Querida Nicaragua: Cuando supe la noticia de la llegada de una comisión de la OEA los días 5, 6 y 7 de noviembre, no pude dejar de pensar que el señor don Daniel o es un genio de la estrategia política o tiene una suerte enorme para que los acontecimientos se sucedan al ritmo exacto que a él le favorezca. Aunque el señor secretario general de la OEA declare que la comisión que viene no es de observadores, los titulares de los principales diarios de Centroamérica y resto de países latinoamericanos y hasta algunos europeos titularán “La OEA presente en elecciones de Nicaragua”. Y ese es un paso que el Gobierno le ha ganado de plano a la oposición que inclusive en la semana pasada estuvo en Washington tratando de entrevistarse con el señor Luis Almagro. La verdad aunque no nos guste.
Esos mismos periódicos no registrarán el repudio de la mayoría nicaragüense a la farsa electoral, pues casi seguro ocurrirá el movimiento de vehículos del Gobierno recogiendo jóvenes de todas partes para llevarlos a las mesas de votación. Lo hemos visto en otras ocasiones y seguramente que esta vez el Gobierno lanzará toda su maquinaria propagandística para que parezca que hay un gran entusiasmo y que la pareja gubernamental ha ganado por abrumadora mayoría.
Ante esta realidad la oposición está haciendo esfuerzos serios para comenzar después del 6 de noviembre una lucha cívica organizada, tomando el pulso de todos los sectores, partidos políticos, sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, movimientos de mujeres, estudiantes, jóvenes en general, iglesias, obreros, campesinos, las etnias de la Costa Caribe y muchas organizaciones más que se sumarán a la lucha porque en Nicaragua logremos inaugurar un gobierno democrático, sin amagos de dictaduras ni tiranías que pretendan quedarse en el poder para ir siempre creando una nueva dinastía hereditaria.
La conquista de las libertades no se logra necesariamente con el uso de las armas. Esas luchas han demostrado que casi todas terminan imponiendo a un nuevo dictador que por haber tomado un rifle y haber andado unos días en la montaña cree tener el derecho de instalarse en el trono presidencial y hacerse dueño de vidas y haciendas. El pueblo nicaragüense está cansado de ese tipo de luchas que además producen enormes sufrimientos a la población. Hoy tenemos grupos de ciudadanos con experiencia y de jóvenes interesados en estudiar fórmulas cívicas que conduzcan al rescate de la democracia perdida, la democracia representativa, democracia libre donde a nadie se le obligue a pertenecer a ningún partido en particular y donde las instituciones públicas sean realmente libres de inclinaciones partidarias de ninguna clase. La democracia que queremos es aquella donde los poderes del Estado son totalmente independientes, donde el poder judicial se encarga de estudiar cada caso y juzgar con rectitud dando a cada quien lo suyo, donde haya un poder legislativo libre e independiente, legislando por el bien del pueblo sin estar esperando señales del ejecutivo y sobre todo un poder electoral honorable, sin tantos supuestos magistrados que llegan a desvirtuar la propia Ley electoral, a enredar padrones electorales y a distribuir cédulas de identidad favoreciendo al partido de gobierno. Necesitamos una democracia representativa donde los empleados públicos no tengan que pertenecer al partido de gobierno y no sean obligados a participar en manifestaciones partidarias ni a soportar afiches y propagandas del partido dentro de las oficinas públicas.
Y esta no es una tarea fácil en un país que tiene como norma y costumbre los vicios electorales, los madrugonazos de los siglos pasados, el robo de votos en las elecciones, la corrupción generalizada y últimamente la repartición de cerditos, gallinas, láminas de zinc y otras cosas para lograr en agradecimiento los votos de la gente humilde y necesitada. La lucha cívica será permanente después del 6 de noviembre. El danielismo tiene mucha suerte o mucha estrategia. Tengámosla también nosotros.
El autor es gerente de Radio Corporación y excandidato a la Presidencia de la República en 2011.