Los dioses griegos —creados por los hombres a su imagen y semejanza— viven como los mortales. Pero no como cualquier mortal sino como los poderosos reyes y tiranos de la tierra.
Los dioses griegos residen en la cumbre del Olimpo, que significa “luminoso” pero también “lo más alto entre lo alto”. Es la montaña más alta de Grecia con casi 3 mil metros de altura y está situada entre Tesalia y Macedonia.
La mansión de los dioses es un inmenso palacio construido por los Cíclopes (gigantes que tienen un solo ojo, en medio de la frente), hijos de Urano y Gea, o sea el Cielo y la Tierra.
Pero los Cíclopes fueron solo los operarios, el diseño arquitectónico lo hizo Hefesto, dios de la herrería y las artesanías. El gran palacio está dividido en 11 palacios interiores en los cuales vive cada uno de los dioses olímpicos: Zeus con Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo, Artemisa, Hestia y Deméter.
Algunos autores incluyen a otros dioses como moradores del Olimpo, pero en general se reconoce a los doce antes mencionados.
Homero dice en La Ilíada que el Olimpo es “el precioso lugar eterno para los dioses, en donde nunca tormenta habrá ni disturbios, lluvias, o incluso si la nieve la invade, la calma reinará, las nubes y los brillos saldrán con la más pura luz del día. En donde sus habitantes gozan divinamente por siempre”.
Se asegura que las ropas de los dioses son confeccionadas por Atenea y las Cárites (o Gracias): Aglaya, ‘Belleza’; Eufrosine, ‘Júbilo’; y Talía, ‘Floreciente’. Las sandalias de oro de los dioses que les permiten caminar en el aire o sobre las aguas a la velocidad del viento o del pensamiento, son obra de Hefesto, quien también ha fabricado las sillas en las que sientan los inmortales y las cuales se mueven por sí solas, de un lado a otro, según se la voluntad de quienes las ocupan.
Los dioses del Olimpo se alimentan con Néctar, una deliciosa bebida preparada a base de miel fermentada que les sirven en copas de oro los coperos divinos, Hebé (la diosa de la juventud, quien es hija de Zeus y Hera), o Ganímedes, el bello pastor troyano adolescente que fue raptado por Zeus y llevado por este a vivir en la mansión olímpica.
Su comida es la Ambrosía, una mezcla también deliciosa de agua, miel, aceite de olivo, queso y cebada. Pero de vez en cuando los dioses comen carne de ternera y de cordero que les han sido ofrecidos en sacrificio.
En el gran palacio olímpico, en el lugar principal, está el trono de Zeus hecho de mármol negro con incrustaciones de oro. Hay siete escalones para subir al asiento del trono, en los cuales brillan los siete colores del Arco Iris. Sobre uno de los brazos del trono está posada un águila de oro con ojos de rubí. El águila dorada, con una de sus garras apresa los rayos que los Cíclopes hicieron para Zeus cuando ocurrió la guerra contra Cronos por la conquista del poder olímpico.
Al lado del trono de Zeus está el de Hera, su hermana y esposa que se conserva eternamente joven y bella. El trono de Hera también es de marfil, pero de color blanco.
En el medio del salón hay una gran mesa igualmente de marfil, alrededor de la cual se sientan los dioses. En la cabecera lo hacen Zeus y Hera y en sus respectivos lados ocupan sus lugares los cinco dioses varones y las cinco diosas mujeres.
Enfrente de Poseidón se sienta Deméter. Al lado de Poseidón, Hefesto y frente a este, Atenea. En el orden de los varones sigue Apolo y en el de las mujeres Artemisa. Junto con ella ocupa su lugar Afrodita, quien tiene enfrente a Ares. Hermes se sienta en último lugar en el lado de los varones y Hestia en el de las mujeres.
Allí se reúnen los dioses para comer, beber, discutir sobre distintos temas, intercambiar experiencias, disponer el destino de los mortales, provocar guerras o facilitar la paz en la tierra, etc. Y lo hacen sin prisa, porque ellos son inmortales y disponen de todo el tiempo del mundo, por toda la eternidad.