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Los prados asfódelos

Andar en los prados o campos asfódelos es una metáfora para decir que una persona muerta disfruta ya de una mejor vida.

El doctor Orlando Icaza dice en un artículo publicado en LA PRENSA el lunes 10 de octubre (Los juguetes de los niños) que el médico, escritor y poeta nicaragüense recientemente fallecido, Fernando Silva, “ya viaja entre los campos asfódelos”.

Andar en los prados o campos asfódelos es una metáfora para decir que una persona muerta disfruta ya de una mejor vida.

La asfódela es una planta y flor de la cual, según la creencia de los antiguos griegos, se alimentan las almas de aquellos muertos que no van —o todavía no han ido— a los lugares de gloria o castigo eterno.

Ya casi al final de La Odisea, al comenzar el Canto XXIV, titulado Las paces, Homero cuenta que Hermes, el dios mensajero  encargado de conducir las almas de los muertos al inframundo, lleva las de los pretendientes de Penélope, la proverbialmente fiel esposa de Odiseo, quienes fueron matados por este cuando después de la Guerra de Troya  regresa por fin a su hogar en la isla de Ítaca.

“El cilenio Hermes (cilenio por Cilene, lugar donde nació Hermes) llamaba las almas de los pretendientes, teniendo en su mano la hermosa áurea vara, con la cual adormece a cuantos quiere o despierta a los que duermen. Empleábala entonces  para mover y guiar las almas y estas le seguían profiriendo estridentes gritos. Como los murciélagos revolotean chillando en lo más hondo de una vasta gruta si alguno de ellos se separa del racimo colgado de la peña, pues se traban los unos con los otros, de la misma suerte, las almas andaban chillando y el benéfico Hermes que las precedía, llevábalas por lóbregos senderos. Transpusieron en primer lugar las corrientes del Océano y la roca de Léucade, después las puertas del Sol y el país de los sueños, y pronto llegaron a la pradera de asfódelos, donde residen las almas,  que son imágenes de los difuntos”.

Pero la pradera de asfódelos no es el único lugar a donde van las  almas de los muertos. El reino de Hades, o inframundo, está dividido en tres grandes lugares: La pradera de asfódeles, a donde son conducidas las almas de las personas comunes y corrientes, las que no hicieron suficiente mal para ser enviados al lugar de castigo eterno, pero tampoco hicieron nada heroico, glorioso y bastante bueno  como para merecer la perpetua felicidad.

Al morir la persona, su alma llega  primero al Érebo, la oscuridad absoluta. Allí el barquero Caronte, hijo de Érebo, espera las almas a la orilla de la laguna Estigia, a las que cobra unas monedas para trasladarlas en su barca a la otra orilla.

Ya estando en el otro lado de la Estigia, las almas entran al Hades donde son  juzgadas por los jueces del otro mundo: Eacos, Minos y Radamante. Los tres fueron escogidos por los dioses para juzgar a los muertos,  por las extraordinarias cualidades de sabiduría y equidad que los caracterizó mientras vivieron.

Las almas de quienes en vida  hicieron mucho mal: asesinos, parricidas, ladrones empedernidos, violadores, gobernantes corruptos, tiranos opresores de pueblos, son  enviadas al Tártaro, el lugar de castigo eterno que está en lo más profundo del inframundo, de donde nunca nadie puede escapar.

Las almas de los héroes, de los que   murieron gloriosamente dando la vida por su país y sus familias, de  los que lucharon por la libertad y contra los tiranos, de los que prodigaron el bien sin fijarse a quien; las almas de todos esos —que son bastantes  a pesar de que se puede pensar lo contrario—  van a los Campos Elíseos, también llamados las  Islas Afortunadas. Allí gozan de la vida eterna en condiciones absolutamente placenteras, como recompensa  por lo bueno que fueron e hicieron en vida.

Y las almas de las personas intermedias, que no hicieron el mal pero tampoco  procuraron el bien, que no oprimieron a los demás pero dejaron que otros lo hicieran y no se atrevieron ni siquiera a protestar, esas quedan en los  campos asfódelos.

Pero antes  de llegar a  ese sitio intermedio del ultramundo, las almas intermedias beben agua del Leteo, el río del olvido, para no recordar nada de lo que hicieron o dejaron de hacer  en vida.

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COMENTARIOS

  1. Prefiero
    Hace 8 años

    Yo preferiria los Campos Eliseos que los Asfodelos…

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