Cada vez que se habla de las similitudes entre el actual gobierno con el de los Somoza y alguien pregunta, si no hará falta otra revolución para volvernos al cauce de la democracia, surge un hipócrita argumentando que en este siglo no hay cabida para revoluciones. La verdad es que en ninguna época hay cabida para revoluciones ni revolucionarios. Las revoluciones nacen como reacción ante la represión, el abuso y el latrocinio que practican los regímenes totalitarios ya sean de izquierda, derecha o camaleónicos como el nuestro.
En la actualidad el gobierno del señor Daniel Ortega, se ha convertido en un calco de la dictadura que un día ayudó a derrocar. Los mismos vicios, las mismas aberraciones y la amoralidad son el pan nuestro de cada día. En este desenfreno le acompañan todos los poderes del Estado al igual que el Ejército y la Policía.
Lo ocurrido el pasado 24 de diciembre en el Tule, es la antesala de lo que nos espera a los que nos oponemos al Canal, no por el proyecto en sí, como muy bien lo expusiera en un artículo de opinión el jurista José Pallais el pasado 22 de diciembre, si no por la forma mañosa en que se pretende llevar a cabo. Si hay algo en lo que se equivocan Ortega y sus asesores, es en que al nicaragüense le podes robar su voto, a como ya lo han hecho. Pero no intentés robarle su tierra que es su vida. En pocas palabras, este gobierno no debería tomar a la ligera las advertencias de esos miles de afectados a los que se les pretende echar de sus propiedades en nombre de un proyecto faraónico, que a la fecha no presenta la mínima posibilidad de materializarse y más bien tiene todos los visos de ser un megafraude ideado por una mente retorcida y desequilibrada por el poder.
No hace mucho un personaje muy cercano al gobierno, me dijo: aquí habrá Canal solamente que el gobierno chino este detrás de su construcción y que ellos (los chinos) se consigan el visto bueno de los norteamericanos, de lo contrario aquí lo que hay es un gran negocio, porque ese proyecto no es viable ni económicamente, ni ambientalmente. Hoy sabemos que el secretario de Estado de los Estados Unidos preguntó al Gobierno chino, si ellos estaban interesados en la construcción del Canal y la repuesta que recibió fue un rotundo no. La razón es sencilla, no existe ningún interés estratégico de esa potencia en su construcción.
Recientemente Wang Jing nos confirmó que el Gobierno chino no tiene nada que ver con el Canal, ante esta afirmación, no veo a ningún inversionista invirtiendo en un proyecto que es repudiado por un pueblo que promete alzarse con tal de evitar la destrucción de su hábitat y la pérdida de su soberanía.
En una ocasión le pedí públicamente al entonces jefe del Ejército y actualmente vicepresidente, que expusiera las diez razones que lo impulsaron a convertirse en revolucionario. Hoy repito la pregunta, porque estoy viendo en el Tule, la Guinea, Ometepe, los asentamientos indígenas, en fin a todo lo largo y ancho de la nación, a una fábrica de revolucionarios. Hasta ayer eran seis los presos políticos, muy pronto les acompañaremos muchos, pero no por mucho tiempo.
El autor fue comandante de la Resistencia Nicaragüense.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A