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El genio alemán: los hermanos Humboldt

Dos hermanos, Alejandro y Guillermo de Humboldt, son auténticos representantes de la inteligencia alemana.

Dos hermanos, Alejandro y Guillermo de Humboldt, son auténticos representantes de la inteligencia alemana. Ambos fueron sabios humanistas que hicieron contribuciones significativas a la cultura universal.

De Alejandro de Humboldt se dice que es el “descubridor científico de América”. Sus viajes a estas regiones del mundo y las valiosas obras que publicó sobre diversos aspectos relacionados con la fauna, flora, geografía, geología y antropología de Hispanoamérica, estimularon en Europa el interés científico por el Nuevo Mundo.

Humboldt no fue solamente un hombre de ciencia sino un humanista, en el sentido integral de la palabra. Los temas científicos fueron la preocupación fundamental de su vida. Sin embargo, su mente estuvo abierta a las ideas renovadoras. Fue un admirador de los ideales de la Revolución francesa, que contribuyó a divulgar en nuestros países con motivo de sus viajes, alentando los propósitos independentistas de nuestros mejores talentos. Su amistad con Simón Bolívar en París es bien conocida, así como sus diálogos con este en torno al destino de los pueblos americanos.

Admirables son en Alejandro de Humboldt su sed de saber, su modestia, su filantropía, su desprendimiento. Uno de sus biógrafos, Hanno Beck, afirma que Humboldt es, después de Goethe, el alemán más célebre. Para América Latina es, sin duda, el que más merece nuestro reconocimiento, ya que hizo de nuestro continente su principal objeto de estudio e investigación.

Fundador de la geografía moderna y de la ecología; renovador de la cartografía; descubridor de la corriente marítima que lleva su nombre; creador de toda una escuela de investigadores itinerantes; inventor de aparatos; botánico de excepcionales capacidades (en unión del francés Bompland, su compañero de viajes, clasificó más de seis mil especies vegetales); espíritu enciclopedista y gran maestro en el arte de la conversación.

Su hermano, Guillermo de Humboldt, es considerado el principal promotor de las ideas claves que hoy día caracterizan a la universidad moderna, como es la reincorporación de la ciencia y la investigación en el quehacer universitario, núcleo del modelo que diseñó, a petición del emperador de Prusia para la nueva universidad de Berlín. Las ideas de Humboldt acerca del cometido propio de la universidad son el resultado de una larga discusión alemana sobre la idea de universidad, en la que participaron los pensadores más lúcidos de los siglos XVIII y XIX alemán (Shiller, Schelling, Fichte, Hegel y el propio Humboldt).

Con la fundación de la Universidad de Berlín (1810), según el esquema de Humboldt, llega a su madurez la “libertas philosophandi”, preconizada por Kant como requisito indispensable para la vida académica. La estrecha relación entre docencia e investigación, en que se inspira el modelo, influyó luego en la organización de muchas otras universidades de diferentes partes del mundo y fue un elemento clave para el extraordinario desarrollo científico que se produjo, a partir de entonces, en Alemania. La universidad alemana devino en “una comunidad de investigadores que enseñan haciendo uso principalmente de la mayéutica socrática, es decir el aprendizaje que se produce como resultado de la incorporación activa del estudiante en el quehacer científico, bajo la dirección de un maestro investigador”.

El modelo de la universidad de Berlín es la antítesis del modelo napoleónico francés profesionalizante, donde la docencia se desligó de la investigación. He aquí algunos conceptos expresados por Guillermo de Humboldt en las pocas páginas de su propuesta: “El corazón de la universidad está constituido por la simbiosis entre investigación y docencia. Toda pretensión del Estado de interferir en la vida académica debe ser rechazada. La universidad debe ser una comunidad que goce de plena libertad. Los objetivos utilitaristas malogran la libertad de la universidad”.

Con Humboldt la universidad recupera el dominio de la ciencia y la investigación, que se había trasladado a las academias científicas. En la universidad neo-humanista humboldtiana el vivo diálogo socrático debía hacer del seminario el centro de la investigación-docencia, en vez de la cátedra expositiva. La formación científica formal, por la que propugna Humboldt, es una actitud espiritual libre de pragmatismos.

El modelo alemán fue imitado por muchas universidades norteamericanas, comenzando por la Universidad de John Hopkins (1876), que se inició como una universidad consagrada exclusivamente a la investigación y los estudios de posgrado.

El autor es jurista y catedrático.

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