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Jesús, vida

Este es mi Rey

Con la tecnología en boga y viendo todos los avances de la ciencia, el internet, la robótica, los grandes adelantos científicos y técnicos, nos ha tocado vivir en un siglo de avance en la ciencia y en la técnica.

Con la tecnología en boga y viendo todos los avances de la ciencia, el internet, la robótica, los grandes adelantos científicos y técnicos, nos ha tocado vivir en un siglo de avance en la ciencia y en la técnica, lo cual no significa que con ello haya desaparecido el hambre y la miseria de este mundo nuestro.

Hemos tenido grandes conquistas en el saber humano-científico; pero aún estamos en retroceso en lo que respecta al amor y a la solidaridad.

Dios no nos ha creado para ser unos perfectos robots. Dios ha puesto en cada uno de nosotros un corazón, capaz de tener sentimientos y mirar al otro con los ojos del amor y de perdón.

Dios no nos ha creado como máquinas frías; somos, ante todo, corazón; por eso, una vida sin amor no es vida y un amor sin solidaridad es un falso amor.

Por ello, al menos nosotros los cristianos tenemos como testimonio en Cristo nuestro Rey y así llevar una vida llena de amor, misericordia y solidaridad hasta lo último.

Cuando las autoridades judías, magistrados y soldados romanos se mofaban de Jesús en la cruz diciéndole: “Si tú eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”; Jesús le dice a su Padre: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23,34).

Cuando el buen ladrón le pide a Jesús: “Acuérdate de mi, cuando vengas con tu Reino”, Jesús se dirige a él y le dice: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Jn. 23,42-43).

Jesús acepta, es verdad, que le llamen “Rey”. Cuando entra en la ciudad de Jerusalén, la gente sale a su encuentro y grita: “¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor!” (Lc. 19,38).

Los fariseos pretendían que Jesús callara a la gente (Lc. 19,39). Pero Jesús les dijo: “Les digo que sí estos se callan, gritarán las piedras” (Lc. 19,40).

Eso sí, Jesús acepta ser llamado Rey; pero, a su vez, confiesa que su condición de rey no se asemeja en nada a los reyes de este mundo. Cuando la gente, al ver el milagro de Jesús multiplicando los panes y los peces, pretenden hacerle rey (Jn. 6,15), como cualquier rey de este mundo y nos dice San Juan que Jesús “huyó al monte” (Jn. 6,15).

Cuando Pilato le pregunta que sí él es Rey (Lc. 23,3). Jesús le responde: “Sí, tú lo dices” (Lc. 23,3); pero inmediatamente Jesús le aclara: “Pero mi reino no es de este mundo” (Jn. 18,36).

Por eso, cuando sus discípulos peleaban entre sí por los primeros puestos en su reino, Jesús les dice muy claramente: “Saben que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes los oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre ustedes (Mc.10,41-42).

Este es Jesús, nuestro Rey: no el que se impone y triunfa por encima de todo y de todos, sino el fiel al Padre y a los hombres hasta la misma cruz (Lc. 23,38).

Este es Jesús, nuestro Rey: Jesús no busca poderes algunos para avasallar a nadie (Mc. 10,42). Jesús lo que desea es que el reinado de Dios sea una realidad porque nos vamos construyendo como hombres verdaderamente nuevos, capaces de construir tamién un mundo nuevo, una nueva sociedad, como es la voluntad de su Padre, cosa que exige en todos nosotros una verdadera conversión (Mc. 1,14-15).

Este es Jesús, nuestro Rey: No el que avasalla con un poder tirano, sino el que siempre es amor, solidaridad y perdón, hasta en la misma cruz (Lc. 23.42-43). Este es Jesús, nuestro Rey: No el que condena porque se las cobra, sino el que siempre salva, hasta en la misma cruz (Lc. 23,43).

Este es Jesús, nuestro Rey: no el que castiga y humilla, sino el que siempre es perdón hasta en la misma cruz (Lc. 23,34). Este es Jesús, nuestro Rey: no el que menosprecia al que está perdido, sino el que “ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc. 19,10). Ese es mi Rey, nuestro Rey.

Religión y Fe Iglesia Católica

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