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Cartas al Director

Todos sabemos que dictadura y democracia son dos términos diametralmente opuestos, pero veamos algunas connotaciones interesantes.

Dictadura y democracia

Todos sabemos que dictadura y democracia son dos términos diametralmente opuestos, pero veamos algunas connotaciones interesantes.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), dictadura es un sistema en el cual todo el poder político, económico y militar se concentra en una sola persona, que es el caso del actual dictador Daniel Ortega con la concentración de los poderes “independientes” del Estado, el Ejército y la Policía pretoriana a su entera discreción. Y cuando un dictador en su afán de mantenerse en el poder a como de lugar, comienza a vapulear y encarcelar a sus adversarios o sectores del pueblo que protesten cívicamente contra el sistema, y manda a matar a los que considera sus enemigos alzados en armas o no, entonces lo que estaba tipificado como una dictadura pasa a ser una tiranía y es lo que ha venido ocurriendo con este Gobierno.

La verdad es que es muy difícil que un dictador no pase a ser un tirano porque para perpetuarse en el poder no va a tratar con guantes de seda a los que se opongan a sus desmanes, por lo que inexorablemente el sistema se convierte en una tiranía, con mayor opresión y sufrimiento al pueblo.

Ahora, hablando de democracia que viene de las raíces griegas demos: pueblo y cratos: poder, claramente se refiere al poder del pueblo, pero en política partidaria y desde la perspectiva de elecciones se tipifica como la alternabilidad en el poder, lo cual no es suficiente porque los partidos que alternan se olvidan del pueblo que los eligió repartiendo puestos con jugosos salarios entre sus correligionarios, familiares y amigos, o sea que alternan con otros partidos el botín del Estado en nombre de la mal entendida democracia.

Por las razones mencionadas, el pueblo pierde la confianza en ir a elecciones en las que son los mismos partidos y actores haciendo unidades para recetar lo mismo al pueblo que se frustra después de haber dado su voto por promesas vacías, lo que nos recuerda un dicho nandaimeño aplicable a esta situación: “cuando uno ha sido quemado con leche, hasta la cuajada resopla”. Nada más cierto en nuestro paisito, para escarmentar.

Abogo por una Nicaragua libre de alternadores que se dicen demócratas en el poder.

Erasmo Medina

Falsa historia sobre Sandino

A propósito de la reciente conmemoración del 81 aniversario de la muerte del General Sandino, debo decir que el sandinismo es experto en inventar historias a favor de ellos y en contra de sus adversarios. Una de esas historias que han inventado es que Augusto C. Sandino o el General Sandino —como le llama el sandinismo—, se enmontañó en las Segovias, Wiwilí, Jinotega etc., para combatir en contra de la invasión yanqui norteamericana, porque según los sandinistas Sandino era un antiimperialista, lo que a mi juicio nada de eso es cierto.

Sandino se enmontañó y huyó para territorio hondureño porque en 1920 le disparó a un ciudadano de Niquinohomo de nombre Dagoberto Rivas. Por eso fue que al volver se enmontañó Sandino, huyendo de la justicia por el delito cometido en contra de aquel señor Rivas, pero jamás huyó hacia Honduras porque mató a un yanqui o a un miembro de la Constabularia, antecesora de la Guardia Nacional. Alguien asesoró a Sandino y le dijo que hiciera política su huida de Nicaragua, y dijera que estaba enmontañado combatiendo a los yanquis, pues de esta manera iba a pasar de un prófugo de la justicia a un luchador en contra de la tal invasión norteamericana. Es de ahí que resulta que es el gran luchador en contra de los gringos.

A Sandino también le dijeron que se diera a conocer como General para que no solo Anastasio Somoza García fuese general en Nicaragua. En internet se puede encontrar el título El magnicidio de Augusto César Sandino, escrito por un nieto de Sandino, en donde dice que Sandino huye a Honduras por haberle disparado al ciudadano Dagoberto Rivas.

Toda esa historia de que Sandino se fue a la montaña por la invasión norteamericana es puro cuento, y así como esta falsa historia también existen otras inventadas por el sandinismo.

Máximo M. Castillo (Mexicano)

Miss Nicaragua

Quisiera por este prestigioso medio de comunicación aclarar a los organizadores del Miss Nicaragua que este certamen de belleza existe desde más de cinco décadas. Miles de bellas y distinguidas muchachas de nuestra sociedad participaban en dicho certamen de belleza, el cual realmente era difícil de decidir quien era la más bella. En esa época, el jurado calificador compuesto por connotados hombres y mujeres tenían una tarea difícil, ya que realmente las participantes eran bellas y cultas.

Los organizadores del ahora concurso Miss Nicaragua están afirmando que dicho certamen tiene 15 años de existir, cuando eso no es correcto. Tal vez 15 años de tener esa franquicia, pero no de todo el concurso Miss Nicaragua.

Jóvenes de la talla de Clara Parodi, Margine Davidson, Rosa Argentina Lacayo, Francis Duarte, entre otras, participaron en dicho evento, siendo la última Miss Nicaragua que representó la belleza y distinción de la mujer nicaragüense Adriana Dorn.

Espero que esta simple reflexión haga que los organizadores de Miss Nicaragua aclaren su error de afirmar que el concurso Miss Nicaragua tiene apenas 15 años de existir.

Mucha gente se pregunta qué es lo que pasa en Nicaragua, y la respuesta es doble: primero, los políticos de oposición han perdido la vergüenza, si es que alguna vez la tuvieron, y la segunda, es que el pueblo se ha vuelto “melero”. Melero es una palabra que no aparece en el diccionario con la connotación que se le da en el norte del país, donde significa “estar chiviado o asustarse con cualquier ademán”. Un caballo, por ejemplo, se vuelve melero cuando se le golpea continuamente en la cabeza y, eso es lo que ha pasado con los nicaragüenses, que después de tanto golpe recibido por los unos y por los otros, que ya de todo se capea.

Margot Elizondo Parodi 

Pueblo melero

Luchamos para derrocar a Somoza que tanto nos golpeaba, y nuestra felicidad no tenía límites realizando cualquier acción en su contra y lo derrocamos. Lo peor vino enseguida: nos sentimos enormemente traicionados al ver que nuestra lucha no tuvo los objetivos por todos deseados, como vivir tranquilos, sin temor a ser muertos a tiros por la Guardia, o a ser perseguidos y ver a nuestros familiares encarcelados y torturados por apoyar una causa justa. Yo, honestamente no fui perseguido de la Guardia a pesar de que hacía de todo, desde pegar papeletas subversivas y escribir enormes consignas en las paredes de las casas, hasta transportar armas a la montaña y hacer de “correo”. Para suerte mía, nunca me descubrieron pero expuse mi vida en muchas ocasiones, de lo cual me arrepiento. Fui perseguido por los sandinistas igual que todo el pueblo que no comulgaba con sus cobardes acciones en contra del pueblo. Fui asediado a tal extremo que recurrí de amparo ante la Suprema Corte de Justicia, la cual falló a mi favor, pues aún había magistrados honestos y los obligué a respetar mi libertad.

Si hay algo que yo he querido siempre, es ver a Nicaragua gobernada por un presidente honesto, que respete la Constitución y que atienda como se debe al sector agrícola para no estar importando productos que se pueden cosechar de maravilla en nuestro terruño; que respete los derechos de los ciudadanos y que no se le niegue a nadie el derecho al trabajo honesto solo por profesar una ideología distinta a la de ellos, los señores del poder. El pueblo está tan melero que ya no quiere saber nada de política, porque aquí lo que hay es una manada de politiqueros que se venden al mejor postor que siempre es el gobierno, y se olvidan del sagrado deber de servir a su pueblo.

Me pregunto a cada instante: ¿tendrán vergüenza los diputados, ministros, magistrados y demás secuaces del ejecutivo? No. Claro que no. Tenerla sería demasiado para ellos, pues perderían sus inmensas cuotas de poder y dinero; y ahora, han vuelto a las andadas, “formando” una coalición entre liberales y liberales, los que de liberales no tienen ya más que el nombre, pero eso lo único que hace es entristecer al pueblo, porque de sobra sabemos que sólo están cocinando otro inmenso pastel para engullirlo entre ellos.

Ramón Pineda

Cartas al Director

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