A juicio de monseñor Silvio Fonseca, vicario de Familia, Vida e Infancia de la Arquidiócesis de Managua, lo más grave del Código de la Familia en su artículo 32 es que mandata a organizaciones políticas controlar a las familias y ponerlas al servicio del Estado. Además Fonseca sostiene que el Estado quiere imponer un cristianismo desde su óptica ideológica.
“Comienzo observando que el legislador aparece como un Estado teocrático y confesional que traspasa lo simplemente jurídico y del bien común para convertirse en un estado moralizante que ‘norma’ la conducta familiar e impone el cristianismo como ‘religión del Estado’ que debe ser observado por las familias”, critica Fonseca.
En el mismo artículo, los legisladores dan por sentado que los llamados Gabinetes de Familia, grupos al servicio del partido gobernante, se inspiran en valores cristianos, ideales socialistas y prácticas solidarias y serán protagonistas sociales en todos los ámbitos de la vida.
“No se sabe qué clase de cristianismo se quiere imponer y su interpretación queda a merced del Estado. Por otra parte, legitima la invasión absoluta en la privacidad familiar ejecutada por los vecinos y que gozarán indiscutiblemente de la protección del Estado-partido”.
Otro desacuerdo para la Iglesia católica es que el artículo 37 enfoca que el concepto de familia se armoniza con la enseñanza social de la Iglesia, pero se contradice al legitimar las uniones de hecho.
“El Estado se une a la mentalidad contemporánea que tiene a la familia simplemente como un discurso, pero que busca rutas cómo destruirlas (…) Si las uniones de hecho están a la paridad con el compromiso formal de un contrato civil y religioso, ¿para qué casarse? Sin embargo, en nuestros tiempos se conoce un ‘Estado moderno’ que intenta promover otro tipo de familia reducidos a una ‘simple unión’ sin compromisos seculares ni religiosos”, lamentó Fonseca, doctor en Teología Moral.