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Planeta de los simios

La segunda película en el nuevo ciclo de la franquicia de El Planeta de los Simios llega a la pantalla a la sombra de Transformers 4, lo que distorsiona de alguna manera su apreciación. La película de Michael Bay es tan estéril y artificial, que la nueva oferta taquillera gana en comparación. Es buena, pero no tanto así.

 

Por Juan Carlos Ampié

La segunda película en el nuevo ciclo de la franquicia de El Planeta de los Simios llega a la pantalla a la sombra de Transformers 4, lo que distorsiona de alguna manera su apreciación. La película de Michael Bay es tan estéril y artificial, que la nueva oferta taquillera gana en comparación. Es buena, pero no tanto así.

Han pasado 10 años desde que el científico encarnado por James Franco dejara a César (Andy Serkis) y su manada de simios inteligentes internándose en los bosques del norte de California. En el interín, la humanidad se ha visto diezmada por el mismo virus experimental que aceleró el desarrollo mental de los simios. César es líder de una boyante población de simios que un nefasto día encuentra en el bosque a un pequeño grupo de humanos.

Son miembros de una colonia afincada en las ruinas de San Francisco, tratando de llegar a una represa hidroeléctrica para reactivarla. El gatillo pesado de uno de ellos sirve de detonante para una cadena de eventos que precipitará una confrontación violenta entre ambas civilizaciones.

El protagonismo humano reside en Malcom (Jason Clarke), quien comparte la filosofía pacifista de César. La película es una efectiva pieza de acción y suspenso. Sus giros dramáticos se aplican con precisión matemática, de tal manera que el momentum nos hace pasar volando por encima de coincidencias y agujeros de trama que hundirían a un producto menos elaborado.

No faltan las distracciones. La tecnología utilizada para recrear a los simios es cada vez más sofisticada. De hecho, la balanza está inclinada en contra de los actores de carne y hueso. Los personajes humanos son curiosamente desdibujados. Quizás sea un problema del guión y la dirección de actores. O quizás Jason Clarke, tan efectivo como actor de reparto en películas como Zero Dark Thirty , simplemente no tiene el carisma para contrarrestar con poder de estrella a sus colegas afinados por la tecnología computarizada.

El conflicto principal reside en la sorda lucha de poder entre César y su lugarteniente Koba (Toby Kebbell), quienes dramatizan una lucha alegórica entre el belicismo y el pacifismo como filosofías de vida.

La distopía futurista está construida con precisión y convicción. Sin embargo, algunos vicios del cine contemporáneo de acción siguen patentes. Estamos en un mundo de hombres, donde las mujeres se ven relegadas a roles tradicionales y decorativos. Kerry Russell es pareja de Malcom, virtual madrastra de su hijo adolescente (Kodi Smith-McPhee) y proveedora de cuidados médicos. Apenas se registra su presencia.

Todas las posiciones de poder en la colonia humana parecen ocupadas por hombres, Gary Oldman resulta ser el hombre más sustancial. En el campo de los simios las cosas no son diferentes. El único personaje femenino de alguna significancia es Cordelia (Judy Greer), la pareja de César, reducida a yacer en cama con un mal parto. No creo que tenga una línea en toda la película, verbal o señalizada.

Quizás ese sea el logro más particular de la película. Además de crear un ejército de simios de movimientos persuasivos y naturales, la escenas en que se comunican por señas son tan convincentes como cualquier escena de diálogo tradicional. Es raro que una producción eminentemente comercial, concebida para recuperar su inversión en la taquilla norteamericana, someta a su audiencia meta a leer tantos subtítulos.

Para el preestreno de este fin de semana, los cines únicamente han programado proyecciones en 3D. Es una astuta estrategia para que los más fanáticos paguen un premium por satisfacer su curiosidad. El efecto estereoscópico es apenas perceptible, y absolutamente innecesario a la hora de disfrutar los discretos placeres de esta película.

Sección Domingo

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