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En Letra Pequeña

Ni siquiera voy a entrar a ponderar si la demanda contra el poeta Ernesto Cardenal es política o no, porque el mero beneficio de la duda significaría otorgarle mérito a un sistema que hace ya mucho tiempo quedó incapacitado para impartir justicia


Cardenal

Ni siquiera voy a entrar a ponderar si la demanda contra el poeta Ernesto Cardenal es política o no, porque el mero beneficio de la duda significaría otorgarle mérito a un sistema que hace ya mucho tiempo quedó incapacitado para impartir justicia, un sistema que se puso la camiseta de un partido y falla en un solo sentido. Basta hacerse la pregunta: Si, Ernesto Cardenal en lugar de ser un fuerte crítico fuese un cercano adulador de la pareja presidencial, de esos que siempre vemos encaramados en la tarima, ¿estaríamos conociendo una sentencia condenatoria como la que pesa ahora sobre el sacerdote?  Y si usted, es de los que todavía cree que eso pudo haber sucedido eso, mencióneme al menos un personaje cercano a los Ortega Murillo que esté preso o condenado por alguna fechoría. Y ojo, candidatos no faltan.

Gallina come huevos

El asunto es que esta justicia que ahora condena a Cardenal a pagar 800 mil dólares de multa, es la misma que desapareció las presunciones de corrupción contra Roberto Rivas por su paso en Coprosa, la misma que liberó de toda culpa a Byron Jerez y hasta lo hizo diputado, la misma que una vez convirtió la cocaína en talco, la misma que ignoró como si no hubiese existido el robo masivo y la golpiza contra los jóvenes de OcupaINSS,  y la misma que  prácticamente alcahueteó a los autores de la masacre de la familia Torres de El Carrizo, a tal punto que nunca estuvieron en la cárcel y tres años después ya andaban libres por las calles de Somoto. Es una gallina que come huevos.

Mister Hyde

Aquí hay grupos de la sociedad que, para evitar el conflicto y en nombre de la paz social, quieren cohabitar con estas instituciones como si fuesen una especie de “El extraño caso del doctor Jekyll y el mister Hyde”, aquella novela de Stevenson donde se aborda el trastorno de personalidad y el doctor Jekyll representa el lado humano de una persona y el mister Hyde, el lado malvado y criminal de esa misma persona. Entonces si este caso solo es un juicio civil, en el terreno del Derecho, o sea doctor Jekyll, ¿qué sería en el caso de la masacre de El Carrizo o en el caso del vejamen de OcupaINNS? ¿Mister Hyde? ¿Estamos resignados a convivir con un sistema judicial que por ratos es doctor Jekyll y el resto del tiempo es mister Hyde?

Fallados

Decir que el caso Cardenal es solo un juicio civil, y que incluso un sistema imparcial llegaría a las mismas conclusiones,  es el mismo argumento que esgrimen aquellos que, reconociendo lo turbio de las elecciones, alegan que aún cuando hubiesen sido limpias, Daniel Ortega las hubiese ganado, por lo tanto no cabe denunciar que hubo fraude. El problema es ese: que mientras las instituciones estén secuestradas no tenemos formar de comprobar si Daniel Ortega ganaría unas elecciones de verdad o si la sentencia contra Cardenal está apegada a Derecho, porque tenemos un sistema electoral que solo puede decir que Daniel Ortega ganó las elecciones y un sistema judicial  que siempre condenará a los críticos y opositores y siempre exonerará, a veces con mucho descaro, a los cercanos o simpatizantes.

Vago

Como anécdota suelta, no es esta la primera vez que un poeta es condenado por tirria de quienes mandan. En 1884, cuando apenas tenía 17 años, Rubén Darío fue condenado en León por vagancia, dado que para la justicia escribir versos y vagancia eran la misma cosa. La sentencia establecía que Darío debía barrer las calles de la ciudad durante ocho días o, en su defecto, pagar un peso por cada día de condena. Los versos y la vagancia fueron la excusa para castigar a un Darío que publicaba encendidos artículos contra los gamonales conservadores de la ciudad en un periódico liberal bautizado como “La Verdad”.

Francotirador

Este caso Cardenal debería provocar una profunda reflexión sobre la desacreditación en general que tienen todas las instituciones, y en particular el sistema judicial. No se puede sostener un sistema judicial cuyas sentencias se elaboren en la oficina de un partido político. No puede seguir el sistema judicial comportándose como sicario político, que entra como francotirador a eliminar enemigos o a rescatar amigos. No podemos seguir creyendo que el doctor Jekyll y mister Hyde son dos personas distintas cuando son el mismo monstruo.

Columna del día En Letra Pequeña Fabián Medina

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