces los proveedores no llegan a seguir nuestros pedidos, explica Antonio da Cruz delante de su lanchonete, una suerte de bar-restaurante especializado en jugos de frutas y sándwiches.
Antonio es uno de los comerciantes que se ha quedado corto a raíz de la fuerte demanda. Nuestras ventas aumentaron de 70 a 80 por ciento. Nos quedamos varias veces sin naranjas ni maracuyás, porque los proveedores no las entregaron a tiempo, lamenta.
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