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Cartas al Director

A pesar que el precio internacional del petróleo ha disminuido durante los últimos meses por diversos factores, el acceso a la energía de los nicaragüenses sigue estancado y con una calidad que deja mucho que desear. El alto precio de la energía eléctrica en el país es un hecho absurdo y demuestra la torpe gestión de los gobernantes que ha tenido Nicaragua.

Independencia energética en Nicaragua
Aldo Alejandro Videa Martínez

A pesar que el precio internacional del petróleo ha disminuido durante los últimos meses por diversos factores, el acceso a la energía de los nicaragüenses sigue estancado y con una calidad que deja mucho que desear. El alto precio de la energía eléctrica en el país es un hecho absurdo y demuestra la torpe gestión de los gobernantes que ha tenido Nicaragua.

En nuestro país existe una gran cantidad de recursos naturales, los cuales pueden ser explotados mesuradamente para el aprovechamiento y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. El acceso a la energía es un derecho universal de la humanidad y en Nicaragua se debe invertir por mejorar el acceso de este servicio.

En unos cien años, el sistema económico mundial dominado por el petróleo actualmente habrá sido sustituido por nuevas fuentes de energía. Estas fuentes de energía serán: el sol, el viento, cuerpos de agua y la biomasa. Por lo tanto es inteligente pensar a futuro e independizarse del petróleo. Nicaragua tiene la ventaja de contar con todos los recursos necesarios para generar electricidad y que esta llegue a todas las personas. A nivel centroamericano somos el número uno potencialmente para explotación geotérmica.

Con una producción de energía alta en el país, que es posible, se beneficiarán todos los sectores importantes de la nación: la población, empresas e industrias, lo cual fortalecerá la economía del país y dará lugar a un crecimiento sostenible y proyectado a futuro. El país hasta podrá vender electricidad a otras naciones, y las técnicas de almacenamiento serán más eficientes y contaremos con un banco de reservas.

En resumen, solo existen beneficios de utilizar los recursos naturales sosteniblemente para cambiar la matriz energética y ser un país más próspero. Nicaragua puede tener un futuro brillante aprovechando los recursos naturales.

Revolución educativa
David Javier Hurtado Galagarza

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, está implementando ideas interesantes en la educación, que deberían retomarse en Nicaragua. Es de esperarse que siendo aliados ideológicamente por formar parte del Alba, Nicaragua no tenga inconvenientes en emular algunos procesos novedosos como lo del Ecuador.

El interés de Correa por lograr la calidad en sus sistemas educativos se evidencia en el hecho que cuadruplicó el porcentaje del presupuesto que se invertía en Educación, además se tomaron acciones con aquellas universidades que no reunían los requisitos de calidad y se cerraron 14 instituciones universitarias que no prestaban las condiciones académicas necesarias.

En Ecuador han reconocido que en el centro de la calidad están los maestros y que se puede tener la mejor infraestructura y los mejores medios tecnológicos, pero si no existe un maestro preparado, capacitado, de poco sirven todos estos medios. También se procedió a evaluar a los maestros aun con oposición de algunos sectores magisteriales, y en correspondencia con los resultados de esa evaluación se estableció un programa para capacitarlos.

Se ha creado la universidad nacional de educación para garantizar la calidad de la educación, se aplica examen de ingreso para los que optan por estudiar carreras docentes y se atraen profesionales reconocidos de algunas partes del mundo para que trabajen en educación.

Es cierto que Nicaragua no dispone de los recursos petroleros del Ecuador, pero lo que se invierte en la educación no se corresponde con la necesidad que existe de formar personas con verdaderos talentos.

Es lamentable que en las escuelas normales de nuestro país no se establezcan exámenes de admisión que permitan seleccionar a personas con verdadera vocación por la enseñanza, lo que se ve es que la mayoría de los estudiantes que ingresan a estudiar magisterio son los que no lograron cupo en las universidades porque no aprobaron el examen de admisión y no les queda más alternativa que ingresar a las Escuelas Normales como su última opción. ¿Qué podemos esperar de estos futuros docentes? ¿Podemos esperar excelencia, motivación por la educación? Difícilmente.

¿Por qué no se implementa evaluación para los docentes y programas de capacitación en las deficiencias que presentan los profesores? Sería interesante una universidad de docentes donde se preparen maestros de calidad, incentivar la calidad con premios a la excelencia y se remunere mejor a aquellos que produzcan mejores resultados.

En ocasiones se cae en falsos nacionalismos y se pueden escuchar frases como: “Solo se debe usar personal nicaragüense para consultores”. Pero se debe atraer profesionales de calidad para que den clases en nuestras universidades, se pueden establecer coordinaciones para que nuestros intelectuales dicten cátedras en estas instituciones educativas.

Leemos admirados como la educación en Finlandia pasó de ser la peor de Europa, a ser la mejor en 20 años, para lograr resultados loables, sin embargo debe ser un esfuerzo con responsabilidad y decisión. ¿Por qué no copiar acciones educativas como las de Ecuador? ¿Por qué no garantizar que los estudiantes de Ciencias de la Educación representen a lo mejor de lo mejor? De ello depende el futuro del país.

Cincuenta  aniversario  magisterial
Fulvio Tijerino Pérez

“Recordar es volver a vivir”, es lo que cruza por mi mente al aproximarse el 50 aniversario de haber recibido el título de Maestro de Educación Primaria en la Escuela Normal “Franklin D. Roosevelt” en Jinotepe, Carazo, el 22 de febrero de 1965.

Éramos setenta jóvenes maestros, egresando de la más prestigiada Escuela Normal de Nicaragua, dispuestos a desempeñar orgullosamente la más digna carrera profesional, con el solo propósito de trabajar con responsabilidad y competencia en las escuelas de educación primaria, para contribuir al desarrollo de nuestra patria.

Si bien es cierto que muchos llegamos inicialmente con el interés de recibir un título profesional que nos garantizara un salario digno para poder hacerle frente a nuestras necesidades económicas y familiares, también es más cierto decir que la formación académica recibida y la convivencia en el internado, de esa escuela normal sirvió para que nuestra mente asimilara la verdadera dimensión de la profesión magisterial.

Han pasado ya cincuenta años, algunos de esos setenta egresados quizá no ejercieron por mucho tiempo la profesión magisterial, debido a que encontraron otros trabajos mejor remunerados. Otros se profesionalizaron en carreras diferentes, pero tengo la seguridad de que todos sin excepción se sienten orgullosos de haberse graduado como maestros y, la gran mayoría, ejercieron con mucha responsabilidad la profesión magisterial; es más, hay algunos de nuestros compañeros graduados que aún ejercen la profesión con mucha dedicación.

Desde hace 25 años hemos estado reuniéndonos periódicamente para mantener vivo el sentimiento normalista magisterial. En el primer encuentro asistimos más del cincuenta por ciento de los egresados, lastimosamente ya habían fallecido diez compañeros y, a la fecha de hoy, ya son catorce los que no podrán hacer presencia física en nuestro aniversario pero sí serán recordados con mucho aprecio.

Para mí es reconfortante acudir al llamado de mis compañeros porque las añoranzas de aquellos tiempos de camaradería, de compañerismo, le dan razón a mi actual vida de jubilado, después de 38 años de vida magisterial; es como reafirmar la satisfacción del deber cumplido.

Por eso estoy dispuesto a acudir al encuentro programado en el Centro Recreativo de La Concha el próximo 22 de febrero, para celebrar junto con todos mis compañeros los cincuenta años de vida magisterial. Ojalá que los restantes compañeros se animen a volver a vivir, rememorando los tiempos de estudiante normalista.

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