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¿Con cuál actitud vives?

Viendo el camino que siguen algunos con sus vidas, he aprendido que hay dos formas de hacerlo.

PBRO. ÓSCAR CHAVARRIA

Viendo el camino que siguen algunos con sus vidas, he aprendido que hay dos formas de hacerlo:

1. Por una parte está la de aquellos que pretenden vivir su vida sin que nadie los complique: no quieren preocupaciones, ni responsabilidades. Se lavan las manos ante todo y todos. Huyen de cuanto suponga el más mínimo sacrificio. Como dice el rico de la parábola: “Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea” (Lc 12, 19). O como dice San Pablo: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos” (1Cor 15, 32).

Los mismos padres “paternalísticamente”, educan a sus hijos dándoles todo a la vez que dicen: “Pobrecitos, ya tendrán tiempo de sufrir y pasar trabajo.” Esto mismo es lo que aconsejamos muchas veces a otros: “Mira no te metas en problemas… Tú tranquilo… ¿Para qué preocuparse tanto por los demás? ¡Luego sales aporreado!”.

Este es el estilo de vida que Pedro pretende siga Jesús al ver que este dice que va a “sufrir mucho de parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y ser matado y va a resucitar al tercer día” (Mt. 16, 21). Pedro no quiere saber nada de lo que huele a sacrificio o a cruz, y tampoco lo quiere para Jesús. Lo suyo es el “facilismo”.

2. El otro estilo de vida, es el que vive y nos enseña vivir Jesús: afrontar la vida con responsabilidad, a pesar de que muchas veces nos lleguen riesgos, llantos, contradicciones y hasta la misma cruz, como a Él le ocurrió.

Jesús sabe muy bien que la vida se pierde cuando no queremos complicarnos por nosotros mismos, ni por los demás (Mt 16,26). El “facilismo” es una senda que conduce siempre a la pobreza, conflicto y frustración. Jesús es consciente de que la vida se gana cuando se vive con responsabilidad, con todas sus consecuencias y sin temor a las contradicciones que tengamos que asumir.

Vivir la vida es luchar por conseguir metas, un sueño, ilusiones y todo ello se hace posible a base de esfuerzo, de pedaleo constante, de sudar mucho y aun de pasar muchos malos ratos. Nadie llega a la meta sentándose a la “vera del camino”.

Jesús pide al Padre que le dé fuerzas y que nunca se eche para atrás: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieres tú” (Mt 26,39).

Jesús es nuestro ejemplo de cómo vivir nuestra vida. No hay cosa que nos dé más felicidad que vivir la vida con responsabilidad, como Jesús la vivió, aunque esto nos lleve contradicciones y cruces, como también las pasó Jesús.

Jesús sabe muy bien que su lucha por construir “un hombre nuevo y una nueva sociedad” —que es la voluntad de su Padre—, solo se puede conseguir a base de mucha responsabilidad y fidelidad, aunque eso suponga malos ratos y hasta la misma cruz. Las contrariedades nunca le van a ser obstáculo para seguir adelante en el cumplimiento de su misión.

El verdadero precio de todas las cosas —de todas las cosas que cuestan— es el esfuerzo y la molestia que supone adquirirlas. Mi gran deseo es que pueda decirle al Señor al fin de mis días: “Nada en la vida me fue fácil, pero todo lo hice con la ayuda Tuya”.

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