Divieso
La crisis del INSS estalló como un divieso. Estaba anunciando. Incapaz de decirlo por su propia boca, el régimen dejó que lo anunciara el Fondo Monetario Internacional, tal vez con la vana esperanza de echarle el muerto a otro, algo en lo que parece ser experto, o de no responsabilizarse por el desastre que está por venir y que nos alcanzará a todos independientemente de la bandera política hayamos levantado. Porque si de algo deberíamos estar claros en estos momentos es que el INSS no es un problema político. Es un problema que tiene que ver con nuestro dinero, pero principalmente con nuestras enfermedades, nuestra vejez, nuestra vida y nuestra muerte. Y estas cosas no hacen diferencia entre sandinistas, liberales, conservadores u orteguistas.
Bandos
Si hay bandos en este problema del INSS deberían ser los de víctimas y victimarios. De corruptos y estafados. Aquí hay unos que metieron la mano y otros que pusimos el bolsillo donde sacaron la plata. Y aquí todos sabemos de qué lado está cada quien.
Caraduras
Pero como ya sabemos que en este país hay mucho descaro, ahí están los que sangraron al INSS, los que se recetaron préstamos con su dinero en condiciones que ningún banco les da, los que hicieron negocios a sus costillas, los que lo usaron como caja chica para pagar sus francachelas, los que se dieron la gran vida con el dinero de los pensionados, todos ellos que llevaron al pobre INSS hasta el estado terminal en que se encuentra, están ahora diciendo: “Bueno muchachos, se acabó la fiesta. ¿Cómo arreglamos esto?” Es hora de sacrificios, dicen, con la caradura que siempre se han cargado.
Culpables
Si de desfachatez hablamos, qué les parece la de Roberto López, que lleva 10 años administrando el chinamo del INSS y sale ayer diciendo que toda la culpa del desastre la tienen los “los gobiernos neoliberales” y ellos ninguna. Menciona los casos de corrupción que, efectivamente, sacudieron al INSS en otros gobiernos, pero calla sobre los muchos escándalos de corrupción que se han vivido bajo su dirección como si solo la corrupción en un “gobierno neoliberal” fuera mala y la de ellos buena.
Al perro flaco
Desgraciadamente, la única receta que conocen para arreglar estos desmadres es la “de pasarle las pulgas al perro más flaco”. ¿Se acuerdan de los famosos Cenis? Aquí viene un sinvergüenza y se roba el dinero de un banco, saca préstamos que nunca paga, el banco quiebra y para no desestabilizar el sistema, nos pasan la factura a nosotros: el Estado asume las pérdidas. Nadie va preso. Ningún corrupto se saca plata de su bolsa para reponer lo robado. Igualito quieren hacer con el INSS. Antes que piensen en sacarnos un córdoba más del bolsillo deberían comenzar castigando a los culpables de llevarnos hasta aquí. Es que las cosas no suceden por la fatalidad o por castigo divino. Aquí hay responsables, y el señor Roberto López debería comenzar por asumir sus culpas y la de los suyos antes de empezar a señalar con el dedo.
Millennials
Entonces, en la búsqueda de ese perro flaco le están empezando a echar el ojo a los millennials, esa generación que nació entre 1980 y el 2000, estos muchachos a quienes les prometimos el cielo en la tierra cuando luchábamos por un mundo mejor y al final le estamos dejando pedazos y tiras de la sociedad que desbaratamos. Estos muchachos que, con las excepciones de siempre, van por la vida a veces demasiados distraídos y que con toda la lógica del mundo piensan que luchar no vale pena porque sus padres lucharon y miren para qué. Estos muchachos empezarán a pagar por el dinero malgastado por tantos gobiernos en nombre de una jubilación que ven lejana y que, a lo peor, nunca tengan.
Circulo vicioso
Tengo treinta años de cotizar ininterrumpidamente al INSS. A estas alturas no sé si voy a tener mi pensión cuando me jubile. Reconozco como bueno el modelo solidario que inspira al seguro social. Lo que me parece inaceptable es que el INSS se haya convertido durante muchos gobiernos en una cueva de Alibaba y sus 40 ladrones donde se saquea, se entregan pensiones, se saquea y mal que bien se atiende la salud de los asegurados. Es inaceptable para mí que nos hagan pagar por los platos que ellos rompieron. Que ninguno de ellos pague por eso. Y que al final cuando recupere su salud el INSS, si es que la recupera, vuelvan a convertirlo en lo que era: el lugar donde hacen francachela con nuestro dinero, para quebrarlo de nuevo y pasarnos otra vez la factura, que es lo único que parece que hacen bien.