Rifirrafe
¿Se acuerdan cuando, en enero de 2012, llegó el presidente venezolano Hugo Chávez a rendir informe a la Asamblea de su país? Lo memorable de aquella ocasión fue el rifirrafe entre la opositora María Corina Machado y su demanda de “dígale la verdad a la Venezuela decente, señor presidente” y la respuesta de Chávez de “águila no caza moscas”. Pues algo así esperaba yo este martes pasado cuando Daniel Ortega decidió rendir su informe. La diputada PLC María Fernanda Flores había anunciado que le cantaría sus cuatro verdades a Ortega y el resto de diputados tenían ahí su oportunidad para al menos aparentar que son “opositores”. Pero nada. Solo hubo aplausos, abrazos y sonrisas. Faltaron “la cuatro verdades”. Y el informe.
Sospechas
Y ahí estamos de nuevo. No se trata de creer que Álvaro Montealegre sea culpable o inocente, porque no viene al caso esa discusión. Tampoco voy a enredarme analizando si el juicio debió ser civil o penal. Ni siquiera se trata de decir si es justo que por su condición médica Montealegre deba estar en su casa o en la cárcel. El único punto es que este sistema judicial solo actúa por el supremo interés del partido, la familia presidencial y sus negocios. Nada es inocente. Y las sospechas, con este sistema, siempre son razonables.
Llanto indígena
Para entender la tragedia de los indígenas de la Costa Caribe, bastaría decir que están sufriendo una colonización parecida a la que sufrió América hace mas de 500 años. Unos pocos foráneos llegan en plan amistoso y se instalan. Luego llegan más y los van desalojando de sus tierras y sus costumbres, ora con ayuda de algunos mismos indígenas que colaboran con los foráneos, ora con la fuerza del Estado, hasta que llega un momento que se dan cuenta que o se defienden o desaparecen. Ese es el llanto lastimero que viene desde la costa Caribe. Apenas lo escuchamos por acá a pesar de lo persistente. Todos somos culpables.
Convivencia
Los comentarios del nuncio Fortunatus Nwachukwu a los miskitos son para mí, cuando menos, desafortunados. Lo primero que debe entender el nuncio es que estos indígenas están siendo invadidos. Lo segundo es que el Estado de Nicaragua les ha dado la espalda. Entonces, en un contexto donde alguien se está metiendo a la fuerza tu casa, que les pidan que en nombre de la religión se promueva la “convivencia pacífica” suena a algo muy parecido a lo que deben haber oído los indígenas americanos hace 500 años. Y ya sabemos cómo terminó eso.
Vieja entrevista
En una ocasión el presidente Enrique Bolaños quiso decirme cómo debía hacerle una entrevista, inclusive hasta el tipo de preguntas a realizar porque las mías no le gustaban. Yo le contesté textualmente: “Ingeniero, alguna experiencia en periodismo debo tener para estar de este lado de la grabadora. A mí no se me ocurriría querer darle a usted clases de ingeniería, por lo mismo le pido un poco de respeto a mi trabajo”.
Periodismo
Traigo esta anécdota a colación para hablar de periodismo. Por sus propias características, esta es una profesión en la que algunas personas se sienten con la autoridad de decir cómo se debe hacer. Con frecuencia da la impresión que cualquiera puede hacer mejor periodismo que los periodistas, lo cual quitaría todo sentido a las facultades de Comunicación, las maestrías en periodismo, los talleres, y a la experiencia que se va acumulando en el ejercicio de la carrera a través de los años. A mí no se me ocurre decirle a un médico cómo debe operar a un paciente o a un ingeniero con cuáles valores debe levantar las columnas de un edificio. A nosotros sí nos lo dicen. Y generalmente no nos molesta porque la opinión y el escrutinio de los demás es intrínseco a esta profesión.
Censores
Lo inaceptable es que en nombre del periodismo exijan que se haga exactamente lo contrario al periodismo. Cada vez es más creciente la cantidad de censores que desde alguna posición de poder quieren establecer cuál es el “periodismo bueno” y cuál es el “periodismo malo”. Desde Donald Trump, en Estados Unidos, hasta Rafael Correa en Ecuador. Desde empresarios hasta sacerdotes, en Nicaragua. Ya no digamos desde el gobierno. No voy a ser tan arrogante de creer que no hay malas prácticas periodísticas contra las que debemos luchar todos los días. Pero estos reclamos de gente de poder no es periodismo lo que quiere. Es censura. Porque para el poder, el periodismo, el verdadero periodismo, es como la cruz a los vampiros. Lo que llaman “periodismo bueno” en realidad es propaganda, y lo que condenan como “periodismo malo”, es solo periodismo.