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Un nuevo año de vida, luz y paz

Ciertamente que la Navidad es la luz que rompe la noche oscura de los siglos.

Durante estos días de Navidad hemos adornado nuestras casas y nuestras calles con luces especiales. Yo no sé si esto lo hacemos por fe o no; pero la verdad es que, cuando empezaron a iluminar esas luces nuestros pueblos o ciudades, todos decíamos: “Ya está aquí la Navidad”.

Ciertamente que la Navidad es la luz que rompe la noche oscura de los siglos. Y es que el centro de todas las miradas no puede ni debe ser otro que Jesús, pues en Navidad se cumplieron las palabras del profeta Isaías: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande, a los que habitaban en tierra y en sombra de muerte y una luz les brilló” (Is.9,1-2).

Navidad es Jesús, la Palabra viva de Dios que ha descendido del Padre (Jn.1,1). Jesús, el personaje central del Evangelio, es el mismo Hijo de Dios, hecho carne de nuestra carne, uno de nosotros, débil con los débiles, hijo de una mujer como nosotros, hombre con todas sus consecuencias para salvar a los hombres. (Jn.1,14).

Al iniciar este año miremos a Jesús, que es vida (Jn.1,4;14,6;11,25) y ha venido a darnos vida (Jn.10,10), a ser pan de vida, don del Padre para todos los hombres (Jn.6,35). Luz que brilla entre las tinieblas de este mundo (Jn.1,4-5), luz que da sentido a la vida y quien le sigue se emborracha de su luz, no camina en tinieblas (Jn.8,12), empieza a vivir como Jesús con una conducta clara y evidente. Quien se niega a vivir en la luz es porque su conducta, su modo de obrar no es ético (Jn.3,19-21).

Él es amor hecho vida y en plenitud (Jn.1,16-17). Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin (Jn.13,1. 15,13); por eso, tiene fuerza moral para exigir ese mismo amor a quienes de corazón le siguen: “Este es mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn.15,12).

Es el único que conoce al Padre Dios porque ha estado junto al Padre toda la eternidad y, por ello viene a hablarnos de Él (Jn.1,1,18). Y lo más bello que nos dice de Dios, es que Dios solo entiende de amor (Lc.15,11-32).

Es en Jesús, cuando empezamos a conocer a Dios tal cual es; por eso, toda idea de Dios que nosotros nos hagamos y no se conforme a la idea del Dios de Jesús, no tiene valor, es un ídolo, obra de nuestras manos (Is.2,8).

En este 2015 oremos por la paz, pues los que buscan, siembran y luchan siempre a favor de la justicia tendrán la paz. (Is.32,7). Jesús fue el gran portador y misionero de la paz. Los profetas lo anunciaron como el “príncipe de la paz” (Is.9,5) y portador de paz (Is.57,19). Jesús nos ofrece una paz distinta a la paz de este mundo que muchas veces es una falsa paz (Jn.14,27).

Que esta sea nuestra meta: construir la paz en nosotros mismos, en nuestra familia, en la sociedad, en Nicaragua y en el mundo.

Religión y Fe año nuevo Navidad

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