¿Día de la alegría?
Los sandinista, los 17 de julio de cada año conmemoran el día de la alegría, porque este día (17 de julio de 1979) el presidente Anastasio Somoza Debayle abandonaba Nicaragua y salía hacia el exilio, producto de la guerra impuesta por los países comunistas que apoyaron a la guerrilla sandinista en ese entonces.
Ese día miles de familias nicaragüenses lloraban a sus muertos causados por las fuerzas del Gobierno y por los mismos guerrilleros sandinistas, miles eran echados presos por pertenecer al partido político de Somoza, otros eran despojados de sus propiedades, otros huían hacia el exilio dejando todo atrás entonces ¿qué día de alegría es lo que celebran los sandinistas?
Es como que los demócratas hubiéramos celebrado el día de la alegría aquel 25 de febrero de 1990, cuando ganó la Presidencia de la República doña Violeta Barrios de Chamorro, matando a los sandinistas, echándolos presos, quitándoles sus propiedades ¿Creen que hubiera sido un día de alegría?
Después del 17 de julio los sandinistas conmemoran el 19 de julio como el día de la liberación, pero ¿de qué nos liberaron aquel 19 de julio de 1979? Si los que nos gobernaron después, hasta 1990, fueron más dictadores y represores que el mismo Anastasio Somoza Debayle.
Desde aquel 19 de julio de 1979 hasta el 25 de febrero de 1990, la primera dictadura sandinista reprimió, confiscó y humilló al pueblo de Nicaragua, pero eso no lo dicen en sus actos políticos y es algo que desconocen las actuales generaciones de jóvenes.
Si los jóvenes de hoy se dieran cuenta de todas las barbaridades cometidas por el Frente Sandinista en los años ochenta, en contra del pueblo de Nicaragua y de los jóvenes, no anduvieran con una camiseta del Frente.
Máximo M. Castillo
Deterioro institucional de la Policía
El deterioro de la profesionalidad de la entidad policial es importante causa de la tragedia sufrida la noche del sábado 11 de julio por las familias Reyes, Ramírez y Domínguez, a manos de miembros de la Policía Nacional, y evidencia lo mal que estamos.
Ciertamente, este drama fue un claro y terrible error; pero que se armoniza con la conducta, ya sistemática, de atropello ciudadano y violación de derechos humanos, ilustrada en múltiples casos recientes, (que están objetivamente documentados y oportunamente reclamados), que el alto mando, junto al gobierno, lamentablemente ha prohijado y fomentado, con su silencio, la falta de una eficaz y oportuna investigación profesional, y la ausencia de castigo de los responsables.
En este nuevo caso, no es suficiente que se sancione a los agentes responsables directos de estos homicidios (que francamente son también víctimas del deterioro institucional) y a sus mandos superiores que les instruyeron errónea e irresponsablemente, y tampoco basta que se indemnice a las víctimas, como justamente lo merecen.
Además de analizar y corregir su anómala actuación, la jefatura nacional, incluidos el presidente, el vicepresidente, la primera comisionada y también el general de Ejército, deben revertir el proceso de descomposición y destrucción de la profesionalidad e institucionalidad, que con visión sectaria partidista, han emprendido contra las entidades de seguridad nacional: Ejército y Policía.
Que no se produzcan nuevas y mayores desgracias. Para ello las autoridades y los responsables del Estado deben acoger los llamados de la Iglesia, y realizar con seriedad lo postulado en la Constitución, en los Acuerdos de Esquipulas, en los Convenios de Derechos Humanos y en la Carta Democrática de la OEA; y así la Policía y el Ejército cambiarán para cumplir con rigor el mandato constitucional de proteger a los habitantes.
Agustín Jarquín Anaya
Sangre inocente
La Policía sandinista, realizando un operativo en uno de esos caminos estrechos donde fluye la corriente de agua que baja de las sierras cuando llueve, caminos donde jamás ha existido alumbrado público y es propicio para montar emboscada por los criminales, sobre todo cuando estos se disfrazan de policías como en muchas ocasiones ha ocurrido, lo recomendado es no parar aunque los armados estén vestidos de policías, ese es el riesgo que se debe correr a no ser que se esté dispuesto a jugarse la vida. Lógico es pensar que si son policías los que ordenan el alto, no dispararán al no parar el vehículo pues adelante estará otro retén policial al que se le explicará las razones que se tuvieron para no parar.
El sábado por la noche, en el sector de las Cuatro Esquinas, comarca Las Jagüitas, Managua, una familia regresaba de una iglesia en su vehículo y se encontró con un retén policial. El conductor pensó que se trataba de un asalto, no paró y los policías dispararon. Según la declaración del conductor, parece que estos policías no hicieron blanco entre los ocupantes del carro.
Setecientos metros más adelante se toparon con otro grupo policial, cuyos integrantes también dispararon contra el carro. Estos sí hacen blanco contra las personas que venían el asiento trasero del carro y muere una niña, un niño, ambos de 11 años y una joven de 22 años de edad. Quedan heridos gravemente una niña de 5 años y un niño de 12. El conductor del vehículo, una señora madre del niño muerto y una niña que vienen en el asiento delantero sobreviven milagrosamente.
Dirá Ortega: estos niños “no le hacían daño a nadie”.
Los vecinos quisieron auxiliar a los heridos pero los policías no se los permitieron y reprimieron a aquellos que grababan la escena dantesca y sangrienta provocada por la propia Policía.
Es extraño que la Policía no considere que en esos caminos es peligroso realizar ese tipo de operativo tipo emboscada, sobre todo de noche, pues cuando no se han tomado las previsiones necesarias el resultado puede ser una tragedia como la ocurrida.
¿Qué hubiera ocurrido si hubieran muerto todas las personas en el camino? Sin testigos. ¿Se les hubiera montado droga en el carro? Los policías dispararon sin que a ellos les dispararan.
Deben ser juzgados los policías que no permitieron auxilio a la familia masacrada, el que planificó el operativo por su negligencia al no considerar las consecuencias contra civiles, el superior que autorizó o dio el visto bueno al operativo y, por supuesto, los que dispararon. Quizás la Policía se quiera lavar la cara.
Esto también es consecuencia de los actos irresponsables y criminales que se les orientan a cometer en contra de otros ciudadanos, eso les permite a toda la Policía sentirse con licencia para matar y tratar a la población civil a como ellos quieran.
Esta es la consecuencia de haber dejado de ser profesional y regresar al dominio partidario. Es obligación que renuncie la jefa de la Policía sandinista.
Alejandro Calero Dávila
Mujeres matagalpinas
Meyerber Traña Zeas fue un famoso fígaro de origen rivense, quien dijo que “¡las mujeres más lindas de Nicaragua están en Matagalpa y dan amor verdadero!” Dicho pensamiento hoy es usado como eslogan publicitario, parar promover esta ciudad como un destino turístico en donde abundan mujeres lindas; como también lo suelen decir los turistas y visitantes tanto nacionales como internacionales que llegan a esta norteña cabecera departamental.
Matagalpa hasta el momento ha tenido dos dignas representantes en el concurso internacional de señorita universo, que han sabido destacarse muy bien poniendo en alto el nombre de nuestro país.
Salvador Pérez González
Ver en la versión impresa las páginas: 11 A
