14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Nora Sándigo rodeada de niñas a quienes brinda asistencia cuando estos quedan en total desamparo. LA PRENSA/J. FLORES

La gran mamá

Nora Sándigo es la madre de 819 niños. El más pequeño de nueve meses y el mayor de 17 años. Viven en 14 diferentes Estados de Estados Unidos. Y son originarios de diferentes países, y diferentes razas. En realidad, ella solo tiene dos hijas biológicas: Athena y Jerryan. El resto, 817, son hijos de otros inmigrantes como ella, que ha “adoptado” para convertirse en su guarda legal y evitar que sean deportados.

Por Mónica García Peralta

Nora Sándigo es la madre de 819 niños. El más pequeño de nueve meses y el mayor de 17 años. Viven en 14 diferentes Estados de Estados Unidos. Y son originarios de diferentes países, y diferentes razas. En realidad, ella solo tiene dos hijas biológicas: Athena y Jerryan. El resto, 817, son hijos de otros inmigrantes como ella, que ha “adoptado” para convertirse en su guarda legal y evitar que sean deportados.

Pero, la gran mamá no solo establece lazos legales con los pequeños que quiere ayudar. Hay sentimiento. Ella vela por su escuela, por su salud, y como cualquier otra madre que conserva la primera camisita del bebé, el primer biberón o esa primera foto, ella guarda con amor esos 817 archivos.

Nora es una nicaragüense que emigró en tiempos de la guerra. Nació y creció en Comalapa, Chontales, y llegó sin nada a Estados Unidos. Ahora pasa sus días organizando los archivos de sus pequeños. Caso por caso, ordenado alfabéticamente, contiene los registros de nacimiento, tarjetas de seguro social, fotos, pasaportes y formularios notariales de esos 817 infantes. Le han llamado “Gran Madre”. Le dicen de cariño “Norita”. Ella misma se denomina como “una curita” para estos niños que apenas intentan aliviar el dolor de una gran herida que es la deportación.

Cuando Nora entró a Estados Unidos en 1984 no había planificado nada. Era otra migrante más, pero sabía que debía legalizar su estadía, buscar un permiso de trabajo o residencia. Empezó a hacer los trámites una semana después de haber llegado. Fue a una oficina en Miami que pertenecía a las Naciones Unidas y que se dedicaba a ayudar a quienes solicitaban asilo político.

El gobierno de Estados Unidos denomina como “familias de estatus mixto” a los niños nacidos en ese país, pero con padres indocumentados. Nora ha puesto toda su vida, y hasta su propio dinero en una organización que los ayuda. Ese fue el primer paso que dio para ser la mamá de tantos.

MUCHA madre

A Norita no le alcanzan las 24 horas del día para dividirse en tantos pequeños. Con ayuda de su esposo Raymundo Otero, lleva a la escuela a muchos de los niños que viven en Miami, que son aproximadamente 13. Además reserva al menos dos citas médicas, otra con un psicólogo y encuentra el tiempo para visitar a algunos de los padres detenidos que esperan su juicio por estar ilegales. Organiza los cumpleaños en su propia casa. Les lleva utensilios escolares. Contesta llamadas telefónicas, correos, sea la hora que sea.

“Eso sucedió involuntariamente. ¡Oh Dios!, no supe ni cómo”, menciona Nora, quien tiene un amor profundo no solo por compatriotas a quienes empezó a ayudar, sino por el resto de inmigrantes centroamericanos, europeos, chinos y de otras partes del mundo que ella misma desconocía que existían.

Los primeros hijos adoptivos de esta madrina fueron de unos amigos peruanos. Todo inició con ese pequeño favor que pidió la mamá de los pequeños cuando fue detenida por las autoridades de Migración. Ella aún con sus propias responsabilidades accedió después de que los visitó un día en la casa hogar donde estaban. La niña había comenzado a ver a un consejero para lidiar con la depresión de no tener a sus padres, y el otro pequeño había empezado a saltarse sus clases en la nueva escuela. “¿Cómo no los vamos a ayudar?”, dijo Sándigo a su esposo.

Los padres de los primeros dos le dieron un documento legal que decía que en caso de que algo pasara podía recogerlos, llevarlos al hospital, representarlos en la escuela. “De repente llegaron otros dos, otros dos, otros dos, otros tres, otro uno. Y así hemos llegado a este punto. Cinco años después parece que tengo 817 hijos”, explica Nora.

Según Sándigo, el hecho de que ella tenga la custodia de los pequeños evita que caigan en manos del Gobierno. “Eso es una gran ventaja”, asegura, porque una vez que los padres son deportados, trasladan a los niños a centros de albergue donde deben convivir con toda clase de situaciones. Y además en algunos casos, las autoridades los consideran huérfanos, aún teniendo vivos a sus padres y corren el riesgo de ser dados en adopción.

Toda una vocación

De niña Nora ya sentía la ansiedad por ayudar. Su familia no era la más adinerada de Comalapa, pero sus padres trabajaban con esmero para darle lo mejor. A ella y a sus siete hermanos, quienes también recibían apoyo de algunos familiares que vivían en Estados Unidos, la mayoría vinculados a su papá Demetrio Sándigo.

Desde que nació, un 4 de julio de 1965, su infancia estuvo llena de colores y calor de familia. En su pueblo que era tan pequeño en ese tiempo todos se conocían y se querían. A los 14 años tuvo los primeros indicios de servicio, pues instaló en el patio de su casa una pequeña escuelita improvisada. “Era una niña, enseñando a otros niños”, ríe de sus ocurrencias del pasado.

En el “day care”, como le llama ahora en una mezcla de español nicaragüense e inglés ocasional, Nora ayudaba con las tareas que dejaban las maestras a los demás pequeños. La gente —según comenta— la veía con un cierto grado de madurez y le agradecían, sobre todo porque ella no les cobraba nada.

“También me encantaba cocinar”, menciona Nora al recordar a sus abuelitas Chon y Natalia, quienes le enseñaron a preparar riquísimos dulces. Caramelos de nancite y de mantequilla, rosquillas, empanadas que hacían en un horno grande de bloque y barro. “Ojalá pudiera hacer algunas de mis recetas de dulces”, añade.

Nora tiene más de dos décadas de vivir en Estados Unidos y todos los días desde que la acogieron en aquella oficina de asilados, lo ha dedicado a ayudar a cuanta persona ha podido. Después de meses de haber llegado, su deseo por dar orientación a los nicaragüenses se transformó en una oficina improvisada en la sala del apartamento de la Vieja Habana, que compartía con una de sus hermanas. Así inventó nuevas formas de ayudar. Formó una organización que le diera más posibilidades de seguir en su afán. Esa oficina fue la que vio nacer a Fraternidad Nicaragüense.

La Fraternidad empezó el mismo año en que arribó a Estados Unidos, 1988. Las peticiones de asilo político en ese tiempo no paraban de llegar y Nora quiso centrarse en sus compatriotas que salían del fuego cruzado que se vivía en Nicaragua. En los años noventa, sin embargo, al terminar la guerra, el asilo político no era una opción y los nicaragüenses tenían que enfrentarse como el resto de latinoamericanos a la “migra” y las prohibiciones con las que se topa un indocumentado en tierras norteamericanas. Entonces empezó a trabajar en favor de ellos también.

Al principio la labor era conseguir agua, comida y ropa para sus paisanos. Pronto Nora empezó a trabajar en otras necesidades. Ella, algunos de sus familiares y su esposo llenaban papeles, formularios, documentos legales y acompañaban a las familias a las oficinas de Migración. Buscaban abogados que hicieran trabajos pro-bono (por beneficencia) y trataban de evitar a toda costa la deportación.

Metas cumplidas, metas por cumplir

“Durante este período conseguimos la aprobación de la Ley Nacara, que otorga la residencia legal a algunos nicaragüenses y centroamericanos que llegaron a Estados Unidos antes del 1 de diciembre de 1995. Y también logramos el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) que es una protección para los indocumentados centroamericanos que llegaron en 1998, cuando el huracán Mitch causó daños severos en la región”, dice Sándigo.

La defensa por los migrantes que realizaba la nicaragüense tomó popularidad, llegaban de todas partes del mundo y por eso es que decidieron cambiar el nombre de la organización a Fraternidad Americana. Hasta el 2010 el centro de censos estadounidense (US Census Bureau) contabilizó a 247,593 nicaragüenses con residencia norteamericana. Las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) subían la cifra a unos 348,202 al incluir a los indocumentados. Con esta gran lucha que emprendió Sándigo y el resto de los que se unieron a su causa, los nicaragüenses encontraron protección.

De esa cifra Nora Sándigo brindó apoyo a unas 10,200 personas. “El 94 por ciento de esta gente logró legalizar su estadía o recibió el servicio que necesitaba de nuestras oficinas, por ejemplo la ayuda y seguimiento de su caso antes, durante y después de la deportación. Comida, ropa y hasta apoyo emocional”, explica Sándigo.

Todo este gran trabajo requiere dedicación. Al llegar a su casa revisa cuidadosamente todos los casos que tiene sobre su mesa. Revisa correos, escribe comunicados. Pueden llegar las 2:00 de la mañana y ella no ve pasar las horas en su trabajo. Su mamá, Tulita Núñez de 88 años, le lleva algo de comer.

Esa misma preocupación que tiene doña Tulita y el cuidado que no se vayan las horas sin que su hija coma, es la misma que Nora tiene con todos los pequeños que tiene apadrinados, quienes tienen la oportunidad de vivir con sus familiares, no dejan sus escuelas y sobre todo entienden que sus padres solo están lejos. No los han abandonado.

Ella revisa todo documento que llenan los voluntarios en Washington, Chicago, California, Atlanta, Nueva York, New Jersey, Texas, Maryland y Virginia por mencionar algunos han seguido su ejemplo. Quita y pone. Hace llamadas. Manda correos. Todo lo que sea por ayudar y evitar que los pequeños se queden sin familia.

Nora quiere tener aún más incidencia en esa nación, porque piensa que esa es la misión que Dios le otorgó en el mundo. Se llena de esperanza cuando dice que lo que espera es conseguir que paren las redadas y deportaciones. Planea ir y convencer a cada congresista, cada representante y al mismo presidente Barack Obama para que se apruebe una reforma real para los migrantes.

Por ahora esa es la lucha. Por Nicaragua y el resto de países del mundo, según explica. Este es un trabajo que realiza como voluntaria, que le mereció varios reconocimientos de la comunidad inmigrante, distintas organizaciones y un amplio reportaje en el diario Washington Post.

De acuerdo con este Diario una cuarta parte de las personas deportadas de los Estados Unidos son padres de menores de edad ciudadanos, lo que significa más de 100,000 niños estadounidenses que pierden un padre por las deportaciones de cada año. Estos niños se convierten en “huérfanos de inmigración”, como el propio Gobierno llama a este grupo.

Ella los protege cuando la buscan, no porque crea que tiene la capacidad de ser madre de tantos, sino porque nadie más lo hace, según dice. Mucho menos el gobierno de Estados Unidos.

Nora incluso ha gastado unos diez mil dólares de sus ingresos para comprar algunos suministros de los pequeños. Al llegar a su casa después de un largo día, le toca revisar los correos, escribir comunicados de prensa. Revisar los casos pendientes. Y dormirse como todas las noches con el teléfono al lado, cuando son cerca de las 1:00 o 2:00 de la mañana. Todo eso para contestar siempre: “Aló. ¿En qué puedo ayudarle?”.

“Espero algún día pueda haber la democracia que tanto hemos soñado para mi Nicaragua, y por la que murió tanta gente. Que podamos ver un verdadero desarrollo para que se vea al futuro con mucha más esperanza”.

Sección Domingo Comalapa mama Sentimiento

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. aurora acuna
    Hace 10 años

    Mientras esos pequenos tienen carino y los cuide alguien bienn donde no los abusenn no importa si tienen o no fondos finca etc.. cada padre seguro le agradese que alguien le da de comer .le da medisinas y lo arropa cada diaa..eso es lo importanteee

  2. maria hernandez
    Hace 10 años

    asi yo tambien me combierto en madre abuela tia hasta nana de todo esos infantes asi que estimada monica por favor investige mas y los 300mil dollares que le dan a esta sra ya que no lo hace por su gran corazon que tine yo se de personas que como no va alograr nada con ellos lo trata peor que un perro asi que como dice le dicho con la plata baila el perro no la ponga con la madre teresa de calcuta que no lo es jajajajaj

  3. maria hernandes
    Hace 10 años

    a se me olvidaba aqui en los Estados Unido por cada nino que uno tenga custodia legal hasta los 18 anos de edad el estado le da un ck para su alimentacion y vivienda por lo tanto la sra de buen corazon resive 819 chekes mensual haga la cuenta usted lector y esto lo puede confirmar con la oficina de childre familly de cada estado como le quedo el ojo eso a parte de los 300 mil dollares cada 6 meses que resive para su fundacion que le heredo su amigo el cura

  4. juan
    Hace 10 años

    Es un ejemplo como la Madre Tereza que millones de dólares pasaron por sus manos pero siempre uso sus mismos zapatos viejos y la misma ropa usada un gran ejemplo de renunciación darle todo a quien lo necesite.

  5. Pinolera
    Hace 10 años

    Que comentario más negativo Lorena, si usted hiciera una migaja de lo que esta mujer hace Nicaragua seria otra y EEUU también, usted seguro es una más de las emigrantes que conciencia de persona, Que Dios la Perdone y le de muchas bendiciones a Nora para que siga en su misión.

  6. manuel lopez
    Hace 10 años

    asi mismoes como dice lorena yrene martinez ademas eso se lo heredo su gran amigo tambien de su ciudad nata el curura que por rpecto a el no doy su nombre ya (qpd) y los 300 mil dollares que le da el govierno estatal para mantener su organizacion cada seis meses y de ayi ella se pone su salario ademan de la finquita tine el asilo de anciano que cobre por tener una persona asi de facil

  7. renemartinez
    Hace 10 años

    los que vivimos aqui en miami sabemos el tremendo fincon que se gasta con el cuento de ayudar a los inducomentados,asi que no porsu linda cara ayuda a la gente todo es por interes en esta vida

  8. Lorena
    Hace 10 años

    Es un trabajo pero tambien recibes fondos publics aca en USA no se vive del aire.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí