Carlos Alberto Martínez Castillo, originario de La Pita, una comunidad de Nandaime, Granada, es el fiel ejemplo de aquella persona que aprovecha un empujoncito y supera las adversidades de la vida; máxime si es un inmigrante de origen humilde.
Nueve años después de haber ingresado como asistente, barriendo pisos y ordenando el laboratorio Ad Astra Roket en la ciudad de Liberia, capital de la provincia de Guanacaste, zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica, este joven de 27 años ha escalado posiciones hasta ser el responsable del área de Tecnologías de la Información de la empresa y esta semana se graduó como bachiller en Informática Empresarial en la Universidad de Costa Rica (UCR).
Ad Astra Roket es la compañía creada por el costarricense Frankling Chang Díaz, el primer astronauta y físico latinoamericano en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA), y uno de los que ostenta el récord de más viajes al espacio con 7.
Esta compañía creada en enero de 2005 está dedicada al desarrollo de Vasimir, un motor de plasma para propulsión aeronaves espaciales; pero a la vez desarrolla otras investigaciones como alimentación espacial y energías renovables.
Su sede principal está situada en Webster, Texas, Estados Unidos, a varios kilómetros del centro espacial Lyndon B. Johnson de la NASA.
En Liberia tiene un laboratorio dirigido por su hermano Rónald, donde se desarrollan componentes de enfriamiento del Vasimir, entre un grupo de ingenieros ticos y latinoamericanos.
El día de la graduación para Martínez fue más que especial. El miércoles anterior Chang publicó un artículo de opinión en el principal diario de Costa Rica, La Nación, donde aludía a las cualidades del joven,
En 2007 Rónald y el propio Carlos contaron LA PRENSA que el joven llegó a la compañía como parte de un plan de reclutamiento para darle vida a Ad Astra Roket y mover a una provincia más allá del turismo.
“Había materia gris en abundancia (en Liberia), pero debíamos entrenarla, y esa era parte de nuestra misión”, escribió el astronauta en su artículo.
El astronauta destacó que fue el joven nicaragüense quien mostró más disposición de los 4 muchachos entrevistados. A él lo encontraron trabajando como pistero (que trabaja despachando gasolina) en una gasolinera de Liberia, donde en ese momento ganaba 125 mil colones mensuales, que al tipo de cambio actual son un poco más de 230 dólares.
El propio Carlos recuerda que él ni siquiera había sido contactado inicialmente por Rónald, sino que hizo una llamada al laboratorio mostrando disponibilidad de trabajar.
“Nueve años después, Carlitos se gradúa hoy (miércoles anterior) de la Universidad de Costa Rica con su bachillerato en Informática Empresarial y un futuro brillante”, escribió Frankling.
“Últimamente tomó las riendas de la división de informática en nuestra operación en Liberia. Carlitos es un ejemplo del tipo de jóvenes que siempre buscamos. Supo aprovechar la oportunidad de estudiar que la empresa le facilitó. Su logro es tanto testimonio de la fortaleza de sus valores y esfuerzo personal como de la validez de la misión que emprendimos hace ya casi una década”, continúa Chang Díaz, explicando que durante los 9 años en la compañía; el personal ha conocido a muchos “Carlitos” de Costa Rica y del exterior, por medio de visitas con su programa de pasantías.
Martínez Castillo, quien a pesar de haber emigrado solo con su padre a los 5 años, dejando atrás a su madre Nuria y 7 hermanos, inició estudios primarios en Santa Cecilia de Upala, frontera con Nicaragua, ayudado de lo poco que él y su familia ganaba recolectando café en fincas de Costa Rica.
“Creo que usted conoce sobre el estado actual de los problemas sociales y económicos de Nicaragua, yo en cambio me declaro ignorante de estos asuntos. Me gustaría conocer esa realidad ya que a pesar que vivo en Costa Rica, siento esa preocupación por mi país”, dijo semanas antes de su graduación.
Carlos, quien siempre quiso estudiar informática, recibió impactado el reconocimiento del astronauta con el artículo. Sencillamente no se lo esperaba, ni siquiera se lo había comunicado porque es discreto en algunas cosas. De su graduación solo sabían su familia, compañeros del laboratorio y algunos allegados, según ha explicado.
“Uno no llega solo a ningún lado, siempre hay que ser humilde, hay que reconocer errores, hay que ayudar a los demás también. Aquí yo no he llegado solo, este es un logro en equipo”, aseguró el joven a un medio digital.
“Siempre hay situaciones difíciles (…), siempre hay esa cosa de ‘el nicaragüense’, siempre estuvo esa marca que al principio, por ser un niño afecta, pero cuando yo crecí ya no me importó, más bien me sentí orgulloso, entonces eso me ayudó a no limitarme”, concluyó.