“Pequeños piquetes producen grandes problemas” ha dicho la Organización Mundial de la Salud cuando se refiere a los mosquitos, de los cuales hay más de tres mil tipos responsables del contagio de dengue, fiebre chikungunya, paludismo, fiebre amarilla, encefalitis japonesa y filariasis.
El mosquito es un díptero “chupa sangre” (hematófago), cuando chupa sangre de una persona enferma se vuelve portador de ese agente infeccioso y al volver a picar a una persona sana extrae sangre, y al mismo tiempo inocula el agente infeccioso (uno de los cuatro virus del dengue o chikungunya , por ejemplo).
En el siglo XIX la fiebre amarilla mataba miles de personas. Entre 1879 y 1881 el médico cubano Carlos J. Finlay formuló su teoría de que el mosquito Aedes aegypti era el agente transmisor de esa enfermedad.
Hace 132 años un 14 de agosto de 1881 presenta su ponencia ante la Academia de Ciencias de La Habana: “El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla”.
Ese mismo trabajo lo presentó en la Conferencia Sanitaria Internacional de Washington.
Las revolucionarias conclusiones del estudio del doctor Finlay: El descubrimiento de la teoría científica del contagio de las enfermedades fue formulación original y exclusiva de Finlay.
Esta teoría es aplicable a todos los seres orgánicos convirtiéndose en un descubrimiento biológico.
Al aplicar las enseñanzas derivadas del modelo estudiado (fiebre amarilla y Aedes aegypti) se inicia un capítulo nuevo en medicina y salud pública aplicable a numerosas enfermedades infectocontagiosas.
Finlay fue también un hombre público y estuvo a cargo de la salud de su patria, por lo cual aplicó vigorosas medidas de higiene medioambiental que destruyeron los criaderos de mosquitos y vencieron en ese país la fiebre amarilla.
Cada 3 de diciembre, fecha de su nacimiento, es el día de la medicina latinoamericana.
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