14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Rosario Murillo

El bus español

El desafío para los “políticamente incorrectos”, para los que creemos, por ejemplo, que Dios hace a algunos hombres y a otras mujeres, y que el que nace hombre o mujer lo son para siempre, es no dejarnos amedrentar

“Los niños tienen pene y las niñas tienen vulva”. Que no te cuenten cuentos. Si naces hombre, eres hombre, si naces mujer, seguirás siéndolo”. Si usted lee o escucha esta afirmación quizás podría reírse de ella por lo obvio. “¿Acaso yo no lo sabía?, acaso me está contando algo nuevo?” serían comentarios normales. Escrita en el costado de un bus español, sin embargo, ha causado tremenda indignación en los sectores “progres”. Los socialistas, la comunidad LGTB (Lesbianas, Gay, Transexuales y Bisexuales), izquierdas y algunos libertarios, denunciaron el susodicho texto como ofensivo y discriminatorio contra los transexuales y lograron que la comuna de Madrid prohibiera la circulación del vehículo. Los patrocinadores de este, un grupo católico opuesto a la enseñanza de género —la que insiste en que el sexo no es algo determinado biológicamente, sino algo que puede y debe ser escogido libremente por cada individuo— protestó sin éxito la prohibición.

El incidente, ocurrido en marzo, es una de las más recientes manifestaciones de una tendencia creciente en muchas sociedades modernas: el suprimir sin contemplaciones todas aquellas expresiones que, desde la perspectiva “progresistas”, parezcan políticamente incorrectas. Lo preocupante no es que algunas personas crean correcta la ideología de género, sino que sientan ilegítimo disentir de sus opiniones.

Uno puede identificarse con la posición de los católicos o la de los progres, pero no pretender callar a los que discrepan de la nuestra. Sin embargo, eso es lo que cada día más, y con mayor virulencia, pretenden los progres y, dentro de ellos, la izquierda socialista y la liberal. Si en España circulase un bus con el mensaje contrario: “Ser hombre o mujer no depende de los genitales con que nacemos sino de nuestra decisión”, jamás hubiese sido sacado de circulación o condenado por discriminar contra los conservadores.

No sólo en Nicaragua, sino también en Estados Unidos (EE. UU.), las universidades con fuertes sectores de izquierda niegan la tribuna a expositores conservadores o de derecha, y recurren fácilmente a la intimidación y la violencia como métodos para lograrlo. Lo curioso es que estas actitudes proceden de quienes dicen ser abanderados de la tolerancia y califican como intolerantes a todos los demás.

Un gracioso ejemplo de esta actitud la retrató hace algunas semanas el personaje de historietas Charlie Brown. Este aparece en un diálogo con un amiguito progre que transcurre así:

Amigo: “Yo quiero ser negro”. Charlie: “Está bien”. Charlie: “Yo quiero ser blanco”. Amigo: “¡Racista!”
Amigo: “Yo quiero ser gay”. Charlie: “Está bien”. Charlie: “Yo quiero ser hetero”. Amigo: “¡Homofóbico!”.
Amigo: “Yo quiero ser de izquierda. Charlie: “Está bien”. Charlie: “Yo quiero ser de derecha”. Amigo: “¡Fascista!
Amigo: “Yo quiero ser progre”. Charlie: “Está bien”. Charlie: “Yo quiero ser conservador”. Amigo: “¡Intolerante!”

Parece broma, pero no lo es. Diga usted en ciertos ambientes que lo natural o mejor es ser heterosexual, y se encontrará con quienes lo califiquen de homofóbico, estrecho o fundamentalista. Diga usted que es mejor ser bisexual, y los mismos lo considerarán una afirmación noble y valiente. Diga usted que quiere enseñar creacionismo en una escuela, o que considera equivocado a Darwin, y le calificarán de fundamentalista en países como EE. UU., le puede costar el puesto. Es la intolerancia de los tolerantes que está creando una especie de totalitarismo ideológico, cada vez más amenazante para la libertad de expresión y de pensamiento.

El desafío para los “políticamente incorrectos”, para los que creemos, por ejemplo, que Dios hace a algunos hombres y a otras mujeres, y que el que nace hombre o mujer lo son para siempre, es no dejarnos amedrentar. Debemos proclamar como verdad lo que es verdad, recordando las palabras del profeta Isaías: “Hay de los que llaman al mal bien y al bien mal; los que truecan lo amargo en dulce y lo dulce en amargo”.

El autor fue ministro de Educación en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
[email protected]

Columna del día Estados Unidos LGBT

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí